En febrero de 2014, a pocos días de enfrentarse al Schalke 04 en octavos de final, el Real Madrid de Zidane se desplomó en la Liga ante el Atlético (4-0) y empezó a temblar ante el Barça de la MSN entrenado por el Tata Martino y el Atlético de Simeone, que finalmente se llevó el campeonato doméstico en una última victoria agónica en el Camp Nou. Por aquel entonces, el Real Madrid era un club frágil y acomplejado, después de varios años sometido al Barça de Guardiola y Messi, sin ninguna ilusión de verdad desde su última Champions en aquel lejano 2002.
En aquel 2014, el equipo blanco estaba entrenado por un discutido Carlo Ancelotti y tenía a Zinedine Zidane como segundo entrenador. Aunque ahora parezca inverosímil, aquel Madrid inestable y frágil fue capaz de arrasar al Schalke, al Borussia Dortmund y al Bayern de Múnich, y ganar su Décima Champions con el famoso cabezazo de Sergio Ramos. Lo interesante de esta historia desde nuestro sombrío presente es que fue en febrero de 2014 cuando el Real Madrid encontró en la Champions una vía alternativa para sobrevivir y la terapia ideal para curar sus males deportivos y estructurales.
A la Champions de aquel año le siguieron las de 2016, 2017, 2018 con Zidane y la de 2022 otra vez con Ancelotti hasta sumar un total de 14. El mérito del Real Madrid de enotonces fue encontrar una especie de realidad dual en la que a pesar de ser débil en la Liga se convirtió en un equipo temible en la Champions, como un auténtico Dr. Jekyll y Mr. Hyde del fútbol. La historia blanca debería servir ahora para iluminar el sombrío presente blaugrana.
Eliminado en la Copa, humillado en la Suprcopa, casi desahuciado en la Liga y con un fútbol pobre y desilusionante, el Barça de Xavi es hoy un espectro futbolístico que se pasea por los campos desorientado y frágil, y que solo brilla en el relato inflado y poco creíble de su entrenador y presidente. Sin embargo, parece que entre todos hemos olvidado una obviedad: el destino le ha regalado al equipo blaugrana una increíble oportunidad, un regalo que hasta parece inventado.
Porque, aunque parezca mentira, este próximo miércoles el Barça tiene a su alcance pasar a los cuartos de final de la Champions y renacer de sus propias cenizas. A diferencia de la Liga, puede afrontar el partido desde cero, sin mochilas ni peajes. Y el colmo es que el rival con el que se cruza está todavía peor que él, si es que esto es posible. Solo el fútbol es capaz de convertir en posible lo increíble, y este miércoles el Barça debería aceptar este precioso regalo que le han hecho, y ser por primera vez un equipo dual, horrendo en La Liga, de acuerdo, pero superlativo en Europa.
¿Se imaginan que suceda este milagro? En febrero de 2014, al madridista que hubiera asegurado que aquel equipo ganaría entonces la primera de cinco Champions más lo hubieran encerrado en un manicomio. La lección de aquel Real Madrid es que en medio de la inestabilidad deportiva y la incertidumbre institucional es posible, a pesar de todo, transformarse y conquistar la gloria.