Llega el tramo decisivo de la temporada, empezando por esa visita del Nápoles del martes en la que el Barça se jugará su continuidad en la Champions League, el clavo ardiendo al que se agarra el conjunto blaugrana para alcanzar el éxito en un curso marcado por claroscuros. Más oscuros que claros.
Pocos motivos para la esperanza ofreció anoche el equipo que dirige Xavi Hernández. En la línea de toda la campaña. El Barça fue ante el Mallorca un equipo plano, especialmente en la primera parte, en la que apenas inquietó al meta Rajkovic, más allá de ese penalti que el VAR tuvo que indicarle a Iglesias Villanueva y que el guardameta del conjunto bermellón le detuvo a Ilkay Gündogan.
Pero en medio de la mediocridad general aparece un muchacho al que la afición blaugrana se agarra para seguir soñando. Un muchacho que anoche desatascó el partido con una de sus genialidades y que volvió a dedicar el tanto a sus vecinos de Rocafonda, el barrio de Mataró en el que se crió.
Lamine Yamal no olvida sus orígenes y eso es otro factor que le une a una afición que tampoco está dispuesta a renunciar a su ADN, especialmente futbolístico. Y el joven talento formado en La Masía es la máxima representación de esa forma de jugar que siempre ha distinguido al Barça y le ha convertido en una referencia mundial. A tres días para que el conjunto blaugrana se juegue el éxito o el fracaso ante el Nápoles, Lamine aparece como la única y gran esperanza de una hinchada necesitada de alegrías.
Y el de Mataró se las proporciona. El ‘ooooh’ generalizado de admiración que gritaron los 38.225 espectadores que se dieron cita en Montjuïc cuando colocó el cuero por toda la escuadra de la portería de Rajkovic, así lo ratifica. Lamine se sacó de la chistera un gol de la nada, recortando a Dani Rodríguez y soltando un zurdazo que el portero del Mallorca solo pudo que seguir, impotente, con la mirada.
Lo estaba buscando el joven delantero después de una primera parte muy discreta. Lamine fue asumiendo responsabilidades a medida que pasaban los minutos hasta encontrar el premio. Antes, entre Rajkovic y el larguero ya habían evitado que el canterano firmara otra obra maestra.
Lamine acabó el encuentro desatado y sacando de sus casillas a los defensas del Mallorca, en especial a un Raillo que tuvo que recurrir a la dureza para frenarle. Montjuïc enmudeció cuando el central del conjunto bermellón le ‘cazó’ en la recta final. Temió por quedarse sin su único argumento para la esperanza. Por suerte, la zancadilla no tuvo consecuencias. Ni siquiera de parte de Iglesias Villanueva que aplicó aquello del “sigan, sigan”.