Javier Gómez Bermúdez, que hoy ejerce como abogado en el despacho Ramón y Cajal, es la cara más conocida de la justicia en relación con los atentados del 11M. Si bien la instrucción recayó sobre el magistrado Juan del Olmo, fue el presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional el que presidió el juicio por la muerte de 192 ciudadanos en los trenes, que se celebró entre el 15 de febrero y el 2 de julio de 2007, en un pabellón de la madrileña Casa de Campo en el que se escucharon los testimonios de acusados, testigos, víctimas, policías, políticos e incluso miembros de ETA. Tres meses más tarde, se dictó sentencia.
-¿Cómo recuerda hoy aquellas jornadas en el pabellón de la Casa de Campo?
-Son muchos recuerdos, todo fue muy intenso, muy medido, con mucha presión y muy agradable también dentro de la tragedia. Lo que estábamos jugando era una auténtica tragedia, unos delitos terribles, tuvo una parte humana que yo recordaré toda mi vida. El trato con ustedes los periodistas, por supuesto, con las víctimas, incluso con los familiares de alguno de los acusados.
-¿Hubo alguna que destacó especialmente?
-Por un lado, la declaración del señor Díaz de Mera -director general de la Policía cuando se perpetraron los atentados, y después eurodiputado del PP-, y por otro la de una de las víctimas, que era un chico en aquella época joven, de que quedó con bastantes lesiones. Estuve con él un mes y está muy bien.
Sobre la declaración de Díaz de Mera, fue el único momento en el que temí que el juicio estuviera en peligro, porque el entonces europarlamentario del PP empezó su declaración diciendo algo que ya había adelantadoen la radio, que había un informe que vinculaba a ETA con los atentados, cosa que sabíamos que era rigurosamente falsa porque el informe estaba en los autos.
Se trataba del hallazgo de ácido bórico en el domicilio de Hassan el Haski en Canarias, similar al encontrado en un piso de ETA en Madrid. Pero esta sustancia no sirve ni para fabricar explosivo sirve para la poca higiene y poco más no era en absoluto relevante.
El señor Díaz de Mera se negó a decir quién era su fuente y eso provocó que el tribunal, en este caso yo, en funciones de policía de vistas, le apercibiera y conforme a ley le sancionara en el acto y luego redujera testimonio al Tribunal Supremo por un delito de desobediencia grave. Esa misma tarde noche me hizo llegar en un sobre la identidad de la fuente, que ya sabíamos.
-¿Cómo vivió el tribunal los bulos, las informaciones controvertidas, la desinformación?
-Todas estas teorías de la conspiración fueron un episodio bastante importante del juicio. Primero, porque es muy fácil hacer una teoría de la conspiración y, sin embargo, es muy difícil contestar en una sentencia al cúmulo de tonterías que se llegaron a decir.
Recuerdo además con mucha tristeza, con vergüenza ajena, los testigos miembros de ETA que declararon y sobre todo, el testimonio de Heri Parot -histórico de la banda- al que una defensa llegó a preguntar si se había entrenado en Argelia. Era plenamente conocido por las fuerzas de seguridad que nunca había estado en Argelia y que no había visto a un yihadista en su vida.
-¿Sufrieron presiones los magistrados?
-Vamos a ver, nunca es un político, pero ni en este juicio ni en ninguno te va a llamar, porque eso sería una temeridad. Se manda lo que denominamos en el argot palomas, palomas mensajeras que son amigos, conocidos, primos, otros compañeros que te trasladan que oye, mira bien esto. Te están mandando un mensaje.
-¿Y cómo respondieron?
– El tribunal era un tribunal muy experimentado. Estaban conmigo Fernando García y Alfonso Guevara, que tenían una experiencia altísima, porque el primero debería llevar en aquella época ya casi cuarenta años de servicio, Alfonso más de treinta, y yo llevaba también veintimuchos y, por lo tanto, no nos influían. Pero presiones sí que había.
-¿Cree que la sentencia sirvió para dar satisfacción a una sociedad que había quedado marcada por la tragedia?
-La sociedad estaba dividida, todavía hoy hay opiniones para todos los gustos. Yo creo que a la mayoría más que satisfacción, les generó algo de alivio. El problema de los juicios es que la gente tiene que entender que el objeto de un juicio lo marcan las acusaciones y de ahí no te puede salir. No podíamos mos contestar a los montones de disputas que había en la calle.
Yo siempre digo que lo más difícil de esa sentencia fue contestar a las cosas que no tenían sentido, como por ejemplo poner en cuestión que no había sangre en las pocas paredes que quedaron donde se suicidaron los terroristas en la calle Martín Gaite de Leganés. Mire usted, la dinamita deflagra a 3,000 grados, y a 3000 grados too polvo, no queda nada.
-¿Existió una cierta frustración por no poder juzgar a los autores materiales? ¿Cree que esta circunstancia condicionó el juicio?
-No es que condicionara, es que nos dejó sin mucha información tanto la instrucción como en el propio juicio. De hecho, otra de las famosas teorías conspiratorias tuvo que ver con el llamado autor intelectual. ¿Quién ideó los atentados? Pues mire usted, no lo sabemos.
Yo creo que tuvo mucho que ver en esto el tunecino que se suicidó en Leganés. Pero hay teorías de expertos, de expertos muy cualificados que dicen probablemente uno de los ideólogos de los atentados fue un conocido yihadista que se nos dio la fuga en la llamada Operación Dátil, que nunca pudimos juzgar y que creemos que murió en Siria en 2005.
“¿Quién ideó los atentados? Pues mire usted, no lo sabemos”.
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Teorías podemos hacer las que queramos, pero le recuerdo a la gente, porque yo entiendo que la gente no tiene por qué saberlo, que el atentado no tiene nada de original. El 24 de diciembre de 2003, tres meses, algo menos de tres meses antes de los atentados del 11 de marzo de 2004, ETA coloca 50 kilos de dinamita en el Expreso Irún-Madrid, que llegaba a la estación de Chamartín en la tarde noche de Nochebuena del 24 de diciembre. Incluso había habido otro atentado muy parecido en India. Uno piensa, esta vez lo ha hecho ETA, pero luego quedó desmontado, claro
-La sentencia del Supremo apenas varió la de la Audiencia Nacional.
-Confirmó todo lo que se refería a la conducta periférica. Nuestro trabajo fue validado por el Supremo, sobre todo la presión, por el tiempo que teníamos. Tenga en cuenta que fue un juicio celebró cuatro meses y medio con más de 100 peritos y de los 900 testigos inicialmente citados . Creo que hicimos un trabajo dentro de la circunstancia, lo más digno posible.
“Todo el mundo al principio pensó que era ETA, precisamente por ese previo atentado que no llegó a cometerse porque la policía lo desactivó en Burgos, pero luego quedó desmontado, claro”.
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-Usted abandonó la judicatura ahora ejerce la abogacía. ¿Tuvo que ver con su participación en un proceso de la relevancia del 11M?
-No, no tuvo nada que ver. Cuando me cesan de presidente de la Sala, o mejor dicho, como dicen aquí eufemísticamente no te renuevan, me marché a un juzgado central de instrucción y luego pedí salir de España. Doy las gracias tanto al entonces presidente Rajoy como a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y a un diputado muy amigo mío que fue el que me echó una mano, pues me nombraron magistrado de enlace en Francia.
Cuando tú sales de la carrera a un puesto de este tipo, lo primero que ves es que hay vida más allá de la judicatura, de la judicatura clásica, o sea, de ejercer la jurisdicción. Y eso te descomprime mucho. Yo lo cierto es que estando en Francia no quería volver a la Audiencia Nacional, donde tenía mi plaza reservada y tenía dudas de si de verdad me apetecía irme a la Audiencia Provincial de Madrid o a cualquier otra. Y en ese ínterin vino un íntimo amigo mío a ofrecerme el incorporarme a este despacho.
-¿Cree que es posible que España pueda volver a sufrir un ataque similar?
-Yo creo que es muy difícil. Francamente, otro atentado como el del 11 de marzo. Yo no lo concibo. Tenemos una fuerza de seguridad y unos servicios de inteligencia y de información muy entrenados en esta materia. Somos probablemente los mejores del mundo y no creo que nunca se puede decir que no va a ocurrir, pero es muy difícil. La prueba la tenemos en que desde el 11 de marzo de 2004 hasta los atentados de Barcelona del 17 de abril pasan casi 14 años sin atentados con víctimas.
-¿En 2024 la instrucción y el juicio hubieran sido diferentes?
-Yo creo que no, Además, decirlo es de justicia, Juan del Olmo hizo una magnífica instrucción. Otra cosa es que tardó más de la cuenta y teníamos mucho miedo de que se mencionan los plazos de la prisión preventiva. La instrucción no creo que hubiera variado prácticamente nada. El juicio tampoco. Aunque a posteriori todo es mejorable.