El cliché dice que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen. A veces ocurre. Es más extraño que el criminal regrese dos veces. Así lo hizo Dilawar, el asesino de los tres hermanos de Morata de Tajuña, según ha sabido CASO ABIERTO, canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica.
El hombre confesó que mató a los tres hermanos el 17 de diciembre por venganza. Les había prestado todo su dinero y no había podido seguir ayudando a su madre, que, según su versión, murió de hambre en Pakistán. Aquella mañana, tras matarlos, volvió a Arganda del Rey, donde malvivía en un piso okupa con otros paquistaníes.
La segunda vez
[–>
Pasaba el tiempo y nadie descubría los cadáveres. Cinco días después, Dilawar decidió, según ha relatado él mismo, regresar al piso de los Gutiérrez Ayuso, donde había dejado los cuerpos de los tres hermanos. Así lo hizo. Apiló los cuerpos e intentó quemarlos, supuestamente con gasolina, pero algo no salió bien y decidió irse de nuevo.
En su confesión, Dilawar insistió en que actuó siempre en solitario, sin ayuda. No conduce, pero asegura que los trayectos de ida hasta Morata los hizo andando, campo a través. Y los de regreso, en autobús hasta Arganda del Rey, donde vivía.
Dos huellas de pisadas
[–>
Los investigadores de la Guardia Civil buscaron un cómplice, sobre todo después de descubrir dos huellas diferentes de pisadas en el lugar del triple crimen. Pero Dilawar se lo explicó. Llevaba unos zapatos el primer día, cuando mató a los tres hermanos, y cuando volvió, cinco días después, llevaba un calzado diferente. Por eso había dos tipos de huellas de pisada en el lugar de los asesinatos.
El tercer día
[–>
Dilawar aun regresaría una vez más al lugar de sus tres asesinatos. El jueves 18 de enero, un mes y un día después de los crímenes, y tras el aviso de los vecinos de que no veían a los hermanos Gutiérrez Ayuso, la policía local y la Guardia Civil entran en la casa y descubren los tres cadáveres. La zona se llena muy pronto de vecinos, conocidos, investigadores y curiosos. Entre ellos está, muy cerca, Dilawar, comprobando que su venganza se ha consumado. Y que el mundo ya lo sabe. Tres días después, acude al cuartel de la Guardia Civil y se entrega: “soy el asesino de Morata”.