Poco más ha podido hacer el Barça para salir victorioso y con una golosa ventaja del Estadio Diego Armando Maradona esta noche. 70 primeros minutos buenos, muy buenos en algunas fases. Pero tras el gol de Lewy (uno más), Osimhen castigaba en el primer tiro a puerta napolitano. 1-1 y todo abierto para una vuelta de alto voltaje.
[–>Día casi de verano en Nápoles. Turistas bañándose en la playa, los Aperols merodeando por cualquier esquina de la vetusta ciudad partenopea. Por mucho que sigas yendo a esta joya del sur de Italia parece que esté anclada en los 70.
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Y en medio del caos aparecía el Barça en el Diego Armando Maradona. Con las tiendas abarrotadas (eso tampoco cambia) de las camisetas Buitoni de Maradona, gritos, motos de tres sin casco. La ley de la selva, vamos.
EL ONCE ESPERADO
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Centrándonos en el juego, Xavi cumplía un poco con lo previsto. ‘Protegía’ a Cubarsí y tiraba de veteranía con Iñigo y Araujo. Kounde en derecha, Cancelo ‘afincado’ a pierna cambiada sin Balde. Lamine ocupando el extremo y ‘rompiendo’ otro récord de precocidad (esta vez como jugador más joven en participar en una eliminatoria de Champions con 16 años y 223 días).
El Barça salía a asfixiar. Muy buena puesta en escena de los de Xavi. Presión alta y armonizada que pretendía (y lograba) provocar pérdida en salida de un cuadro de Calzona que no renunciaba, aun así, a salir por abajo. Las dos primeras de Lamine, bastante claras, llegaron con sendos robos de un Gündogan hiperactivo. La primera, a las nubes; la segunda, la sacaba bien Meret.
OCASIONES PARA UN MAYOR BOTÍN
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Lewy tenía otra clara tras un gran pase de Pedri, pero remataba al lateral de la red demasiado escorado. Aún tendría dos claras más el cuadro barcelonista. Otra del ‘9’ y un mísil de ‘Gundo’ que repelía el arquero italiano como buenamente podía.
A partir del 30’, paso atrás (lógico) del Barça y el Nápoles que podía sacudirse la presión. Pero sin ocasiones. Ter Stegen ni intervino en los primeros 45’. La lástima, no haber tenido premio en el buen arranque. Eso sí, parecía, por lo menos por momentos, recuperar el equipo aquella fiabilidad defensiva que fue tan vital el curso pasado. Impecables Iñigo y Araujo y a gran nivel Cancelo con todo el carril izquierdo para él.
LEWY, ‘ON FIRE’
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Arrancaba la segunda mitad con la misma versión agresiva del Barça en la presión. Xavi, ante el buen resultado de los primeros 20-25 minutos, probaba de nuevo con intentar asfixiar la salida de los de Calzona. Y no tardaba en llegar la primera. Recuperación, contraataque rápido, Lamine que cedía por dentro para Gündogan y el germano dispara manso a las manos de Meret.
Faltaba esa lucidez a la hora de definir únicamente para poner el broche a un buen encuentro hasta ese momento. Y ese premio ansiado llegaba justo a la hora de partido. Asistencia deliciosa por dentro, filtrada, de Ilkay (qué partidazo) y Lewy, de espaldas, en esa posición que tanto le gusta, se revolvía y ajustaba su remate lejos esta vez de Meret. Es alucinante cómo ha activado la llegada de Vitor Roque al polaco. Son cuatro goles en los últimos tres partidos y ocho en lo que va de 2024.
PRIMER TIRO A PUERTA Y GOL
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Pero este Barça, además de haber perdido solidez atrás, también ha perdido contundencia. Y esa pizca de suerte. Un pase filtrado por dentro de Anguissa lo recibía Osimhen, se revolvía (demasiado fácil) ante Iñigo y convertía el 1-1. Primer tiro a puerta, primer gol. Era el 78’. Nada más marcar, el nigeriano abandonaba el verde.
FANTASMAS AL FINAL
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Después de unos primeros 75 minutos muy flojos y sin generar nada, el cuadro de Calzona se lo creía. Al Barça le entraban los ‘fantasmas’ que llevan sobrevolando toda la temporada y daba un paso claro atrás. Sin tampoco mucho, el Nápoles merodeaba el área de Ter Stegen una vez y otra. Simeone tenía una, Anguissa otra clara de cabeza.
Xavi metía a Romeu y a Joao Félix, que regresaba tras la lesión. Antes lo había hecho Raphinha. Pero había nervios. Koundé perdía dos balones seguidos. El cuadro culé parecía que pedía a gritos el empate después de haber hecho mucho más para salir con un mayor botín.
Y aún tenía Gündogan (lo merecía) un disparo clarísimo que rozaba el palo. Todo pendiente para la vuelta.