The former president of the RACC, Sebastià SalvadóHe was a peculiar man. He listened attentively, and after a while, after maturing his opinion, he spoke. In 2010, in a debate about whether motorcycles had to use the bus lanespoke before the mayor Jordi Hereu. His press officers gulped: “There is no need to do anything, the current situation of “permissiveness is the best possible context.” Short and to the foot. Letting things happen and waiting for things to settle down is precisely what the Barcelona’s town hall according to the low emissions zone (ZBE), in force since 2020. The decree that the Government has in hand, which will regulate the environmental umbrellas of all of Catalonia, draws some restrictions that the capital will also have to apply. But the council asks that the “territorial realities”, and in his allegations he has shown his disagreement on the implementation schedule. It also makes sense of experience (that laissez-faire), which says that since 2017, when we began to warn of what was coming, the most polluting vehicles, without environmental label or B label, They have gone from representing 61% to being only 19.3% of the circulating fleet (not to be confused with those registered and signed by the DGT). A 70% reduction.
While in the metropolitan arch The debate focuses on restrictions, in the big city the complaint has more to do with autonomy. Municipalities such as Badalona, Terrassa, Sabadell or Mataró have raised their voices against the obligation for a 25% of the urban territory must be within the ZBE, and due to the schedule of vetoes for vehicles with a B label: Euro 4 diesel, starting January 1, 2026, and all vehicles with a B label, out of circulation as of January 1, 2028. “He is nonsense,” the mayors agree, in the allegations presented to the decree of the Generalitat.
Cambio de ciclo
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La evolución de la ZBE de Barcelona demuestra que las cosas cambian en el medio plazo. En mayo de 2017, cuando por primera vez se habla del proyecto, los vehículos que entraban y salían de la ciudad tenían la siguiente configuración en cuanto a etiquetas ambientales: 18% sin distintivo, 43% con la B, 24% con la C, 5% blandían la ECO y un 9% no se podían identificar. Siete años después, con modificaciones muy puntuales en la ordenanza, más obligadas por las sentencias contrarias a la ZBE que a un endurecimiento del plan que no se ha producido, el paisaje es muy distinto: 1,2% sin etiqueta, 18,1% con la B, 55% con la C, 21% de ECO y 4% de cero emisiones. A destacar que ya son más los ECO que los que llevan la B, y que los que van sin distintivo han pasado del 18% a un irrisorio 1,2%.
Es decir, que de un 61% de coches más contaminantes se ha pasado a un 19,3% y los que blanden etiquetas ecológicas (con todos los matices sobre los residuos de la tecnología de las baterías eléctricas y las partículas que generan los neumáticos y el frenado) ascienden ya al 25%. Con todo, Barcelona cumplió en 2023, por fin, con los límites de contaminación que marca la Unión Europea.
El contexto
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El consistorio trabaja en el marco del Área Metroplitana de Barcelona para presentar una propuesta de evolución de la ZBE. En el pasado mandato, Jaume Collboni, en su papel de primer teniente de alcalde, dijo que no quería oir hablar de más restricciones. “Tranquilidad, no es el momento“, dijo en marzo de 2022. Pero eso era antes de que el Gobierno de Pedro Sánchez aprobara, en diciembre de ese año, el decreto por el que se regulan los paraguas ambientales en todo el Estado. Y muy pocos días antes de que el Govern anunciara que Catalunya tendría su propia normativa, incluso más restrictiva.
Ahora, desde la alcaldía, el PSC ni confirma ni desmiente que vaya a endurecer la ordenanza. “No entraré a valorar ninguna medida concreta sin haber trabajado antes con las otras administraciones”, dijo en diciembre la teniente de alcalde de Urbanismo, Laia Bonet, consciente de que el devenir del decreto de la Generalitat marcará mucho el camino a seguir.
“No hay una alternativa de transporte público metropolitano que pueda amortiguar las restricciones a determinados vehículos”
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Barcelona defiende que su ZBE tiene “una dinámica propia que no puede quedar homogeneizada por una normativa restrictiva que afecte a todos los municipios de más de 50.000 habitantes por igual”, señala a este diario un portavoz municipal. “Las zonas de bajas emisiones tienen que dar respuesta a las diferentes realidades territoriales“, añade. Y en un guiño al entorno inmediato, el consistorio también considera que las ZBE que se establezcan cerca de la gran ciudad deben tener “coherencia y continuidad territorial”.
Cristian Bardají, director del área de Movilidad del RACC, lamenta que se pueda producir “un conflicto competencial que atrape a los usuarios en medio y los deje vendidos“. Por eso reclama “claridad en el mensaje para evitar que mucha gente se quede con la duda de si su coche podrá o no podrá circular”. “Que el Govern tenga competencia no equivale a que haga las cosas sin diálogo, más todavía cuando son las administraciones locales las que deben aplicar las zonas de bajas emisiones”. Para el automóvil club, la receta pasa más por “acompañar a la ciudadanía” que por “restringir, culpabilizar o castigar“.
Mejoras por llegar
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Bardají recuerda, no obstante, que en 2026 y 2028 -cuando se espera que las etiquetas B dejen de circular- todavía no estarán terminados muchos de los proyectos metropolitanos importantes vinculados con la movilidad sostenible: el plan de Rodalies, la línea 9 de metro o la prolongación de la L8 de FGC desde Espanya hasta Gràcia. “No hay una alternativa de transporte público que pueda amortiguar las restricciones a determinados vehículos”, resume este experto. Y en cualquier caso, a modo de resumen, aboga más por el diálogo que por la imposición: “Establecer plazos a golpe de decreto a otras administraciones solo añade complejidad”.
A todo esto también hay que sumarle el comportamiento de la ciudadanía. Los datos demuestran que el uso del vehículo privado va perdiendo terreno, hasta el punto de que dentro de la capital catalana ya supone menos del 20% de los desplazamientos, mientras que el 80% se realizan en transporte público, a pie, en bici o en patinete. También los coches son cada vez más sostenibles, pues a pesar de que los datos de la DGT indican que en el entorno metropolitano, la mitad de los vehículos blanden etiqueta B, lo cierto es que muchos, si se tiene en cuenta las cifras de la ZBE de Barcelona, o ya no circulan o no se usan.
A la espera de 2030
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Sobre el calendario al que se refiere el RACC, el Ayuntamiento de Barcelona suele hacer siempre referencia a la Agenda 2030 y a los objetivos de desarrollo sostenible. El inicio de la nueva década siempre se marca como el horizonte a partir del que debe producirse un salto cualitativo. Es probable que la hoja de ruta de la ZBE de la ciudad vaya en esa dirección. Y también es probable que el parque de vehículos, por tecnología y mayor conciencia social, haya seguido su senda hacia derroteros menos contaminantes. Como ha pasado en estos siete años. Son las cosas de dejar hacer.