-It surprised us all because It is not a regulation, it is a prohibition. That is the nuance and the rise of tone. The initial discourse was that there would be a regulation that would generate certainties and would be accompanied by a deep debate in the educational community. And it has not been an open regulation, but rather a very restrictive one, nor has there been a great debate in the educational community. The measure has been welcomed by some centers that were overwhelmed, but many had already made a living.
“Si la escuela no educa en el móvil, lo hará Elon Musk”
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-Hay centros que lo tenían regulado, pero de forma más flexible, permitiendo su consulta en el patio, por ejemplo.
-Sí, y ahora en el patio estará prohibido.
Que no haya móviles no significa que el patio sea de mejor calidad por arte de magia
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-¿No lo ve pertinente?
-Me parece un buen debate. El patio es un entorno de oportunidad y riesgo. Es un momento de descontrol, por tanto, más abierto a los riesgos, pero que no haya móviles no significa que sea de mejor calidad por arte de magia. Los patios también son espacios educativos y, por desgracia, tenemos unos proyectos de patios muy inmaduros. El patio no es solo ‘salgo de clase, me desahogo y me como un bocata’. ¿Les prohibimos el móvil? Muy bien, pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Les tiramos la pelota y que jueguen a fútbol o lo aprovechamos como un espacio educativo donde pasan cosas, donde aprendemos, donde interactuamos? Algunos centros lo que han hecho es prohibir el móvil, pero ofrecer pimpón, abrir la biblioteca escolar…
Vemos a muchos adultos que van por la calle mirando el móvil y no miran a sus hijos a los ojos
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-Hay centros que ofrecieron esas alternativas antes de prohibir.
-Los jóvenes lo dicen: ‘Miro el móvil cuando me siento solo y estoy aburrido’. Y ese es un mensaje muy potente. Porque o los juzgamos desde la mirada adultocéntrica de ‘son adictos y los tenemos que desenganchar y ya está’ [y José Ramón Ubieto ya lo dice, ‘no son adictos, son amantes’] or we consider that it is our responsibility to accompany them and give them educational alternatives. If it makes us comfortable as a society to prohibit it, let’s do it, but as a first step to start doing things. Half of Catalan schools do not have a school library. I have a bare yard, the library is closed… what do I do? And the same thing happens at home. We see many adults walking down the street looking at their cell phones and not looking their children in the eyes. The ban is a patch on a social challenge that goes far beyond school and is much broader than mobile phones.
La prohibición es un parche a un reto social que va mucho más allá de la escuela y es mucho más amplio que el móvil
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-Es un parche, pero alguna cosa había que hacer hasta que se produzca un cambio más profundo como el que están intentando impulsar las familias organizadas en el movimiento ‘Adolescència lliure de mòbils’.
-Es muy sano que hayan salido estas voces, pero estas familias, en realidad, son las que menos problemas tienen con los móviles. Porque son conscientes; son familias de clase media que acompañan y regulan en casa… Lo que nos preocupa son los entornos de pobreza, y eso trasciende a la capacidad de la escuela.
-Ha cambiado el paradigma de la brecha digital. Antes era entre los que tienen o no acceso a internet, y ahora entre los que tienen o no acompañamiento en ese acceso.
-La brecha real es si el contexto digital te genera oportunidades o te expone a riesgos. Y las capas más vulnerables se llevan la peor parte: la desinformación, el acoso, la soledad… sobre todo en los hogares, donde se producen las situaciones más preocupantes.
-De hecho, el tiempo fuera de la escuela es mucho más largo que el que pasan en ella.
-Y no solo eso. En la escuela estás haciendo algo. El problema en casa es que es una exposición muy prolongada y continuada, nada supervisada y con una barra libre de contenidos, y ahí es donde está el gran riesgo. Los docentes pueden hacer de policía, pero si cuando salen del cole están horas y horas enganchados, no duermen, vienen cansados a clase, han creado grupos con dinámicas tóxicas… y eso es algo que les sobrepasa, por mucho que lo tengan regulado o prohibido.
-¿La prohibición va contra de la equidad?
-Envía un mensaje negativo a la sociedad. Durante muchos años ha habido un mensaje muy tecno-optimista: ‘si llenamos las aulas de máquinas tendremos una mejor alfabetización digital y más oportunidades’, algo que es falso. Sabemos que no correlaciona tener tecnología con los resultados educativos, ni mucho menos. Pero ahora parece que hemos dado un giro de volante al otro extremo. Incluso en la instrucción dice ‘reducir al mínimo el uso del móvil’. Que me parece bien, ya que raramente es una herramienta de aprendizaje; pero lanza un mensaje muy negativo hacia la tecnología, y entiendo que es desconcertante teniendo en cuenta las políticas de los últimos años.
Las clases están llenas de tablets y de portátiles en los que pueden abrir TikTok, y donde ChatGPT les puede hacer los deberes
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-El móvil no es la única pantalla en el aula. De hecho los portátiles que les ofrece el propio Departament les sirven también para usar la gran mayoría de apps…
-Exacto. Las clases están llenas de tablets y de portátiles en los que pueden abrir TikTok, y donde ChatGPT les puede hacer los deberes. Lo de los móviles es un pequeño parche a una demanda social, a un contexto político global y estatal de ‘a ver quién lo prohíbe antes’.
-Pero esa misma tecnología permite también hacer el trabajo que podrían hacer con el móvil, con las tablets, por ejemplo…
-Las tablets son un bluf. ¿Quién las usa hoy día? Como herramienta educativa es muy cuestionable. Un portátil es mucho más constructivo, al final una tablet está pensada para consumir, no para producir, no tiene teclado. Educativamente es muy pobre. En cambio un portátil te permite programar, crear contenido… Es mucho más interesante trabajar con el móvil o trabajar con un portátil que con una tablet.
No podemos ni emborracharnos de tecnología y creer que nos lo arreglará todo, ni prohibirla y verlo como un enemigo
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-Un móvil tampoco tiene teclado…
-Sí, pero es una realidad social. Podemos aceptarla, no aceptarla, cuestionarla, proteger a los centros de esta realidad, pero es su realidad; en cambio, nadie usa tablets.
-¿Qué hacemos ahora con todos los millones invertidos en ellas?
-Aquí ha habido una borrachera tecnológica, después de la pandemia. Una aceleración muy rápida sin tiempo para que los docentes puedan digerirlo y encontrarle un sentido pedagógico. No podemos ni emborracharnos de tecnología y creer que nos lo arreglará todo, ni tampoco prohibirla y verla como un enemigo. Tenemos que encontrar un equilibrio en los usos y ver cuál es el espacio que debe tener la tecnología en la pedagogía. Ahora ha pasado con el móvil, pero puede pasar en breve con otras pantallas.
-¿Cree que pasará?
-Puede pasar. Porque lo que nos preocupa del móvil también está en el ordenador. Prohibir el móvil en el entorno escolar es una parte muy pequeña de una película mucho más grande. O lideramos una buena alfabetización digital crítica desde la escuela o la harán Google o Elon Musk.
Esta cortina de humo de la prohibición nos da una falsa seguridad de que irá bien
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-¿El gran reto ahora es la lucha contra las ‘fake news’?
-Una cosa es aprobar una prohibición, elaborar unos recursos y compartirlos en una web. Pero eso no quiere decir ni que llegue a todo el mundo ni que pasen cosas. Eso requiere un liderazgo profundo y tener claro el modelo de digitalización que quiere Catalunya, y la comunidad educativa ahora no lo sabe. La prohibición no resuelve el problema de fondo, que es que la era digital cuestiona la manera de acompañar a nuestros hijos. Lo digital es real. Nos cuestiona cómo nos relacionamos como personas. ¿Cuál es la motivación que tiene el alumno para aprender? ¿Mira el móvil porque es adicto o porque se siente solo, triste y aburrido? Esta cortina de humo de la prohibición nos da una falsa seguridad de que irá bien; pero el problema es que casi la mitad de los adolescentes están viendo contenidos vinculados al suicidio. Tenemos que coger distancia y no ser tan reactivos.
Ha habido mucha prisa por digitalizar y ahora se manda un mensaje de miedo; Catalunya no sabe hacia dónde va
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-A sus ojos, ¿cuál debería ser el camino?
-Tendremos que configurar las aulas como espacios en los que la tecnología sea más invisible y mucho más razonable. Seguramente la tecnología la necesitamos en momentos concretos, con un razonamiento pedagógico fundamentado, reflexionado y compartido como claustro. El mensaje desconcertante es que ha habido mucha prisa por digitalizar y ahora se ha mandado un mensaje de miedo. Catalunya ahora no sabe hacia dónde va.
-Pero hasta hace nada parecía que estaban convencidos.
-O deslumbrados. La tecnología es muy golosa. Tú llenas un aula de pantallas, haces unas jornadas de puertas abiertas y explicas que eres innovador e incorporas la última tecnología….
-Eso antes ‘vendía’, pero ahora lo dudo.
-¡Ahora que está lleno! Ahora puede pasar lo contrario, que haya que tapar las pantallas con una manta en las puertas abiertas. Que en dos o tres años estemos sometidos a estas contradicciones es muy duro. En términos de inversión pública también.
-Mucho.
-La escuela tiene que dar respuestas a los retos de este mundo; tiene que ser un espacio de vida conectado a la realidad; la tiene que entender, cuestionar y transformar. Si no, haremos o esnobismo tecnológico, que es lo que teníamos antes, o tecnofobia proteccionista. No podemos prohibir el móvil como si fuera cocaína.
–Hablaba antes de las bibliotecas. Prohibir los móviles es gratis pero las bibliotecas cuestan dinero.
-En Galicia tienen un plan de bibliotecas escolares que lleva 20 años funcionando, que da resultados, incorpora las tecnologías y cuesta 4 millones al año. ¿Cuánto dinero ha gastado Catalunya en tablets? No es dinero, es voluntad y valentía política.