La apuesta de DS DSpor la Fórmula E es total. La marca francesa llegó a la categoría casi en sus inicios, en un ya lejano 2015, y desde entonces se ha mantenido firmemente ligada a la misma. En el circuito de Varano, en las proximidades de Parma y muy cerca de Dallara, una auténtica fábrica de sueños, pudimos probar el Gen3 al final de su primera temporada en activo.
La competición es el mejor banco de pruebas de las nuevas tecnologías y el compromiso de DS es importante porque la tendencia de la marca va por sus modelos E-Tense: diferentes niveles de electrificación, desde los híbridos enchufables hasta los eléctricos completos. Toda la gama actual tiene alternativa electrificada y a partir del 2024 todos los nuevos modelos que produzca DS serán electrificados.
Es evidente, entonces, que con este decorado expuesto y la pasión por competir hayan elegido la Fórmula E, un campeonato que reúne a muchos fabricantes ligados a las nuevas tecnologías, más sostenibles y ecológicas. La unión entre DS Automobiles y el equipo Penske Autosport es fuerte, sólida y muy competitiva, disponiendo para 2024 con la misma pareja de pilotos que en el último curso, el francés Jean-Eric Vergne y el belga Stoffel Vandoorne. Cuatro títulos, 16 victorias, 47 podios y 22 poles les contemplan.
El reto es transferir la experiencia de la Fórmula E a los coches de carretera en la apuesta generalizada por los fabricantes de los coches eléctricos y ello hace que en la parrilla haya tantos constructores, cifras que no se dan en ningún otro campeonato. Un monoplaza de fórmula E es un prototipo donde todo el mundo comparte la misma plataforma, pero se puede trabajar sobre las transmisiones, el motor y la caja. No se puede tocar el chasis y la aerodinámica, pero se pueden marcar diferencias en el software de gestión de la energía.
La noche anterior a la prueba del coche pudimos visitar las instalaciones de Dallara, que es el suministrador oficial de la categoría y, muy especialmente, su museo, una auténtica joya de la historia del automovilismo. Fue un aperitivo de lo que nos aguardaba en el Autódromo Riccardo Paletti.
Fue como entrar en ‘El Teatro de los Sueños’, nombre como el legendario Bobby Charlton describía Old Trafford, el estadio del Manchester United. A lo largo de mi trayectoria profesional he probado muchos coches, muchísimos, prácticamente de todas las marcas, en todos los tipos de terreno posibles y condiciones… También en circuitos.
La jornada en Varano debo reconocer que me impresionó y resultará inolvidable. Fue como vivir un sueño, siendo tratado como un piloto profesional por uno de los mejores equipos del planeta y a los mandos de uno de los coches más exigentes que uno puede conducir. Desde el primer momento supe que era algo especial y la realidad superó ampliamente cualquiera de las previsiones.
DS Automobiles me permitió conducir uno de sus monoplazas de la tercera generación, del que me asombró la aceleración y la frenada. La concentración tiene que ser máxima, ya que cualquier error se salda con una salida o un trompo. Hay que medir todos los pasos muy bien y saber leer los diferentes mapas de potencia que te van incorporando porque cuando pisas el acelerador la sensación es que uno va a despegar.
Sentirte piloto oficial de un equipo de primer nivel es único… aunque sepas de antemano que es efímero. Después del briefing inicial, donde explicaron en qué consistía la jornada y algunos de los secretos del bólido y sus prestaciones, llegó el momento de practicar, entrar en acción. Equipado ya con la vestimenta oficial del equipo me enseñaron el funcionamiento del volante, la utilidad de sus botones y la forma de mantener el contacto con el box por la radio y la importancia de accionar el que limita la velocidad en el paso por el pitlane.
Entrar en el cockpit no es fácil. El habitáculo es estrecho, hay que recolocar el asiento, los cinturones y vas siguiendo las indicaciones que te dan en un instante en el que la tensión sube por momentos. Te recuerdan el plan en pista: una vuelta para hacerte con los mandos, parar, otra salida para dar cuatro vueltas… parar y hacerlo en tres ocasiones para que los ingenieros puedan aumentar progresivamente la potencia de 100 a 300 KW.
La primera gran sorpresa, aunque de sobras conocida, es la ausencia de sonido con respecto a los modelos habituales de combustión, lo que te permite escuchar muchos ruidos que son imperceptibles en otros vehículos.
La segunda es que el Gen3 resulta un coche manejable, pero no es fácil. Hay que estar atentos a la aceleración y también a la frenada, muy eficaz y en pocos metros. Pese a que la dirección es dura es relativamente sencillo conducir el coche sobre la pista, aprovechando toda su amplitud para optimizar las trazadas.
De las levas del volante destacaría la que permite ofrecer el máximo rendimiento en una salida. Se mantiene accionada mientras pisas a fondo el acelerador y en el momento en que el semáforo se apaga, sueltas la leva y el bólido sale disparado con una aceleración que pasa de 0 a 100 en 2,4 segundos. Impresionante. Hice la prueba al final, aprovechando el semáforo de salida de boxes y, realmente, es impresionante porque todo lo que hay por delante se acerca a una velocidad indescriptible. Brutal.