Todas las piezas empiezan a encajar para que Catalunya tenga nuevos presupuestos este 2024. Con un retraso de más de dos meses, pero presupuestos al fin y al cabo. Según ha podido saber EL PERIÓDICO, dos de los tres actores implicados en la negociación, el Govern (ERC) y el PSC, tienen el pacto encarrilado hasta el punto que la previsión es que lo anuncien esta misma semana. Pero para que haya nuevas cuentas, faltará acabar de convencer a los Comuns, que también son decisivos y aún no han confirmado su sí.
Desde el fin de semana, socialistas y republicanos se intercambian declaraciones dando entender que su segundo pacto presupuestario consecutivo es inminente. El primero fue el primer secretario del PSC, Salvador Illa, cuando este sábado admitió por primera vez que las negociaciones estaban “avanzadas”. Este lunes, la portavoz de ERC, Raquel Sans, apuntó en la misma dirección: “Esta debería ser la semana de los presupuestos”.
Esta debería ser la semana de los presupuestos
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Fuentes conocedoras de la negociación aseguran que el acuerdo está ya “muy maduro” y que se podría cerrar en cualquier momento. Desde el Govern se muestran herméticos, señal que el momento decisivo está cerca y que no quieren cometer ningún desliz que lo pueda poner en peligro. Para cualquier president siempre es importante poder aprobar las cuentas, pero para Pere Aragonès estas lo son especialmente. Serían las terceras que logra de forma consecutiva, algo inaudito desde el segundo tripartito (2010), y le daría vía libre para agotar la legislatura hasta febrero de 2025.
Los gestos clave
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En las últimas semanas ha habido varios gestos que han ayudado a allanar el camino. Básicamente, se ha dado cumplimiento a tres cuestiones que figuraban en el pacto presupuestario que el Govern y el PSC ya firmaron el año pasado y que los socialistas exigían ver cumplidas: el tramo de la carretera B-40 entre Sabadell y Terrassa; la puesta en marcha de la comisión que tienen que estudiar la reforma del Aeropuerto de El Prat y el impulso del traspaso de Rodalies.
Sin embargo, este nuevo pacto para las cuentas de 2024 solo se entiende porque ERC y el PSC, pese a la rivalidad electoral, se necesitan para sobrevivir en distintas esferas de poder. Illa dará sus votos a Aragonès para que tenga cuentas catalanas, pero a cambio obtendrá los votos de ERC para que Pedro Sánchez tenga cuentas estatales en el Congreso. Nadie lo verbalizará, pero este pacto no escrito es el que explica un acuerdo que, no hace tanto tiempo, hubiera sido imposible.
El último fleco: Hard Rock
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Por segundo año seguido, uno de los grandes problemas de la negociación ha sido el futuro el casino de Hard Rock en el Camp de Tarragona, un complejo turístico del que hace más de una década que se habla, pero que nunca acaba de arrancar. El PSC exige que la Generalitat se comprometa a sacarlo adelante y los socialistas se dan por satisfechos con “la palabra” que les dio Aragonès la semana pasada en el Parlament. Allí dijo que era un proyecto que no le generaba “entusiasmo”, pero que no lo paralizaría.
Ahora se trata de negociar y de hacerlo discretamente
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Así, la portavoz del PSC, Elia Tortolero, el lunes dio por cumplidos los compromisos pendientes que exigía su partido y ha empezado a preparar el terreno para el acuerdo definitivo. “No lo hacemos pensando en el Govern, sino en el país. Y eso se llama política útil, resolver los problemas reales de la ciudadanía. Ahora se trata de negociar y de hacerlo discretamente”, dijo.
Convencer a los Comuns
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El problema para el Govern en esta negociación es que se encuentra emparedado entre dos posiciones: el PSC que quiere el Hard Rock a toda costa, y los Comuns que lo rechazan con la misma intensidad. Por lo tanto, sí quiere convencer a los segundos de que también aprueben las cuentas, deberá hacer equilibrios. De esto dependerá que logre sacar adelante las cuentas de forma definitiva.
El lunes, el portavoz de los Comuns, Joan Mena, insistió en que su partido fija como “condición mínima” para hablar de presupuestos “archivar para siempre” el proyecto. Ante esta posición, lo que busca el Govern es persuadir a los morados de que, pese a que no puede paralizar el proyecto, tampoco lo convertirá en su prioridad. Por ejemplo, Sans defendió ayer mismo que “no tendrá ni una sola línea” de los presupuestos.
Esta es, pues, la oferta del Govern para tener a todos contentos: no frena el proyecto, como le pide el PSC, pero tampoco le dedica ni un euro público para promoverlo para así atraer a los Comuns. El año pasado esta fórmula le funcionó y el objetivo es que vuelva a funcionar este 2024.