El escritor estadounidense (Lexington, 1958) publica ‘La ley de los cerros’ (Sajalín Editores), tercera entrega de la saga protagonizada por el agente de la División de Investigación Criminal del ejército Mick Hardin. O, más bien, protagonizada por la montañosa zona oriental de Kentucky en la que creció junto a un padre pornógrafo. En esta ocasión hay carreras de bólidos, peleas de gallos y una serpiente de cascabel en la trama ‘noir’. Y, como siempre en Offutt, lazos de sangre y comunidad inquebrantables y un pasado que ni se olvida ni se perdona.
Hace muchos años que no vive en las colinas de Kentucky. ¿Por qué su obra en general y la saga de Mick Hardin en particular están ambientadas allí?
Amo esa tierra y amo a esa gente. Conforman una cultura singular que no ha sido muy tratada en la ficción y que yo conozco desde dentro. Puedo olerla, verla y oírla. Escribir sobre ese territorio y esas personas es como volver a casa en mi cabeza.
Es una cultura muy estigmatizada. Son los paletos de Estados Unidos. ¿Cómo se sienten respecto del resto del país?
Son muy conscientes de que son vistos y tratados como ciudadanos de segunda categoría. Eso hace que desconfíen del exterior y los forasteros, con los que siempre están alerta por si hay alguna señal de condescendencia. Es complicado porque es a la vez una cultura amistosa y cerrada. Aunque la televisión por cable e internet llevaron el mundo a las colinas y los jóvenes ahora escuchan rap y llevan la gorra con la visera hacia atrás, perdura la desconfianza hacia lo externo.
¿Le disgusta algo de esa cultura?
Lo que más, que se le da poca importancia a la educación. Pocas personas van a la universidad y bastantes no completan el bachillerato. Es una de las zonas más iletradas de Estados Unidos. Genera poca literatura y poco arte visual. Por el contrario, tiene una música riquísima.
Desde Europa resulta difícil comprender que en Estados Unidos haya tantas armas de fuego y sea tan fácil acceder a ellas. ¿Está a favor de una legislación más restrictiva?
Primero: Estados Unidos es un país muy joven y fue fundado gracias a las armas de fuego, que fueron utilizadas por los colonos para liberarse de los británicos. Las armas de fuego están muy enraizadas en nuestra cultura. Yo no he comprado ninguna, pero tengo tres, que no uso: un rifle de mi abuelo, una escopeta de mi padre y una pistola de mi tío. Son como reliquias familiares y serán para mi hijo. Dicho esto, estoy completamente en contra de que los ciudadanos puedan comprar armas militares. Es un problemón.
Trabajo muy duro para elegir siempre la palabra más adecuada
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¿Ha asistido a alguna pelea de gallos?
Las peleas de gallos son ilegales en Estados Unidos, así que mi respuestas es: sin comentarios.
¿Qué importancia le da a la precisión del lenguaje en su escritura?
La máxima. Trabajo muy duro para elegir siempre la palabra más adecuada, la que pondrá en la mente del lector exactamente lo que estoy describiendo. Los seres humanos somos animales débiles. No tenemos garras ni dentaduras diseñadas para matar. El lenguaje es nuestra herramienta principal. Un escritor, como cualquier trabajador, tiene que conocer muy bien sus herramientas, mantenerlas en buen estado y utilizar la indicada para cada necesidad. No quieres que un mecánico se equivoque de herramienta en la reparación de tu coche y a causa de ello tú sufras despues un accidente, ¿verdad? Pues lo mismo con las palabras.
Los personajes de sus novelas tienen habilidades manuales, son importantes para su forma de vida. ¿Tiene usted alguna habilidad manual destacable?
Crecí en una casa en las montañas de Kentucky y vivo en una casa que está en un terreno de tres hectáreas y media en el condado de Lafayette, cerca de Oxford, Misisipí. De modo que sé utilizar casi cualquier herramienta manual y puedo hacer pequeñas reparaciones mecánicas, eléctricas… Es fruto de la necesidad, de vivir aislado y no tener dinero para estar siempre contratando a alguien que haga las reparaciones.
Como Estados Unidos va a la guerra demasiado, siempre hay soldados regresando que han combatido en una guerra
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Mick Harlan es un militar. Bien, un militar acabado de retirar en ‘La ley de los cerros’. ¿Cómo es la adaptación de los militares a la vida civil en un país con un ejército profesional enorme?
En Estados Unidos el servicio militar tiene respeto ciudadano. Hay respeto por los veteranos. Al mismo tiempo, la transición de militar a civil no es fácil. La dificultad de esa transición aumenta según los años que se hayan servido y es aún más difícil para los soldados que han entrado en combate. Como Estados Unidos va a la guerra demasiado, siempre hay soldados regresando que han combatido en una guerra. Tienen el respeto de la población, pero no una asistencia por parte de las autoridades pese a que suelen tener problemas emocionales. Muchos exmilitares se incorporan de una manera u otra al refuerzo de la ley y a la seguridad. También hay bastantes que engrosan las poblaciones de personas sin hogar de las grandes ciudades.
¿Cree que la literatura y las películas del Oeste le han influido?
He leído muchas novelas del Oeste, de las que hay unas cuantas muy buenas, y he visto bastantes películas del Oeste. Supongo que me han influido, pero no más que muchas otras cosas, como el ‘noir’ americano de los años 30, 40 y 50, los tebeos, Massimo Carlotto, James Lee Burke o Jim Harrison. Lo cierto es que es imposible ser un estadounidense de mi edad y no estar influido por el Oeste. El Viejo Oeste fue un periodo histórico muy corto, del final de la Guerra de Secesión [1865] about 20 years later. But he coined an image that we adore, that of the solitary man with honor, perhaps within the law, perhaps outside the law, but faithful to his code of honor.
Colecciono piedras, nidos de pájaro, pieles de serpiente, cráneos de animales salvajes, plumas, tengo cientos de plumas
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¿Tiene algo en contra de los coleccionistas?
¿Por qué?
Me ha parecido que en ‘La ley de los cerros’ hay un par de pullas dirigidas a los coleccionistas de objetos pop.
No conscientemente. Yo soy un coleccionista desde niño. Colecciono piedras, nidos de pájaro, pieles de serpiente, cráneos de animales salvajes, plumas, tengo cientos de plumas.
Podría montar una atracción a pie de carretera, con todo eso.
Podría, podría. Los cráneos de animales salvajes no son fáciles de encontrar, ¿eh?
Offutt se abre un poco la camisa y muestra un collar hecho con una tira de cuero y una piedra, y dice: “Es la primera piedra que guardé, de niño. Ya tenía el agujero”.