Barcelona, ​​a lot to learn from Miró and Picasso

Evitar Ciutat Vella un sábado por la mañana es un deber de obligado cumplimiento para muchos de los barceloneses de adopción como yo -poco amantes de las aglomeraciones-, por mucho que la ciudad dé por erradicados los grupos masivos de turistas que callejean por el barrio megáfono en mano. Anteayer fue una excepción. El tiempo apremiaba para visitar la exposición Miró-Picasso, que tenía en mi lista de tareas pendientes a una semana del cierre, y no hubo otra que adentrarse en Ciutat Vella hasta llegar al Museo Picasso, una de las dos sedes de la muestra. Esperar por los alrededores hasta la hora reservada me permitió darme un baño de multitudes, que se repitió después en la pinacoteca. Costó no sentirse en minoría entre tanto turista internacional que da aliento al museo, sobre todo asiático, mientras admiraba las obras de los artistas.

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