“La vida y la salud de miles de millones de personas están hoy en peligro por el cambio climático“. Es la contundente frase inicial de un estudio científico que ha revelado que la esperanza de vida media en el ser humano puede verse reducida en seis meses a causa del calentamiento global.
El documento, publicado en la revista ‘ PLOS Climate’, señala que las afecciones a la salud pueden llegar por tanto por impacto directo de las temperaturas o los desastres naturales (inundaciones, olas de calor…), como de modo indirecto, a través de alternaciones del medio ambiente que provocan, entre otros efectos, enfermedades respiratorias o mentales.
Amit Roy, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Shahjalal y la Nueva Escuela de Investigación Social, ha investigado el efecto del cambio climático en la esperanza de vida, que se utiliza generalmente como la mejor métrica para evaluar el estado de salud de una población.
El estudio desarrolló un marco conceptual que vincula las vías directas e indirectas por las cuales el cambio climático afecta la salud, algo hasta ahora no estudiado.
El autor estimó el efecto del cambio climático en la esperanza de vida examinando datos transnacionales de 191 países que cubren el período 1940-2020 y utilizando el PIB per cápita para controlar las diferencias entre naciones.
Los resultados sugieren que si la temperatura media anual aumenta 1°C, la esperanza de vida al nacer disminuirá 0,44 años (161 días). El aumento de la temperatura afectará aún más negativamente la esperanza de vida al interactuar con el ciclo de las precipitaciones.
Si el índice compuesto de cambio climático, que tiene en cuenta tanto la temperatura como las precipitaciones, aumenta en 10 puntos, la esperanza de vida al nacer disminuirá en 0,50 años. Seis meses.
Las mujeres, más afectadas que los hombres
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El cambio climático, además, reduce “desproporcionadamente” más la esperanza de vida de las mujeres más que la de los hombres, según recoge el documento. Y también más a los ancianos, a los niños y a las personas de los países en desarrollo.
Los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a las condiciones cambiantes son “esenciales” para minimizar los riesgos para la salud asociados con el cambio climático, expone el autor. “Por lo tanto, los países deberían presentar iniciativas inmediatas para contener el aumento de la temperatura global y proteger la salud de la población por causa del cambio climático”, destaca Roy.
Para complementar este enfoque a gran escala, el investigador sugiere estudios futuros localizados que consideren eventos climáticos severos específicos (incendios forestales, tsunamis, inundaciones…), cuyos impactos no pueden capturarse por completo mediante el análisis de la temperatura y las precipitaciones únicamente.
“La amenaza global que plantea el cambio climático para el bienestar de miles de millones de personas subraya la necesidad urgente de abordarla como una crisis de salud pública, como revela este estudio”, destaca Amit Roy.
“Las medidas de adaptación y creación de resiliencia son cruciales para proteger la salud humana en un mundo en calentamiento”, recoge el estudio. Reclama medidas de salud pública, preparación para desastres y mejoras en la infraestructura sanitaria para “incrementar la resiliencia y reducir los riesgos para la salud asociados con el cambio climático”.
Limitaciones del estudio
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Roy juzga “crucial” reconocer ciertas limitaciones asociadas a la estimación del índice de cambio climático, particularmente cuando se consideran varios escenarios que abarcan fluctuaciones tanto en la temperatura como en las precipitaciones.
“En los casos en que la temperatura aumenta y las precipitaciones disminuyen, el índice tradicional puede enfrentar limitaciones a la hora de distinguir entre las contribuciones individuales de cada factor. Es posible que la media geométrica no encapsule completamente el impacto matizado del aumento de la temperatura y la reducción de las precipitaciones en el escenario general del cambio climático”, expone. Esta limitación podría conducir potencialmente a “subestimar la gravedad de ciertos cambios climáticos“.
“En situaciones donde la temperatura disminuye y las precipitaciones aumentan, la media geométrica puede no reflejar claramente la intrincada dinámica en juego. Es posible que el índice no transmita adecuadamente las posibles complejidades que surgen de las diferentes tendencias de temperaturas y precipitaciones”, señala. Esta limitación podría provocar “una representación demasiado simplificada del escenario del cambio climático, pasando por alto la intrincada interacción entre estos dos factores”.
Otro caso: “Cuando tanto la temperatura como las precipitaciones se mantienen dentro de los rangos normales es posible que la media geométrica no distinga eficazmente la ausencia de variaciones climáticas extremas, y que el índice no capture adecuadamente las sutilezas asociadas con las condiciones climáticas estables, lo que podría llevar a un énfasis excesivo en la sensibilidad del índice a los cambios extremos”, apunta. Esta limitación resalta “la necesidad de indicadores o ajustes adicionales al evaluar escenarios de estabilidad climática“.
Estudio de referencia: https://journals.plos.org/climate/article?id=10.1371/journal.pclm.0000339
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