“Gilipollas”. Ese es el término que al menos en tres ocasiones ha usado en privado el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para referirse al primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, según una información publicada este lunes por NBC con fuentes anónimas familiarizadas con los comentarios de Biden. El supuesto hartazgo cada vez mayor del mandatario estadounidense con Bibi, del que también informaba este domingo aunque sin detalles tan explícitos ‘The Washington Post’, sigue sin traducirse en un cambio de la política de apoyo inquebrantable a Israel por parte de la Casa Blanca.
Las informaciones de los dos medios retratan a un Biden cada vez más frustrado por la forma en que Israel está conduciendo su operación militar en Gaza, donde son ya más de 28.000 los fallecidos y donde se dispone a iniciar una ofensiva terrestre en Rafah a la que la Administración de Washington ha mostrado rechazo mientras no se garantice una evacuación segura de los 1,3 millones de palestinos que están allí, muchos de ellos desplazados.
La ofensiva en Rafah y una tregua de seis semanas
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Ese rechazo lo ha expresado Biden este lunes en unas declaraciones a la prensa tras mantener una reunión en la Casa Blanca con el rey Abdalá de Jordania, una comparecencia en la que también ha dicho que “cada vida inocente perdida en Gaza es una tragedia“. El mandatario no ha llegado,, como sí ha hecho el regente jordano, a pedir un “alto el fuego inmediato y duradero”, pero ha asegurado que EEUU está trabajando en un acuerdo entre Israel y Hamás que incluiría una tregua de “al menos seis semanas”, con la idea de “conseguir con tiempo algo más duradero”.
Es un rechazo que Biden recordó también personalmente a Netanyahu el domingo en una conversación telefónica de 45 minutos. Según el comunicado que emitió la Casa Blanca, el estadounidense en esa llamada “enfatizó la necesidad de capitalizar los avances en negociaciones para asegurar la liberación de todos rehenes” que mantiene Hamás” y que pidó “pasos urgentes y específicos para elevar la cantidad de asistencia humanitaria a civiles palestinos inocentes”.
Biden, según las fuentes consultadas por NBC, que han hablado a condición de mantener el anonimato, estaría crecientemente insatisfecho con la cerrazón de Netanyahu ante la idea de buscar una solución a largo plazo o tomar en consideración propuestas para cambiar de tácticas militares o perseguir el cese de las hostilidades. En conversaciones con donantes a su campaña de reelección ha hablado con más desdén por el líder israelí, usando ideas como las de que es “un grano en el culo” que le está “haciendo la vida imposible”. También ha mostrado la opinión de que Netanyahu quiere alargar la contienda para seguir en el poder.
Un sentimiento intrascendente
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Ese desencanto, e incluso la declaración pública que el jueves pasado hizo Biden tildando por primera vez como “excesiva” la respuesta en Gaza, no altera en cualquier caso la política de Washington, que es una de respaldo militar, económico y público pese a las humillaciones públicas de Netanyahu o su rechazo inmediato a propuestas que le hacen los estadounidenses. Y Ben Rhodes, que fue asesor de Barack Obama, ha resumido en unas declaraciones al ‘Post’ la intrascendencia efectiva de momento del aparente desengaño creciente de Biden.
“Mientras apoyes la operación militar de Netanyahu en Gaza sin condiciones no importa cuánto subas el volumen en tus comentarios”, ha recordado Rhodes. “Fundamentalmente, tienes que tomar la decisión de no dar a Bibi un cheque en blanco de apoyo”.
Ese cheque, de momento, se mantiene, e incondicional. En el Senado sigue avanzando una propuesta de ley para aprobar los 17.000 millones de dólares más de ayuda a Israel que solicitó Biden (aunque su futuro en la Cámara Baja de la legislación, una vez que sea aprobada en el Senado, está en entredicho). Y aunque la Administración, según filtraciones de las últimas semanas, estudia y debate opciones como ralentizar o retrasar ventas de armas a Israel para forzar a un cambio de táctica en Gaza, y prepara borradores con la opción de reconocer a un estado palestino para intentar impulsar la solución de dos estados, nada ha cambiado en el Despacho Oval.
Aunque según el ‘Post’ el presidente está más cerca que nunca desde que empezó este último conflicto de romper en público con Netayanhu, y NBC ve posiblemente próximo “un punto de inflexión”, los medios hablan de que está acercándose “lentamente” a esa posibilidad de criticarlo agresivamente en público. Y Biden sigue siendo reticente a siquiera cuestionar abiertamente a un primer ministro en el cargo, y más durante un tiempo de guerra, y considera que podría ser contraproducente.
Impacto electoral
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La postura de Biden de respaldo a Israel está pasándole factura dentro de Estados Unidos cuando está ya metido de lleno en la campaña por la releección. Además de brechas abiertas dentro del Partido Demócrata, el mandatario enfrenta la indignación de votantes árabe-estadounidenses y musulmanes, que serán vitales por ejemplo en un estado bisagra clave como Michigan. También está viendo una sangría en el respaldo de votantes jóvenes y negros, vitales en la coalición de electorado que le ayudó a ganar en 2020 a Donald Trump, su casi seguro rival de nuevo en noviembre.