Hace poco más de una semana, en la rueda de prensa convocada para anunciar que el 9 de septiembre empezaría el próximo curso escolar en primaria y ESO, la consellera Anna Simó no quiso marcar una fecha estable, fija, para los próximos años, ya que, apuntó, el Departament d’Educació está en un proceso de estudio del impacto social y pedagógico de la jornada intensiva en el alumnado. La conselleria ha encargado un informe al Institut Català d’Avaluació de Polítiques Públiques (Ivàlua), cuyos resultados tienen que servir para abrir un importante melón –la reforma horaria en la escuela– que supondrá una sacudida bastante mayor que empezar el curso un día antes o dos después. “El resultado será la base para iniciar un debate sobre el conjunto de los horarios escolares, algo que requiere de un gran pacto de país, ya que tiene un gran impacto social”, argumentó Simó, quien adelantó que el proceso es largo y que estos resultados no los tendría “en dos días”.
A la falta de este informe –del que no se esperan demasiadas sorpresas, ya que hay decenas de estudios tanto de universidades locales como internacionales que evidencian los beneficios de la jornada partida en los adolescentes–, la situación es que en la Educación Secundaria Obligatoria en Catalunya [donde está el grueso del problema] at least four coexist different schedules. He students of the private-subsidized school do a split day (normally first and second do every afternoon; third, four, and fourth, three). Meanwhile, in public institutes, 88% do an intensive day: that is, classes are only taught in the mornings. In the rest of the public centers, the newly created ones do a minimum of three afternoons, and the school institutes, four.
El alumnado de secundaria de los centros concertados hacen jornada partida, mientras que el 88% de los públicos no van a clase por la tarde
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Este desequilibrio se arrastra desde 2012, con Irene Rigau como ‘consellera’ de Educació y Artur Mas como ‘president’. Con los recortes de dotaciones económicas y plantillas en los centros se empezó a generalizar lo que entonces era una excepción: solicitar horario continuado en secundaria.
Órdenes contradictorias
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Desde entonces, el 88% de institutos sigue sin ofrecer clase por las tardes, pese a que la orden de calendario señala que “la organización horaria de los alumnos de ESO no puede comportar más de tres tardes libres semanales por alumno”. Una situación legal porque la misma orden añade también que “los centros educativos públicos que en estos momentos ofrecen una jornada continuada pueden optar por mantener este horario”.
La mayoría de institutos dejaron de ofrecer clase por la tarde en el 2012, con los recortes de Mas y Rigau, y perdieron los comedores escolares
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El debate sobre una reforma horaria que nunca acaba de llegar no es nuevo. En el 2020 el pleno del Consell Escolar de Catalunya, entonces presidido por la hoy consellera Simó, aprobaba el documento ‘El temps a l’educació’, en el que, entre muchas otras cosas, se señalaba uno de los puntos clave: “Se ha de diferenciar entre horarios del profesorado, del alumnado y de apertura de los centros“. En ello insiste la socióloga Elena Sintes con el fin de “no quedar atrapados en las lógicas legítimas de los docentes”. “No podemos condicionar un servicio público a eso”, prosigue esta investigadora en políticas públicas de tiempo y educación, quien añade que el debate es complejo, pero necesario.
Un niño que en sexto de primaria tenía una beca comedor pierde ese derecho al pasar a primero de ESO por el mero hecho de hacer jornada intensiva
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“Aquí detrás hay un tema de desigualdad muy grande. Un niño que en sexto de primaria tiene una ayuda de comedor, con el paso a secundaria, la pierde por el simple hecho de que pasa a tener jornada intensiva, pero su situación de necesidad no ha cambiado. Eso es una enorme irresponsabilidad con los índices de pobreza infantil que tenemos“, añade.
¿Dónde quedó la sexta hora?
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La presidenta de la aFFAc, Belén Tascón coincide en esa lectura con Sintes y añade otro elemento al debate: “Este año, viendo los resultados del Informe PISA, se ha visto clara la diferencia entre la pública y la privada-concertada a nivel de resultados”. “Aquí hay muchos parámetros, pero la principal diferencia entre la pública y la privada-concertada es la sexta hora que tienen los centros privados-concertadas y que no tienen los públicos [también recortada por aquellos tiempos] and the split day in secondary school, which the private-concerted ones also have and not the public ones,” says Tascón, who does calculations and concludes that one hour a day throughout schooling It’s just another school year.
La recuperación de la sexta hora, de hecho, fue una de las cuestiones que se debatieron este diciembre tras los malos resultados de PISA –lo propuso incluso Junts, heredero del partido que la recortó–, pero esta medida, por el momento, no parece estar sobre la mesa de la consellera (no aparece, al menos, en el pacto de los presupuestos presentado este viernes).
Emergencia adolescente
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“Urge la reforma horaria en el instituto. Hay unanimidad entre los expertos en los beneficios de la jornada partida en los adolescentes. La intensiva supone que los adolescentes se levanten muy pronto y vuelvan a casa para comer muy tarde, más allá de las tres; y para las familias más vulnerabilizadas, al hacer el salto al instituto, no solo pierden la beca comedor, sino que cuando llegan a casa no hay nadie; soledad y pantallas”, resume Tascón, quien plantea la necesidad de un servicio de comedor universal y gratuito.
Los pediatras recomiendan atrasar la entrada de la ESO a las nueve: que los adolescentes duerman más mejorará su salud mental y su capacidad de aprendizaje
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Los pediatras, además -recuerdan tanto Sintes como Tascón– insisten en que los biorritmos de los adolescentes no hacen recomendable entrar en clase antes de las nueve de la mañana. “El reloj biológico durante la adolescencia se va retrasando; aproximadamente dos horas en las niñas y tres horas en los niños; que los adolescentes duerman más mejorará su salud mental y su capacidad de aprendizaje”, señala el pediatra Gonzalo Pin, especialista en el sueño, en este diario el pasado mes de mayo.