Que las aguas llevan revueltas dentro de Vox está claro desde hace tiempo. El partido de Santiago Abascal sigue sin dar con la tecla para enderezar su rumbo tras las elecciones generales de julio, en las que se dejaron 19 escaños y no cumplieron su principal objetivo: ser decisivos para un Gobierno encabezado por el PP. La pugna con Alberto Núñez Feijóo por liderar la oposición contra la amnistía y los pactos con los independentistas, también en la calle, ha sido permanente. En las últimas semanas Abascal ha endurecido el tono contra los populares, con los que comparte varios gobiernos autonómicos, por entender que el PP mantiene sus “complejos” mirando a la izquierda, informa EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.
El malestar interno en el partido de extrema derecha también lleva tiempo abriéndose paso. La realidad es que la jerarquía dentro de la formación se impone, pero el desgaste de la cúpula y la sensación de no tener una estrategia clara y definida ha hecho que cunda el desencanto entre muchos cargos. Diputados nacionales no terminan de asumir la marcha de nombres como Iván Espinosa de los Monteros y tampoco ven con buenos ojos que el líder nacional y “algunos más” acaparen todo el protagonismo y la toma de decisiones.
Esta semana, sin ir más lejos, se produjo otra baja en el grupo parlamentario: la diputada Carla Toscano, que protagonizó uno de los enfrentamientos más duros contra Irene Montero la legislatura pasada (con aquella frase que aún resuena de “su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”) dejó el acta. Sí mantuvo la de concejal en el Ayuntamiento de Madrid junto a Javier Ortega Smith.
En este contexto enrarecido Abascal ha forzado un adelanto de la asamblea general de su partido para el 27 de enero. En el cónclave se elegirá a la nueva dirección nacional. El líder actual optará a la reelección y ya ha avanzado que hará cambios en la cúpula. Todos los dirigentes consultados por este diario niegan que exista una sola posibilidad de que alguien esté en condiciones de disputarle el liderazgo a Abascal.
Vox no solo es un partido absolutamente presidencialista, sino que su cultura política exige una lealtad total al presidente. Además, la realidad es que Abascal sigue siendo el principal activo de las siglas, según coinciden todos los preguntados por este diario.
¿Tenía Ortega Smith opciones?
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Es cierto, admiten fuentes de la formación, que el disgusto de muchos cargos con las actitudes “de los que mandan” desde hace muchos meses ha ido a más. Y por eso algunos dirigentes agitaban la idea de que alguna persona de peso diera el paso. De ahí surgió el nombre de Ortega Smith, hasta 2022 secretario general del partido, uno de los rostros más conocidos y durante muchos años muy amigo de Abascal. Las relaciones se han ido deteriorando, sobre todo a lo largo del último año, como se ha evidenciado incluso en declaraciones públicas.
Ortega Smith quiso aplacar los rumores en el pleno del Congreso del pasado miércoles, asegurando que nunca había tenido la intención de presentarse a la presidencia.
Algunos dirigentes señalan como “punto de inflexión” el botellazo que el dirigente ultra propinó a un concejal de Más Madrid, Eduardo Rubiño, en el Ayuntamiento de la capital por varios motivos. Algunos dirigentes aseguran que hasta ese momento Ortega Smith estaba recibiendo muchos apoyos en sus críticas a Abascal.
Aunque no hubiera podido ganar nunca la presidencia, aseguran fuentes consultadas, “sí podría haber hecho mucho daño” con un porcentaje de respaldo importante frente a Abascal. Esas mismas fuentes aseguran que el episodio municipal fue uno de los alicientes que en el entorno del líder encontraron para convocar cuanto antes la asamblea. Caía la popularidad de uno de sus rivales.
En el entorno de Abascal rechazan la idea de que el adelanto del cónclave tenga que ver con el objetivo de blindarse en el poder cuatro años más. Insisten en que la cita estaba prevista para el mes de marzo y simplemente “se adelanta dos meses” para evitar que coincida con la vorágine de un nuevo ciclo electoral con varias campañas en medio.
Hay dirigentes que lo ven con ojos distintos y apuntan a que serán unas citas con las urnas “complicadas” para Vox. Las expectativas son muy bajas. Prácticamente está descartado que el partido ultra consiga representación en el Parlamento gallego el 18 de febrero. La ley electoral en esa comunidad establece un corte del 5% para entrar. En ninguna cita electoral lo han conseguido y el PP insiste en trasladar que es “imposible”. Está por ver si consiguen mantener la diputada que tienen ahora en el Parlamento vasco. Según confirman fuentes de Génova, uno de los objetivos del PP pasa por ‘engullir’ esa representación de los de Abascal.
En las elecciones europeas Vox pondrá toda la carne en el asador aprovechando la ola de apoyo a la extrema derecha que recorre Europa (en Italia y Francia por ejemplo), pero el escenario nacional no termina de confirmarse en esos términos. Las previsiones de los grandes partidos vuelven a apuntar a un reforzamiento del bipartidismo y, de hecho, Feijóo planteará la cita como un plebiscito contra Sánchez. Una especie de segunda vuelta entre PP y PSOE. Abascal se asegurará la presidencia de Vox hasta 2028 antes de que arranque ese ciclo electoral.