Hubo un momento en que a Joan Casals (Guardiola de Berguedà, 1933) aquello de la fama comenzó a superarle. Cada vez que acudía al viejo Camp Nou, ataviado con su camiseta minúscula, sus pantaloncitos cortos, su bandera azulgrana y su barretina, todo aquel que se cruzaba por la esplanada del estadio quería fotografiarse con él. Decirle alguna cosa. O, simplemente, abrazarse a su panza o tocar su blanquísima barba. Joan, siempre afable con quien se le acercaba, nunca decía que ‘no’. Era su responsabilidad, pensaba. Y como tal la vivía.
Joan Casals, que en los últimos tiempos ya iba en silla de ruedas y que, ante las crecientes dificultades de movilidad, había dejado de acudir a los partidos del Barça desde hace un lustro, falleció este miércoles a los 90 años, según avanzó TV3 entre mensajes de condolencia de diferentes peñas del Barça que quisieron homenajear tan icónica figura.
Un personaje de cómic, aquel Avi del Barça creado por el dibujante Valentí Castanys en la revista de humor deportiva ‘Xut!’, acabó marcando el segundo tramo de la vida de Joan Casals, quien creció pensando que sería panadero para acabar formando parte del imaginario azulgrana.
El Gamper de 1984
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En el trofeo Joan Gamper de 1984 Casals acudió por primera vez al Camp Nou ataviado con ese estrecho uniforme del Barça, la bandera y la barretina que configuraron junto a su barba blanca el personaje en carne y hueso con el que había soñado Castanys. Tenía ya 50 años, pero todavía décadas por delante para convertirse en el aficionado más popular. Su presencia en los actos de Peñas y viajes fue notable.
Solía recrearse con la anécdota del día que se afeitó la barba, después de que el Barça de Rijkaard lograra su segunda Champions en París en 2006. Era su manera de cumplir con la promesa hecha después de que viera el gol de Koeman de la final de Wembley por televisión.
Casals, retirado de la vida pública en los últimos años debido a sus problemas de salud y una memoria cada vez más traicionera, deja en el recuerdo esa estampa de abuelo bonachón en la grada del Camp Nou y que procuró hacer de su pasión una bendición para quienes acudían, simplemente, a abrazarle.