Los musulmanes de todo el mundo coinciden en una sola esperanza para este Ramadán: que la guerra de Gaza termine. Este año, al avistar la luna creciente que da inicio al mes sagrado del islam, entre el domingo y el lunes, las oraciones tendrán un mismo destinatario. Todo este periodo de reflexión y caridad se centrará en los palestinos de la Franja de Gaza. Mientras miles de ciudadanos alrededor del globo romperán el ayuno cada día con una copiosa cena a la caída del sol, en el enclave palestino, los gazatíes ya mueren de hambre tras más de cinco meses de asedio israelí. La intensificación en las últimas semanas de las conversaciones entre las partes, mediadas por Qatar y Egipto, no ha traído el ansiado alto el fuego a la asfixiada población de Gaza.
El Ramadán se caracteriza por ser un período de mayor adoración, caridad y buenas obras. Además, implica grandes encuentros familiares. Pero, en la Franja, la guerra de Israel y la falta de alimentos ya han forzado a la población a ayunar desde hace semanas. A su vez, prácticamente todas las familias deberán enfrentarse a más de una silla vacía en la mesa, ya que la agresión israelí ha provocado la muerte de al menos 30.960 palestinos. El 70% de las víctimas mortales son mujeres y niños.
Temores regionales
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El colapso de las negociaciones que se marcaron como fecha límite el inicio del mes de ayuno ha puesto en mayor alerta a toda la región. Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre, que acabó con la vida de 1.139 israelíes, la violencia se ha extendido por todo Oriente Próximo con escaramuzas diarias en el sur del Líbano, bombardeos en Siria e Irak, y enfrentamientos en el mar Rojo frente a las costas de Yemen. Pero si continúan los ataques sobre Gaza en pleno mes sagrado, supuesto tiempo de paz y tolerancia, hay un riesgo aún más elevado de que la región acabe de arder.
El presidente de EEUU, Joe Biden, ya alertó esta semana que se podría llegar a una situación “muy, muy peligrosa” si no se llegaba a un acuerdo antes del Ramadán y ha dicho que conseguirlo “parece difícil”. Las advertencias de los israelíes así lo indican. Este sábado el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, el teniente general Herzi Halevi, y su homólogo en Shin Bet, Ronen Bar, han aprobado “los planes de continuación de la guerra”. El mes pasado, el miembro del gabinete de guerra Benny Gantz dijo que Israel iniciaría las operaciones terrestres en Rafah, en el extremo sur de Gaza, si los rehenes restantes no eran liberados antes del inicio del mes sagrado musulmán. Un millón y medio de palestinos desplazados se han refugiado en tiendas de campaña en esta localidad fronteriza con Egipto. Muchas organizaciones humanitarias han alertado de que la entrada de las tropas israelíes en Rafah provocaría un “baño de sangre“.
Choques en las negociaciones
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Conscientes de estos riesgos, los mediadores internacionales esperaban una tregua a tiempo para el Ramadán. Aunque no se descarta que las negociaciones continúen durante el mes sagrado, al cierre de esta edición, no ha habido avances. El marco del posible acuerdo incluye un alto el fuego de seis semanas durante las cuales Hamás liberaría a alrededor de 40 rehenes israelíes que siguen en cautiverio. A cambio, Israel excarcelaría a los presos palestinos de sus cárceles, donde muchos permanecen sin haber pasado por un juicio ni una acusación formal. Este período de cese de hostilidades permitiría la entrada de más ayuda humanitaria para paliar las catastróficas condiciones en las que viven los 1,9 millones de gazatíes desplazados.
Semanas de negociaciones no han acercado las dos posiciones. Los representantes israelíes, que no han estado presentes durante los últimos días en la mesa reunida en El Cairo, han exigido al grupo palestino que presente una lista con los cautivos aún vivos. La delegación de Hamás ha aclarado que, por cuestiones logísticas, le es imposible proveerles de esa información debido a los apagones de comunicaciones y a la variedad de grupos locales que tienen rehenes en su poder. Además, los negociadores de Hamás han exigido que el alto el fuego sea definitivo, y no temporal, y reiteran que se permita el retorno de los desplazados a sus hogares en el norte. Pero Israel se niega e insiste en la importancia de entrar en Rafah para cumplir con su objetivo de “aniquilar al grupo palestino”, ya que allí se encuentran sus últimos batallones.
Al Aqsa, bajo el foco
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A Israel le preocupa que Hamás esté retrasando deliberadamente las negociaciones para usar el Ramadán para exacerbar las tensiones en la región. El grupo palestino está “atrincherado en su posición de que no quiere un acuerdo” y está “esforzándose por encender la región durante el Ramadán a expensas de los residentes palestinos de Gaza”, según ha informado el jefe del Mossad, David Barnea, al líder de la CIA, Bill Burns, este sábado en una reunión. El portavoz de las Brigadas Al Quds de la Yihad Islámica Palestina, Abu Hamza, pidió la semana pasada que el mes sagrado fuera un “mes del terror”. Por su parte, Hamás ha convocado una marcha hacia la mezquita Al Aqsa de Jerusalén el primer día de Ramadán. Este complejo en la ciudad santa es sagrado tanto para judíos como musulmanes y ha sido históricamente un punto de tensión entre ambos grupos. De alguna forma, Hamás se considera el guardián de Al Aqsa y Jerusalén. “Operación Inundación de Al Aqsa” fue el nombre del grupo palestino para su ataque del 7 de octubre.
Durante el mes sagrado del islam, miles de fieles acuden a rezar a esta mezquita. Para evitar mayores tensiones y pese a la oposición de los sectores ultra de su Gobierno, el primer ministro de Israel, Binyamín Netanyahu, ha retirado cualquier restricción a la oración. Lo que ocurra en Al Aqsa puede tener graves consecuencias en Gaza, como ya ocurrió durante el Ramadán de 2021. Entonces, los enfrentamientos entre fieles musulmanes y la policía israelí provocaron el lanzamiento de cohetes desde el enclave que desembocaron en una guerra de 12 días. Hasta el último minuto, la maquinaria diplomática funciona a máximo rendimiento para evitar que la situación siga empeorando. La población de Gaza podría ver agudizadas sus penurias.