De sorpresa a favorita. Esa ha sido la (r)evolución de la selección española. La misma que se plantó en Australia y Nueva Zelanda pasando totalmente desapercibida. Tras meses complicados fuera del campo, lo que sucediera sobre el verde estaba en el aire. Sin embargo, las futbolistas del combinado nacional dieron la sorpresa y volvieron a España como las flamantes campeonas. Lo que sucedió después podría haber hecho trastabillar a este equipo, pero su fortaleza mental y ganas de reivindicarse las ha llevado, tan solo 187 días después, a conseguir otro hito histórico. Por primera vez España estará en unos Juegos Olímpicos. Y no es casualidad.
Detrás de este hecho histórico hay una conjura del vestuario, igual que pasó en el Mundial. Las líderes de este equipo, Alexia Putellas e Irene Paredes, fueron las que dieron la cara y actuaron como portavoces cuando todo el ruido alrededor les robaba el protagonismo que se habían ganado. Montse Tomé sabia que iba a necesitar el liderazgo de la capitana azulgrana, a quien había echado en falta en las últimas convocatorias por culpa de la lesión. En esta convocatoria decisiva contó con ella, pese a estar sumergida aún en un proceso de recuperación de su rodilla izquierda, y eso levantó un vendaval que tensó la relación entre la futbolista y el Barça en pleno proceso de renovación.
La fórmula le salió bien. Alexia, sin el alta médica, no entró en la lista de convocadas, pero estuvo en los momentos previos con el resto del equipo. La capitana siempre ha sido una líder innata y ha comandado esta selección tanto dentro como fuera del campo. Con ella, todas se sienten protegidas, sobretodo Jenni Hermoso. Tras lo sucedido en la ceremonia de medallas del mundial, la ’10’ sintió una presión sobre ella descomunal. Volvió a México cuando se abría el proceso judicial contra Rubiales. Necesitaba desconnectar. Pero lo que realmente siempre ha querido Jenni Hermoso ha sido marcar una época, y eso hizo este viernes marcando el primero para abrir el camino de las españolas hacía París. Tenía que ser ella.
Misma base pero con retoques
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El equipo que se alzó como campeón del Mundo es prácticamente el mismo que el que selló, este viernes, su billete a París para los juegos. En la victoria ante Países Bajos (3-0), España se mostró intratable, sin ápice de duda. Pese a que se ha mantenido el bloque principal, Tomé ha introducido pequeñas variaciones en la lista para la fase final de la Nations League. Regresó Alba Redondo, que no había sido llamada desde el Mundial, así como Sheila y Maite Oroz. Se quedaron fuera Enith Salon, Inma Gabarro e Ivana Andrés, quien pese a eso se desplazó a La Cartuja para apoyar a sus compañeras.
Sin embargo, durante estos meses en los que España ya llevaba cosida la estrella en el pecho los mayores cambios no se dieron en el césped, sino en los despachos. El polémico y no consentido beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso sacudió a la Federación y no solo la silla del presidente se derrumbó. Uno de los primeros en tener que entregar el chandal fue Jorge Vilda, máximo apoyo de Rubiales y quien había sido su gran confidente durante el Mundial y tras los hechos sucedidos en la entrega de medallas. Haciendo el mínimo ruido posible, fue el primero en abandonar Las Rozas (semanas más tarde ficharía por la Federación de Marruecos), pero, tras él, una larga lista de ejecutivos y directivos quedaban señalados y sentenciados.
El papel de Markel Zubizarreta
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Con el único adiós de Vilda quedaban dos sillones libres. El de entrenador, que ocupó con cierta premura Montse Tomé, quien se ha estrenado en competición nacional esta Nations League y consiguiendo el billete los Juegos Olímpicos de París y el pase a la final del torneo. Y el de director deportivo, que fue para el arquitecto del mejor Barça de todos los tiempos: Markel Zubizarreta.
Su llegada a la RFEF, de la mano de su segundo Gonzalo Rodríguez (también exazulgrana), ha sido clave en el proceso de entendimiento entre jugadoras y ente federativo y para desbloquear las incontables situaciones límite que se han producido en estos meses. Su talante discreto y su conocimiento a la perfección del ecosistema y del fútbol femenino ha permitido que las jugadoras, tanto las que estan como las que no, se sientan escuchadas.