El ministro de Agricultura español, Luis Planas, confía en obtener este próximo lunes, en el Consejo de Ministros de la Unión Europea (UE), el apoyo de su homólogo francés, Marc Fesneau, en la defensa de las denominadas cláusulas espejo, con las que ambos países aspiran a poner coto a la competencia desleal de productos cultivados fuera del territorio comunitario, pero que muchas veces, en sus lugares de origen, no se han producido bajo los mismos criterios ambientales. “No contamos todavía con una mayoría cualificada para poder exigir su aplicación, pero además de tener el apoyo de Francia, también tenemos el del Parlamento Europeo, que en su momento votó a favor de la medida”, ha mencionado Planas en una comparecencia este martes en el pleno del Senado.
Además del asunto de las cláusulas espejo, el ministro llevará a Bruselas un paquete de nueve peticiones de reforma con las que espera atender las demandas de los agricultores y ganaderos españoles, que este jueves tienen previsto llegar con sus tractores ante la misma sede del ministerio.
Entre las medidas que España considera prioritarias, y que el ministro ha recordado en su intervención en el Senado, figuran la revisión de las directivas sobre prácticas comerciales desleales, la petición de que se derogue este 2024 la rotación de cultivos prevista en la política agraria común (PAC), la supresión de la obligación de dejar superficies no productivas o en barbecho, la eliminación de la exigencia de la foto georreferenciada en la declaración de la PAC y la ampliación del catálogo de ecorregímenes para tener en cuenta a las zonas especialmente áridas y la de que el cuaderno digital sea voluntario. Además, Planas insistirá en cambios a corto plazo en la condicionalidad reforzada (una de las cuestiones más controvertidas de la última reforma de la PAC) y en introducir flexibilidades en los planes estratégicos.
Las llamadas cláusulas espejo son las condiciones de reciprocidad que los agricultores de países como España y Francia piden incluir en los acuerdos comerciales que la Comisión Europea negocia con terceros países que cuyos productos se importan a la UE. Estas cláusulas espejo suponen exigir que el producto que se importe a un país de la Unión Europea lo haga “en las mismas condiciones” que se imponen en la producción a los agricultores y ganaderos de los Veintisiete. Esto supondría que las normas ambientales, sanitarias y de bienestar animal, entre otras, que un agricultor o ganadero español haya tenido que cumplir para poder vender su producto también le sean exigidas a los productos que se importen de otros países.