El sorprendente pero, dicen, meditado desplante de Xavi Hernández al Barça, su repentina pero muy estudiada ‘dimisión en diferido’, el adiós aplazado con fecha de activación y, sobre todo, la contundencia y seguridad expresada por el ‘mister’ en el momento de comunicar que no cumpliría el año que le queda de contrato, pillaron desprevenido a Joan Laporta y, lo que es peor, a Deco, el Director Deportivo que, como mínimo, debería intuir algo si es que, como dice, comparte tantas charlas y horas de trabajo con el entrenador de Terrassa.
La sorpresa ha terminado convirtiéndose en el peor dolor de cabeza de Laporta y, por consiguiente, en un auténtico problema que añadir a la incertidumbre y caos que rodean todo lo que hace referencia al Barça. El club como club, el presidente como presidente y el Director Deportivo como eje central de la política deportiva no tuvieron respuesta, ni contundente ni convincente, al desplante anunciado por el entrenador.
Sorpresa brutal
[–>
Peor aún, todo ha sido debilidad, fragilidad, incertidumbre, silencio, desconcierto. Primero, porque ni sabían ni intuían nada. Segundo, porque ha sido Xavi, como ocurre en muchos de los temas que sorprenden a la directiva, quien ha llevado la iniciativa y liderazgo en su adiós. Tercero, porque lo único que se le ocurrió al presidente, que fue el segundo en enterarse pues el primero fue su cuñado Alejandro Echevarria, amigo de Xavi, fue aceptar el plan del técnico “porque se trata de una leyenda”. Y, cuarto, Laporta fue incapaz, aquella misma noche, de convencer a Xavi para que desistiese de su adiós y todo lo ocurrido, a partir de aquel anuncio, ha sido una lluvia de despropósitos.
En el ‘caso Xavi, el Barça debería haber demostrado la fortaleza de la que carece. Laporta o Deco (hubiese resultado poco creíble que lo hiciese Rafa Yuste, vicepresidente deportivo) deberían haberle agradecido a Xavi los servicios prestados y no ponerse a llorar como han hecho. Te vas, estupendo, buen viento y barca nueva. Nos ponemos a buscar tu sustituto ¡ya mismo!
Xavi no lo ha dicho, ni lo dirá, pero si leen a los que hablan con el ‘mister’ o conversan con su entorno, sabrán que las razones por las que el señor Hernández se va son, en parte, por club de Laporta y su ‘camarote’, no solo por culpa de la crítica. Xavi cree que no existe unidad total en la estructura deportiva. Xavi, aunque tarde, se ha dado cuenta de que el cortoplacismo, impuesto por Laporta y publicitado por él mismo, no parece el mejor camino para construir un proyecto ganador. Y, por descontado, Xavi sabe, porque en el Barça se sabe todo, que buena parte de los que rodean a Laporta, incluso alguno de los miembros del ‘camarote’, le han llenado la cabeza de pájaros contra él.
“La decisión de irse fue de Xavi. Si cambia de opinión, estamos dispuestos a hablar sobre su continuidad”
[–>
El día de ayer estuvo repleto de un ruido ridículo, esperpéntico, bobo, tristísimo para la imagen del club, pues se dijo que Laporta y Yuste le habían implorado a Xavi que cumpliese su contrato. Es más, Deco, en declaraciones a Catalunya Radio, no desmintió que no pudiesen replantearse “siempre que Xavi lo pida” la posibilidad de que Hernández siguiese, “pues no fuimos nosotros quienes le pedimos que se fuese el 30 de junio”.
Es evidente que todo esto demuestra, de nuevo, la debilidad, la tremenda debilidad, en la que está inmerso, en todos los sentidos, el ‘més que un club’. Sin ir muy lejos, la persecución que se le está haciendo a Alexia Putellas, promoviendo que es más española que culé para forzarla a renovar en las condiciones que no quiere, es otra prueba de las malas artes del club.
El tsunami previsible
[–>
Cuando algunos dijimos que, queriendo o sin querer (cada uno tiene su opinión al respecto), el anuncio de Xavi provocaría un auténtico tsunami de ruidos, rumores, noticias falsas y situaciones delicadas en los últimos meses de temporada, teníamos razón. Y a las pruebas me remito.
Xavi actuó en su beneficio, tratando de hacerse con las riendas de su presente y futuro y, sobre todo, provocando una reacción, no en la plantilla sino en el palco, que ha terminado por tener de rodillas a Laporta, que ha empezado a lanzar tinta de calamar en un intento de evitar que los pocos culés que van a Montjuïc acaben cantando “¡Xavi, sí; Laporta, no!”, que sería el punto de partida de la madre de todas las batallas.
No hace falta esperar a la próxima conferencia de prensa de Xavi, previa a la visita dominical a San Mamés, para saber, para confirmar, que el ‘mister’ se irá el próximo 30 de junio. Alguien que ha hablado con tal rotundidad sobre la necesidad de irse, de liberarse de semejante peso (cuenta que la familia tiene mucho que ver en este desenlace, mucho), de dejar de sufrir, de volver a sonreir, no puede desdecirse ni siquiera ganando LaLiga y la Champions.