Los Sanfermines de 2016 quedaron marcados por el caso de La Manada, la agresión sexual que sufrió una joven por parte de cinco chicos durante las famosas fiestas. El suceso, que copó titulares en los medios, dio pie al primer #MeToo español y provocó una masiva respuesta social de protesta. Más de siete años después, Netflix da voz a la víctima, y a la chica que denunció al mismo grupo por unos hechos cometidos en Pozoblanco, en la película documental ‘No estás sola: la lucha contra La Manada’, que estrena este viernes 1 de marzo.
“Las víctimas supervivientes y las personas que las apoyaron y acompañaron en aquel momento no habían tenido nunca un espacio para hablar. Nadie había escuchado su vivencia. Esta película documental les da voz por primera vez”, resaltan Almudena Carracedo y Robert Bahar, los directores de este trabajo, que incluye declaraciones de profesionales que acompañaron a la víctima de los Sanfermines (policías, abogados, fiscal, trabajadoras sociales), periodistas y del alcalde de Pamplona, Joseba Asiron. “Para los participantes de esta historia el tiempo que ha pasado desde la sentencia del Supremo ha sido clave: la mayoría no quisieron hablar antes de ahora”, recuerdan los cineastas.
Ellos sí renunciaron a hablar con los abogados defensores de La Manada que, “en el pasado, contaron con numerosas oportunidades para compartir su testimonio”, consideran. Aquí, aparecen en imágenes de archivo. “El documental está hecho con casi cinco años de perspectiva, con hechos probados establecidos por los tribunales y con una sentencia firme del Tribunal Supremo. Esa película no trata de contrarrestar versiones para establecer un juicio”, se justifican.
Nombres ficticios
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Los directores han estado en continuo contacto con los familiares de la víctima de la agresión de los Sanfermines, que prefirió no participar de forma directa. En la película su nombre ficticio es Lucía y sus palabras proceden, “textualmente, de sus declaraciones judiciales y de dos cartas que envió a la prensa”. La actriz Natalia de Molina es la que le pone voz. “Solo quería que pasara y cerré los ojos para no enterarme de nada”, se le escucha relatar rememorando cómo vivió la chica los traumáticos hechos.
La joven que sufrió la agresión de La Manada en Pozoblanco, que en el documental le asignan el seudónimo de Paloma, sí que les concedió una entrevista y la actriz Carolina Yuste dobló sus palabras reales. Ambas víctimas abordan, por ejemplo, la angustia extra que les generó convertirse en el foco de atención y sentirse juzgadas en un caso en el que algunos abogados defensores pasaron de plató en plató y hasta un periodista lanzó una encuesta sobre si fue violación o sexo consentido, lo que lleva abordar el papel de los medios.
“En muchos casos, el deseo de contar todos los detalles, incluyendo los no necesarios para establecer que se ha cometido un hecho delictivo, revictimiza a las víctimas y no contribuye tanto a analizar la situación en su conjunto. En este caso y muchos otros hay una reflexión profunda que hacer sobre esto, sobre nuestra responsabilidad colectiva e individual ante ese equilibrio entre qué tiene que saber el público o qué puede revictimizar a una víctima”, reflexionan Carracedo y Bahar, que han necesitado más de tres años y medio de rodaje para elaborar este trabajo.
El equipo revisó más de mil horas de material archivo y grabó más de 60 horas de entrevistas. Muchas de ellas hacen referencia al punto de inflexión que marcó el caso. “Lo que distingue a esta historia de las miles de terribles historias de violencia sexual que vivimos las mujeres fue lo que surgió de ella: la emocionante y masiva respuesta social”, destacan los directores.
#Cuéntalo y #SeAcabó
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“Este caso fue la gota que desbordó el vaso y llevó a miles de personas a manifestarse, impulsó la concienciación de toda una generación sobre el consentimiento y sobre la violencia sexual contra las mujeres y generó el #Cuéntalo (el #MeToo español y antecedente del #SeAcabó), donde miles y miles de mujeres contaron por primera vez a través de las redes sociales sus experiencias de agresiones sexuales”, recalcan los cineastas, que esperan que este trabajo sirva “para reducir” este tipo de casos y “afrontarlos con más sensibilidad y apoyo en el futuro”.
Para ellos era “importante subrayar que en la película hay un tercera víctima que trágicamente no sobrevivió: Nagore Laffage“, asesinada en los Sanfermines de 2008. Su madre, Asun Casasola, habla de la muerte de su hija y de cómo volvió a revivirla cuando saltó el caso de La Manada. Porque Nagore, como a otras muchas mujeres que han muerto por culpa de la violencia machista, ya no puede poner su propia voz.