Lo que parecía un simple trámite se le atragantó al Barça. El Levante, equipo al cual golearon en la final de la Supercopa (7-0) hace tan solo unas semanas, consiguió lo nunca logrado en el estadio culé. Por primera vez, las azulgranas se marcharon del césped de su feudo sin una victoria.
El equipo levantino se tomó la revancha y, con el gol de Alba Redondo nada más empezar el segundo tiempo, puso el 1-1 definitivo en el marcador. No había pasado nunca en el Johan Cruyff: el estadio culé solo conocía la victoria de locales. El Levante terminó con un pleno de 79 triunfos consecutivos.
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El Barça, sin embargo, empezó controlando el encuentro a través de las botas de Salma Paralluelo. La aragonesa volvió a vehicular el fútbol de las culés, esta vez ante el Levante, a base de goles y ocasiones. Colocada como referencia en ataque, la ‘killer’ abrió el marcador tras servir ella misma un córner. Combinó con Graham Hansen y desde el balcón del área centro un balón que se fue envenenando. El ataque culé no llegó a interceptar el balón, igual que tampoco lo consiguió Tarazona; y el balón terminó dentro de la red.
Polémica arbitral
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Hay cosas inexplicables y luego está el papel del arbitraje en la liga femenina. Cada partido es una polémica, un error, un fallo inexplicable. Contra el Levante, el Barça vio cómo la colegiada señaló el camino de vestuarios cuando Salma Paralluelo estaba a punto de enganchar el balón en la frontal del área. Era la última acción del añadido y, medio instante después, y el balón terminó dentro. Las jugadoras azulgranas, además de Jonatan Giráldez, fueron corriendo a la colegiada a recriminarle la decisión, pero poco más pudieron hacer.
“No ha sido un buen partido, pero creo que sí suficiente como para ganar”
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El segundo tiempo se reemprendió con un nuevo varapalo para las azulgranas. Tras una pérdida en la salida de balón, el Levante se hizo con el esférico. Con el control, llegó el pase al espacio para Alba Redondo que le ganó la espalda a Irene Paredes y sentenció ante Cata Coll. La de Albacete terminó con el registro de imbatibilidad de la guardameta mallorquina, tras 16 partidos sin encajar.
Demasiada precipitación
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Tras la diana, el Barça se volvió impreciso. Los balones no llegaban a la receptora, las pasadas eran inconexas y los regates nunca superaban a su adversaria. Las culés empezaron a ir contrarreloj. Las prisas, siempre malas compañeras, llevaron a este Barça a precipitarse.
Instaladas en el último cuarto de campo, una y otra vez se acercaron a la portería de Tarazona, pero ya fuera por falta de acierto o por proezas de la guardameta, el gol no llegó. Por primera vez en la historia del Estadio Johan Cruyff, las culés se marcharon a vestuarios tras el encuentro cabizbajas tras encajar el primer empate en su feudo.