Muchos tipos de plantas son confundidas con las llamadas “malas hierbas”. Estas crecen de manera silvestre en nuestro jardín y se expanden sin control, por lo que su cultivo no es habitual. Sin embargo, algunas de estas plantas contienen grandes beneficios para la salud de las personas y del resto de plantas de tu zona verde.
Perteneciente al género Urtica, las ortigas son plantas de la familia de las urticáceas. Gran parte de estas plantas se caracterizan por tener unos pelos urticantes que liberan una sustancia alcalina que puede producir inflamación en la piel. Por este motivo, suele confundirse con una mala hierba, a pesar de sus propiedades medicinales.
Las ortigas aportan varios nutrientes como vitaminas A, C y K, así como varias del grupo B. Además, también aporta minerales como hierro, calcio, magnesio, potasio, fósforo, sodio y otros más. Esta planta se utiliza para tratar la anemia, y también a nivel dermatológico por problemas de debilidad en el cuero cabelludo. También tiene un poder antiinflamatorio, histamínico y analgésico, entre otras afecciones.
La planta de la ortiga también es un gran aliado para enfrentar las plagas de insectos que pueden aparecer en nuestro jardín. Para elaborar un pesticida casero con esta planta, necesitarás un litro de agua y 20 gramos de ortiga seca o 100 gramos de ortiga fresca cuando no esté en flor. Primero, macera la hierba con un palo y añade agua, remueve durante dos semanas en invierno o diez días en verano en un envase tapado. Cuando el agua deje de hacer burbujas, estará fermentada y lista para usar rociándolo en las plantas.