Rocco Siffredi es la polla. O, más concretamente, “la polla de la cultura popular”. Así lo define la ‘showrunner’ de la serie sobre su vida que el próximo 6 de marzo llega a Netflix, la guionista Francesca Manieri. Compuesta de siete episodios, tres de los cuales acaban de ser presentados en la Berlinale, ‘Supersex’ relata cómo un chaval procedente de una familia pobrísima de la costa este de Italia se convirtió en la estrella del porno más famosa del mundo, y a lo largo de cuatro décadas acumuló una filmografía como actor compuesta de más de 1.400 películas -títulos como ‘El detective anal’ y ‘Crema batida’-, unas 4.000 compañeras de rodaje, varias retiradas en falso y algunos periodos de adicción al sexo. “Este trabajo te atrapa y te absorbe, son 300 días al año sin hacer otra cosa”, explica en Berlín Siffredi, que en mayo cumple 60 años. “Pero, aunque sigo teniendo facultades físicas plenas, actuar es cosa del pasado”.
Al principio de ‘Supersex’, precisamente, Siffredi (Alessandro Borghi) declara públicamente: “El porno se ha acabado para mí. Me retiro”, -el anuncio sucedió tal cual durante una convención sobre cine para adultos celebrada en París en 2004, aunque la retirada no llegó hasta 2016-, e inmediatamente después, frente a una multitud de periodistas y fans que vitorean, empotra a una aspirante a actriz que se cruza en su camino. A partir de ahí, ese primer episodio procede a relatar cómo el llamado “semental de Fuensanta” llegó a serlo, empezando por una infancia marcada por la marginalidad, un entorno inmisericorde y una educación machista y católica.
El joven Rocco descubrió el sexo con 12 años de la mano de una fotonovela titulada precisamente ‘Supersex’, sobre un extraterrestre proveniente del planeta Eros dotado de un miembro descomunal, y comprendió que él tenía el mismo superpoder. Instalado en París años después, en un club sexual parisino conoció al actor protagonista de aquellas páginas, la estrella pornográfica francesa Gabriel Pontello, que lo introdujo en el negocio. “Supe que aquella era la oportunidad de mi vida”, recuerda ahora. “No puedo expresar la alegría que sentí”.
Adoptó su nombre artístico inspirándose en el personaje que Alain Delon interpreta en la intriga mafiosa ‘Borsalino’ (1970), un gánster llamado Roch Siffredi, y agarrado a él emprendió un viaje que lo llevó a trabajar en Los Angeles junto a la leyenda del porno John Leslie y el productor John Stagliano; esa parte, eso sí, se relata en los capítulos de ‘Supersex’ no mostrados en el certamen alemán. “Yo he visto la serie completa y ha sido una experiencia emocionalmente intensísima”, confiesa Siffredi. “He revivido momentos de alegría y de dolor, mucha felicidad y también mucho sufrimiento. Consagré mi vida a aquello para lo que nací, y me lo he pasado en grande todo este tiempo, pero me doy cuenta de que pagué un precio altísimo”.
Recuerdo a su madre
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Entre todas las mujeres que han pasado por su vida -lleva 30 años casado con la exactriz y modelo para adultos húngara Rosa Caracciolo, con quien tiene dos hijos-, el actor destaca sin dudar un instante a su madre, Carmela, que muchos años atrás había tratado de convencer a su hijo para que se hiciera cura. “Fue importantísima para mí porque no me juzgó, respetó mi vocación y me animó a que me comiera el mundo, a que me lo follara”, explica, haciendo gala del mismo gusto por la automitificación que ya dejó claro en el documental ‘Rocco’ (2016), en el que se presentaba como un hombre atormentado –“tengo al diablo entre las piernas”, declaraba— y esclavo de su propio personaje.
Similar tendencia a la épica y el grandiosismo se detecta en ‘Supersex’, de la que Manieri afirma que plantea una reflexión sobre “la deconstrucción de la masculinidad”, y desarrolla: “Planteamos cuestiones sobre la relación desigual que los géneros mantienen, y sobre el nivel de toxicidad que hay en esta relación, para dejar clara la necesidad de que cambie el paradigma cultural”. Tal vez sus palabras sirvan para explicar que la serie -que incluye desnudos femeninos, pero ningún plano de lo que su protagonista tiene entre las piernas- parezca funcionar a modo de fantasía masculina, a través de momentos como una conversación trascendental que Rocco y su hermano mantienen mientras dos trabajadoras sexuales les practican la felación o escenas en las que mujeres no necesitan más que dos segundos de penetración para tener sonoros orgasmos.
Escenas “consensuadas”
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En su metraje también aparece recreado un polémico fragmento filmado hace años en el que Siffredi introducía la cabeza de una actriz en un retrete mientras la penetraba. “Todas las escenas que he rodado han sido consensuadas, y nunca he sentido que estuviera abusando de nadie o maltratando a nadie”, asegura el actor, uno de los máximos representantes de ese porno duro que incluye bofetones, escupitajos, cuellos estrujados y rostros femeninos cuya expresión parece más cercana al dolor que al placer. “Ese tipo de porno se puso de moda porque la gente quería verlo, y ni lo inventé yo ni lo aprendí solo. Actualmente, muchas chicas adoptan el papel dominador en ese tipo de pornografía; yo mismo he sido un objeto para las mujeres, y estoy orgulloso de ello”.
¿Y qué opina el actor de cine para adultos más famoso de la historia tanto de la ubicuidad que la pornografía ha llegado a alcanzar como en los efectos que puede tener sobre la idea que consumidores demasiado jóvenes lleguen a tener del sexo? “Nunca entendí que no se establecieran mecanismos de control de la pornografía en internet desde el principio, y es cierto que eso ha dado como resultado una generación que tiene una visión distorsionada del sexo y el amor”, responde. “Y no me parece que esté bien, pero no siento que ni yo ni mis colegas debamos sentirnos responsables. Nosotros hacemos cine para adultos, y no está en nuestra mano impedir que los menores accedan a él”.
‘Supersex’ no pretende contribuir a ese debate pero, explica, puede ayudar a su público a entender las dificultades que entraña llegar a ser una estrella del porno. “A mi academia llegan chicos esperando encontrar un harén de mujeres desnudas a su disposición”, comenta en referencia a la Siffredi Hard Academy, autoproclamada como la primera “universidad del porno”. “Páginas como Onlyfans les han hecho creer que este negocio es ideal para hacerse famoso y ganar mucho dinero de forma rápida y sencilla. Están muy equivocados”.