Lo que empezó como un movimiento familiar, local, tras el asesinato de dos guardias civiles en el muelle de Barbate (Cádiz) se extiende por toda España. Mujeres, madres y maridos de guardias civiles se están adhiriendo a la plataforma Nuestro corazón por bandera, nacida en la comarca del campo de Gibraltar hace apenas una semana y que, según ha sabido
CASO ABIERTO
, cuenta ya con más de 8.000 adhesiones de familiares de guardias civiles y de policías nacionales.
Fueron las mujeres de los agentes de los GEAS (buceadores) de la Guardia Civil las que dieron a luz al movimiento de revuelta. Una de ellas es la viuda de Miguel Ángel Gómez, uno de los dos guardias asesinados por el piloto de una narcolancha en el muelle de Barbate el pasado 9 de febrero. En la plataforma está también Francisca, la madre del guardia Gómez. Insisten en que las muertes de los dos guardias civiles fueron “injustas” y “evitables”.
[–>Isandra, presidenta de la Plataforma y mujer de un guardia civil del GEAS en Campo de Gibraltar, indica que lo ocurrido en Barbate ha sido “desgarrador” y que, tras su formación, “hemos tenido una respuesta brutal en toda España“.
Miles de personas (mujeres, maridos, parejas de hecho, madres, padres, hij@s de guardias civiles y policías) se han puesto en contacto con ellas a través de Facebook, en Twitter, en Instagram y en TikTok. También en Whatsapp, donde han formado 30 grupos en diferentes provincias. Ahora están organizándose y nombrando portavoces locales.
Sensación de miedo
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“Estamos hartas de esa sensación de miedo cuando se van a trabajar porque no tienen medios”, explica Isandra. Ya hay delegaciones de la plataforma, apunta, en casi todas las comunidades autónomas, desde Galicia y Asturias hasta Cataluña, incluidas las islas Canarias y Baleares.
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En su manifiesto, reclaman que se considere al Campo de Gibraltar una zona de especial singularidad y que se dote de medios a los guardias civiles de toda España para que “desempeñen su trabajo en condiciones de seguridad”.
Afirman que los guardias y los policías “se exponen en muchas ocasiones en inferioridad de medios” con los delincuentes a los que tratan de detener. Insisten en que “no vamos contra la Guardia Civil, al contrario”. Muchas, de hecho, llevan a la Guardia Civil en la sangre, literalmente.
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La plataforma, que ha iniciado los trámites legales para constituirse como asociación, será la voz de los guardias y los policías. “Ellos y ellas no pueden hablar porque los sancionan, pero nosotros sí”, afirma Inmaculada, mujer y madre de guardias civiles, portavoz del grupo en la Comunidad Valenciana. Anuncian que se sumarán a la manifestación del 16 de marzo que se celebrará en Madrid para reclamar mejoras laborales para policías y guardias civiles.
Reclaman también que sean considerados una profesión de riesgo, “como los mossos d’Esquadra o las policías locales. Fíjate si son una profesión de riesgo que llevan agrediendo y asesinando guardias y policías cuarenta años”, se lamenta Inmaculada. Ella lo sabe hace tiempo. Su hijo, entonces un teniente de la Guardia Civil destinado en Alsasua (Navarra) sufrió en 2016 una agresión por parte de un grupo de jóvenes radicales cuando estaba con su pareja en un bar del pueblo.