Las elecciones gallegas eran la primera cita electoral tras que Feijñoo ganara, sin mayoría, las elecciones de julio y tras la posterior investidura de Sánchez. Tenían así una doble lectura: la de las autonómicas, quién gobernaría Galicia, y la de la relación de fuerzas entre Sánchez y Feijóo, tras el inicio de la legislatura. El resultado ha sido que Feijóo ha ganado por partida doble y Sánchez ha perdido.
Vamos a las autonómicas. El PP, liderado por Alfonso Rueda, ha vencido con claridad al obtener la mayoría absoluta con 700.000 votos y 40 escaños. Con un 47,36% mantiene casi la misma cuota que en 2020 (47,95%), pese a un notable aumento de la participación (nueve puntos, hasta el 67%) que en principio debería beneficiar a la izquierda. Saca dos diputados menos que en 2020 (42), pero dos más que los precisos para la mayoría absoluta (38). Y 70.000 votos más que en 2020. El centroderecha galleguista se ha movilizado pues tanto o más que la izquierda.
Y el BNG de Ana Pontón ha crecido mucho, pero se queda con el 31,6% del voto, 16 puntos menos, mientras que el PSdeG se tiene que contentar con un 14%, 33 puntos por debajo. El PP pierde dos escaños, pero de los seis que gana el BNG, cinco son a costa del PSOE. La izquierda solo sube un diputado y el otro que pierde el PP ha ido a Democracia Ourensana, un partido localista. Rueda ha ganado con claridad las autonómicas, pero esto era lo más lógico, ya que el PP ha gobernado 36 de los 42 años transcurridos desde las primeras autonómicas gallegas.
Pero las elecciones se jugaban también en clave nacional, porque tanto Feijóo (lucha contra la amnistía) como Sánchez (frente contra la derecha) trasladaron allí sus mensajes principales. Y desde este prisma, la balanza aún se inclina más a favor de Feijóo. La distancia entre el PP y el PSOE, que en 2020 fue de 28 escaños, pasa a 31 y mientras el PP sube votos en todas las provincias, el PSOE desciende en todas menos en Lugo, la de su candidato Gómez Besteiro. Y ello, pese al aumento de la participación. En la confrontación entre los dos partidos, el PP ha aumentado su ventaja sobre el PSOE, lo que tiene no solo una lectura autonómica sino también política. El electorado gallego ha sintonizado más con Feijóo que con Sánchez. Nadie puede asegurar que pasara lo mismo en unas generales, pero lo cierto es que el PSOE tuvo en las elecciones de julio 479.000 votos (el 29,9%) y ahora se ha quedado con 207.000 (el 14%).
[–>Y la derrota del PSOE es más fuerte porque el otro socio gubernamental, Sumar, queda fuera del parlamento, al conseguir solo el 1,9%. Incluso por debajo de Vox (2,2%). Para Yolanda Díaz, que es gallega y viene de la política gallega, es un duro golpe que no augura nada bueno para el futuro de Sumar.
La derrota política de Sánchez y Yolanda Díaz no puede atribuirse solo a la polémica amnistía, pues el BNG, que la respalda, ha subido. La causa principal es que el Gobierno está dando muestras continuas de debilidad y que la coalición de la investidura (que debería ser el sostén de la legislatura) ya está agrietada. El decreto-ley sobre el desempleo de Yolanda Díaz fue tumbado en el Parlamento porque Podemos unió sus votos a la derecha. Y la ley de amnistía todavía no ha salido porque, hecha por exigencia de Puigdemont, se encontró con el rechazo de Puigdemont junto al del PP y Vox. Una sensación de caos que resta al Gobierno mucha credibilidad.
Quedan para otro día el análisis de los efectos que pueda tener para Sánchez el grave tropiezo de Galicia.