Fue justo después de que se constituyera la Mesa del Congreso presidida por Francina Armengol, en las antípodas de lo que dicen y representan los sargentos de la vieja guardia socialista. El diputado Carlos Floriano se puso en contacto con Ester Capella, a la que conocía del Congreso. En lo personal se llevaban bien. Como tantos otros diputados de signo radicalmente opuesto. Rufián tiene una relación distante pero amable con Abascal. Jamás han comido juntos pero se saludan respetuosamente cundo se cruzan por los pasillos del Congreso. En cambio, con Ortega Smith ni media palabra. Ni la más mínima cordialidad.
No es raro que diputados de ERC y el PP se lleven bien en la distancia corta. Ni insólito. Tardà se reía a carcajadas con Paco Camps. Y Floriano se lleva bien con Teresa Jordà. De hecho, Jordà se lleva bien con todo el mundo. Es su carácter. Aunque Floriano no llamó primero a Jordà si no a Ester Capella, para pedirle el teléfono de Jordà. Y le propuso, con toda claridad, un encuentro formal del PP con Gabriel Rufián, presidente del grupo parlamentario de ERC. Es más, le rogó a Jordà para que se concretara el encuentro. E insistió en ello amablemente ‘ni que sea por decoro parlamentario’. Era cuando Feijóo andaba con el paripé de la investidura que le facilitó el Rey Felipe VI, aún a sabiendas de que las posibilidades eran nulas pese a las veces que repetía el candidato del PP que era él el vencedor de las elecciones. Igual por eso insistía tanto en que se repitieran.
Teresa Jordà le dijo de buenas a primeras al bueno de Floriano, que era solo el recadero, que lo veía crudo. Pero que, en cualquier caso, trasladaba su petición a la dirección de ERC. La respuesta fue tajante: ‘No nos vamos a reunir para hablar de la investidura de Feijóo con un partido que va de la mano de Vox’. Por entoncex, Vox y el PP ya habían sembrado de pactos la geografía española. Por ejemplo, en las Baleares de Armengol, con un acuerdo absoluto en lo que respecta a cargarse el catalán como lengua vehicular en las aulas.
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Hoy, desde el PP, reconocen la propuesta de Floriano. Pero niegan cualquier negociación para la investidura. ¡Pues claro que no hubo negociación para investir a Feijóo como sí la hubo con las huestes de Puigdemont! Y ciertamente no la hubo porque ERC se negó en redondo y rechazó el encuentro. No por falta de ganas del PP que, como cada día está más claro, tiró cables a discreción.
No debería ser un problema que hubiera un canal abierto de todos con todos. Debería ser lo normal. Claro que el PP anda de la mano de una derecha que tiene como propuesta electoral ‘incendiar’ Catalunya. Y que en su dirección se ha impuesto el aznarismo. Por no decir que, en las últimas semanas, no dudaban en los mítines de Colón –antes se concentraban en la plaza de Oriente- en equiparar terrorismo a independentismo. De esa guisa, pretender reunirse para votar a Feijóo –junto a Vox- como si fueran tan amigos, pues como que no.