Apenas 15 minutos después de que José Luis Ábalos anunciase este martes en el Congreso que no pensaba atender a la exigencia del PSOE de que renunciase a su escaño, la dirección del partido ha emitido un comunicado en el que informa de que ha abierto expediente al exministro de Transportes y exsecretario de Organización socialista, que entre 2017 y 2021 fue el encargado de velar, precisamente, por la disciplina interna. De momento, a expensas de cómo acabe el proceso, Ábalos queda suspendido de militancia.
La dirección del PSOE ya daba por hecho el enroque del exministro, al que se le imputa “responsabilidad política” por haber confiado en Koldo García, su antiguo hombre para todo (chófer, guardaespaldas, asesor, consejero en Renfe y Puestos del Estado) que está siendo investigado por el presunto cobro de comisiones ilegales en la compra de mascarillas durante la primera y peor etapa de la pandemia del coronavirus. De ahí el breve lapso de tiempo transcurrido entre su anuncio de que mantenía el pulso y la apertura del expediente, que firma el sucesor de Ábalos en Organización, Santos Cerdán.
Tres faltas muy graves
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La cúpula socialista considera que Ábalos puede haber incurrido en una falta grave y tres faltas muy graves. Entre otros motivos, por actuar “en contra de los acuerdos adoptados por los órganos de dirección del partido” y “menoscabar la imagen de los cargos públicos o de las instituciones socialistas”. Se trata del primer paso para su expulsión del PSOE, la sanción máxima establecida en sus estatutos para las faltas muy graves.
La dirección socialista, en cambio, no puede forzarle a dejar el Congreso de los Diputados, como pretendía y había tratado de lograr a través de mensajes públicos de Pedro Sánchez y contactos discretos por parte de Cerdán, porque el escaño es personal. El partido lo ha intentando hasta esta misma mañana, pero ha sido imposible. Ábalos pasará ahora a formar parte del Grupo Mixto, y aunque la mayor parte de cargos no creen que vaya a votar en contra de las iniciativas del Gobierno, nadie da por seguro nada ahora mismo. Su traslado añade un nuevo elemento de inestabilidad a la ya de por sí compleja legislatura de Sánchez.