Labor shame at Camp Nou

Finally, the Labor Inspection accredits the certainty of EL PERIÓDICO’s repeated complaints about the serious labor irregularities that have been taking place in the remodeling of the Camp Nou. For more than half a year, this medium has detailed abusive practices such as paying below the agreement, quoting for fewer hours, extending the working day or hiring irregularly. A way of proceeding that has turned the modernization of one of the most emblematic spaces in Catalonia into an unacceptable work hell.

Barça commissioned the renovation of its stadium the Turkish construction company Limak, in a surprising decision because this was a completely unknown company in our country. In its debut, the Turks took little time to resort to the traditional subcontracting pyramids, transferring the execution of the work to dozens of SMEs. A practice that makes it easier to increase margins at the expense of degrade labor relations. While waiting for the opinions of the authorities, we can draw some conclusions from this episode.

Así, ante la creciente complejidad de la actividad económica es cada vez más imperiosa la necesidad de una buena regulación e inspección. En este sentido, se está a la espera de trasponer a nuestro ordenamiento la directiva comunitaria para unas condiciones laborales transparentes, pendiente de aplicación desde agosto de 2022. Una iniciativa europea para evitar la indefensión del empleado en casos como el que nos ocupa. 

A su vez, prácticas como las denunciadas perjudican mucho la imagen de un empresariado que, mayoritariamente, desarrolla dignamente sus responsabilidades. Sin embargo, tiende a callar demasiado ante prácticas abusivas de unos pocos que deterioran la imagen de todos. A menudo, critica justamente a las administraciones por su innecesaria o excesiva regulación, pero también debería alzar su voz contra las prácticas amorales de otras empresas. Una falta de ética que se multiplica cuando grandes corporaciones, como puede ser el caso de Limak u otras por todos conocidas, recurren a prácticas abusivas y simultáneamente, a menudo de la mano de prestigiosas escuelas de negocio, diseñan políticas de supuesta responsabilidad social con las que disimular su verdadera personalidad.  

El Barça puede argumentar que la responsabilidad legal recae sobre Limak. Y es cierto, pero por encima de la estricta legalidad, no se puede renunciar a la ética, por lo que resulta muy lamentable que el club, conocedor de lo que sucede en su estadio, siga mirando hacia otro lado. Además, la entidad se precia de ser más que un club de fútbol, para considerarse como una de las referencias troncales de la personalidad catalana desde hace más de un siglo.  

La duda razonable es si este caos laboral se da tan solo en la remodelación del Nou Camp. Lamentablemente, no estamos ante una excepción turca. Por ello, la magnitud y trascendencia de lo que sucede en el estadio culé debería servir para acabar radicalmente con estos hechos. Una sociedad decente no puede quedarse tan tranquila y tampoco puede esperar que sean los medios más comprometidos los que se lancen a destaparlos.

Todo ello lleva a felicitar aún más a EL PERIÓDICO por averiguar y denunciar unas prácticas propias de unos tiempos que creíamos superados. Pese a lo miserable de los hechos, me quedo con el agrado de que el buen periodismo sigue teniendo todo su sentido. Especialmente si aspiramos a esa sociedad decente.

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