Son muchas las razones que pueden estar detrás de un dolor de piernas, pero cuando este dolor se produce al caminar y la molestia llega incluso a obligar a detener la marcha, puede estar ocasionado por la enfermedad arterial periférica.
Esta patología consiste en una afectación de las arterias encargadas de regar de sangre las extremidades, principalmente a las piernas, que sufren un estrechamiento (estenosis) u oclusión que bloquea o reduce y dificulta el flujo sanguíneo.
Esta enfermedad está asociada a la aterosclerosis, que es la acumulación de depósitos de grasa (placas ateromatosas) en la pared de las arterias, avanzando progresivamente hasta ocupar todo el vaso sanguíneo.
Los primeros síntomas pueden pasar inadvertidos
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Como explica el jefe de la Unidad de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Ruber Internacional, doctor Pablo Gallo, en los estadios iniciales de la enfermedad, los síntomas son sutiles y pasan inadvertidos.
Sin embargo, a medida que progresa el estrechamiento y disminuye el flujo sanguíneo de las arterias, comienzan las primeras molestias:
- Sensación de hormigueo y/o calambres en las piernas.
- La aparición de dolor cuando se anda, aunque sea muy pocos metros. Este tipo de dolor se denomina claudicación intermitente.
- El dolor puede llegar progresar y sufrirlo incluso estando tumbado.
- “También aparecen alteraciones cutáneas como presencia de lesiones que conllevan a problemas de cicatrización de úlceras que no curan”, explica el angiólogo.
- El color de las piernas se vuelve pálido.
- Sensación de frío continuo en los pies o ausencia de pulso en ellos.
¿Y por qué aparece la enfermedad arterial periférica?
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Pues el especialista señala que existen una serie de factores que aumentan el riesgo de desarrollar enfermedad arterial periférica. Los más importantes son:
- El consumo de tabaco.
- Padecer diabetes mellitus.
- Sufrir hipertensión arterial.
- Tener los niveles de colesterol muy altos.
- Tener obesidad.
- Llevar un estilo de vida muy sedentario.
Todos ellos son factores controlables, pero el doctor Gallo señala que hay otros “como la edad y los antecedentes familiares que no pueden controlarse”.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad arterial periférica?
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Lo primero que advierte el doctor Gallo es que, ante la aparición de cualquiera de los síntomas vistos, se debe acudir a un especialista para poder realizar:
- Un diagnóstico temprano
- Controlar los factores de riesgo
- Y, de esta forma, ralentizar la progresión de la enfermedad.
En este sentido, “cuando el paciente acude a consulta se debe realizar una historia clínica completa que identifique los factores de riesgo, además de una exhaustiva exploración física”, explica el especialista.
“El diagnóstico se complementa realizando un Eco-Doppler, herramienta que nos aporta información sobre el estado de la circulación sanguínea ya que calcula el flujo de la sangre en los vasos sanguíneos haciendo rebotar ondas sonoras de alta frecuencia.
En algunas ocasiones, es necesario ampliar el estudio realizando una arteriografía u otras pruebas de imagen para evaluar el grado de afectación y la extensión de enfermedad”, añade el doctor Santiago Zubicoa, responsable de la Unidad de Radiología Vascular Intervencionista del Hospital Ruber Internacional.
Es esencial el control de los factores de riesgo para el tratamiento
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Todas estas pruebas confirmarán la presencia de la enfermedad arterial periférica y la su gravedad. En función de en qué estado están los vasos sanguíneos, se optará por un tipo de tratamiento u otro. Pero, en cualquier caso, controlar los factores de riesgo resulta esencial.
Así lo explica el doctor Pablo Gallo:
- “El control de los factores de riesgo y la adopción de un estilo de vida saludable son componentes esenciales en el manejo de las enfermedades vasculares, manteniendo buen control de la tensión arterial, así como adecuados niveles de la glucosa y el colesterol en sangre, siguiendo una dieta equilibrada, abstenerse del consumo del tabaco, realizar actividad física diaria y, es fundamental, el cuidado de los pies y el uso de calzado adecuado”.
De hecho, el especialista advierte de que “una vez diagnosticada la enfermedad arterial periférica la prevención de lesión en los pies es imperativa”.
Al mismo tiempo que se modifican y controlan los factores de riesgo, se inicia el tratamiento farmacológico (medicamentos anticoagulantes, para controlar el colesterol, la glucosa o la tensión arterial).
En los casos más graves puede ser necesario recurrir a tratamientos destinados a la revascularización para hacer llegar más sangre a las piernas. Hablamos de cirugías como la angioplastia, colocación de estent o, incluso, la realización de un bypass.
“El abordaje integral del paciente es crucial para garantizar un manejo efectivo de la enfermedad arterial periférica enfocado a mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de complicaciones como la perdida de la extremidad”, concluye el doctor Gallo.