The dogs knew the murderer

Las cámaras graban al asesino entrando tranquilo, poco después de amanecer, en un chalé de Las Gabias, en Granada, vestido con chándal y guantes negros. Mide algo más de metro ochenta y lleva la cabeza y la cara ocultas tras una gorra y una mascarilla contra el covid. Cuando traspasa la verja, los dos perros pastores belgas que protegen la vivienda le saludan como si le conocieran; uno de ellos incluso coge un objeto con la boca y se lo lleva para invitarle a jugar con él. 

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