Segunda entrega del extravagante concurso llamado ‘El mejor de la historia’ (TVE1). Este programa, además de surrealista, tiene algo de psicodélico. Parece fruto de un golpe alucinógeno. Si en la primera entrega, les conté hace una semana, asistimos al lanzamiento del bulo de que Lorca –según el exministro del PP– resulta que era un poco ‘facha’, en este segundo capítulo pusieron a competir para el primer puesto de la noche a Isabel la Católica contra Rafa Nadal. Lo que decíamos: alucinando.
El tenista quedó en segundo lugar. Peor le fue a Felipe VI, que también estaba seleccionado. Quedó eliminado enseguida, en séptimo lugar, el tercero comenzando por la cola. Quedó por detrás de Amancio Ortega, que quedó sexto. ¡Ah! En esta batalla de monarcas que ha montado TVE, el Rey de España ha quedado derrotado por el Rey de Zara. Apunte bursátil: Inditex cerró la semana pasada a 41.01; después de este éxito de Amancio sobre Felipe en TVE, es posible que esta semana Inditex se dispare. Este programa ha entrado en caída en picado. Si el día del estreno solo consiguió un 6,8% de cuota de pantalla, casi tres puntos por debajo de la media de TVE1, en esta segunda entrega se han desplomado: 5,1%. Ni siquiera arrancando después del partido España-Holanda (12,1%) sirvió de nada. Perdieron más de un millón de espectadores de golpe. TVE debería reflexionar. Una cosa es que la TV pública intente hacer ‘entretenimiento’ al estilo de las cadenas privadas –eso también podríamos discutirlo– y otra entrar en inventos disparatados que ni siquiera atraen a nadie.
En el año 2005 Joan Úbeda y Toni Soler lanzaron en TV3 el programa ‘El favorit’. Era algo similar pero hecho con mucha más inteligencia. Seleccionaron a unos pocos personajes de relevancia histórica probada (Jaume I, Ermessenda de Carcassona, Rafael Casanova, Papa Borgia, Joan de Serrallonga, Pau Casals, Pompeu Fabra…) y había que elegir al ‘Favorit de Catalunya’. Como concesión al entretenimiento y al espectáculo aparecía Oriol Junqueras en su cualidad de profesor de Historia –entonces su actividad política no era muy conocida todavía por el gran público– enarbolando una espada y arremetiendo contra Soler, que se protegía con un escudo. Lo hacían para enseñarnos cómo se las gastaban en la época medieval. Más o menos como en la actualidad.