La llegada de Ilkay Gündogan ilusionó al barcelonismo. No es para menos. El centrocampista alemán decidía dejar el Manchester City habiendo levantado como capitán la primera Champions League de los ‘sky blue’. Lo hacía en la plenitud de su carrera, siendo una pieza indiscutible en los esquemas de Pep Guardiola. El club citizen hizo todo lo posible por renovarle, pero Gündogan eligió la grandeza del club blaugrana, enfundarse una zamarra que siempre soñó con defender. Todo ello, motivos suficientes para que la afición culer le esperara con los brazos abiertos.
Pero los primeros meses del centrocampista alemán en ‘can Barça’ no han sido como se esperaba y seguramente como él hubiera querido. Gündogan estaba destinado a dar un salto de calidad a un equipo que el pasado curso conquistó la Liga por su compromiso como bloque. Las cosas, sin embargo, se han torcido tras un inicio prometedor, a partir de la injusta derrota contra el Real Madrid que dejó al vestuario muy tocado.
Gündogan no ha ejercido el liderazgo que se esperaba más allá de esas declaraciones, precisamente tras el clásico, en las que reclamaba a sus compañeros un poco más de rabia tras la derrota.
Con su gol de anoche en el Gran Canaria, el centrocampista alemán supera sus registros goleadores del año pasado en el Manchester City a estas alturas. Pero hasta este encuentro contra la UD Las Palmas, Gündogan no había sido decisivo en el conjunto blaugrana.
Sus otras dos dianas llegaron en la derrota ante el Real Madrid y en la goleada encajada frente al Girona. Anoche sí dio ese paso adelante que se espera de él para forzar un penalti en el tiempo de descuento y transformarlo para sellar la remontada y tres puntos vitales en la pelea por la Liga.
No fue su mejor partido, especialmente en una primera parte en la que no encontró su sitio ni el momento oportuno para conectar con sus compañeros de ataque para romper la defensa adelantada que planteó Francesc Xavier Garcia Pimienta. Estuvo más activo en una segunda parte en la que Xavi adelantó su posición para que aprovechara su buena llegada al área.
Y así lo hizo en el momento oportuno. Cuando ya agonizaba el encuentro, Gündogan fue a buscar un rechace de Álvaro Valles para remachar a puerta vacía. Era muy difícil que alcanzara a cabecear, porque el balón cogió una curva muy alta, pero ahí estaba Sinkgraven para echar una mano. En concreto, las dos.
El lateral neerlandés desequilibró al centrocampista del Barça y González Fuertes no lo dudó ni un momento. Gündogan cogió la responsabilidad y selló el triunfo.