José Luis Ábalos abrió la puerta a dejar el acta de diputado durante las conversaciones que mantuvo el pasado fin de semana con el secretario de Organización, Santos Cerdán. El exministro exigía a cambio de aceptar su salida, motivada por el caso Koldo, que el partido preservase su “honorabilidad”. “Una cosa es dejar el escaño y otra la inhabilitación política”, trasladó en estas conversaciones según fuentes de su entorno. Cerdán, que relevó a Ábalos en la secretaría de Organización en 2021 tras ser su adjunto, ofreció garantías de restitución política si, como ambos confiaban, se cerraba el caso sin implicaciones judiciales.
Estas garantías “no se concretaron”, según el entorno de ambos. Solo hubo un ofrecimiento genérico de “reparación”. No llegaron a ponerse sobre la mesa posibles nombramientos futuros u otras contrapartidas económicas más directas, corroboran también fuentes de la dirección socialista. Ábalos, según la versión trasladada de fuentes próximas, no se fio de lo que pudiese ofrecerle Pedro Sánchez ni tampoco era su principal objetivo. “Para eso tienes que tener edad (cumplirá 65 años el próximo mes de diciembre) y el que te tenga que restituir, capacidad para ello”, explican las mismas fuentes en conversación con El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica.
Ábalos y Cerdán mantuvieron el contacto hasta el mismo martes en el que el primero anunció su decisión de incorporarse al Grupo Mixto. Con todo, la negociación como tal quedó sentenciada el pasado domingo, cuando Cerdán se desplazó a la casa de su predecesor en Ferraz para buscar una salida que evitase el ultimátum de la ejecutiva al día siguiente. El exministro insistió en que su partido y el presidente del Gobierno protegiesen su honorabilidad. Sin confiar en las posibilidades de “reparación” ofrecidas, lo que pidió a su interlocutor fue “algo más de imaginación”.
En Ferraz quieren pasar página de esta ruptura. No entrar en el debate sobre unos hechos que acabaron estallando en crisis política al intentar desactivar un caso de corrupción. Con la inédita situación de un exministro, exalto cargo de Ferraz y pieza clave para Pedro Sánchez a la hora de recuperar la secretaría general en 2017 abandonando su grupo parlamentario para integrarse en el Grupo Mixto. “No cambia nada, el expediente es el mismo”, explicaban en la cúpula de Ferraz tras las revelaciones del sumario que apuntan a un papel de “intermediación” de Ábalos entre los presuntos comisionistas y la Administración balear.
Sin acta ni carné de militante
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El caso es que tras pedir “imaginación” a la dirección del PSOE para que su salida del grupo socialista “no afectara” a su “honorabilidad” todo se precipitó. A la mañana siguiente, en la ejecutiva convocada en Ferraz se acordó por unanimidad darle un plazo de 24 horas para que entregase su acta. El debate y la decisión se adoptó en menos de una hora e, inmediatamente, se anunció públicamente a los medios. Se habló de “responsabilidades políticas” por la investigación a su exasesor, Koldo García, como miembro de la presunta trama de comisiones ilegales en la compra de mascarillas durante la primera fase de la pandemia.
Cuando anunció al día siguiente que mantendría su escaño, en el Grupo Mixto, Ábalos aseguró que nunca pudo imaginar su trayectoria política “fuera de estas siglas”. Unos minutos después, Santos Cerdán firmaba la resolución de seis páginas para acordar su suspensión cautelar de militancia. En la dirección del PSOE apelan a que la organización es muy escrupulosa con los procedimientos, al igual que garantista. Sin embargo, la inmediata expulsión de militancia, prevista de antemano, choca de plano con la honorabilidad que Ábalos reclamaba a los suyos que le preservasen. Como militante desde la Transición, actor protagonista en la reconquista de Sánchez de la secretaría general o la moción de censura para llevarlo a Moncloa en 2018.
“No hay marcha atrás”
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En su entorno, además, entienden que no son pocos los antecedentes de cargos olvidados por el partido tras cerrarse favorablemente para ellos investigaciones que les obligaron a dar un paso al lado. En las filas socialistas hay unos cuantos nombres, aunque desde la dirección también ponen sobre la mesa ejemplos contrarios. El último, José Gómez Besteiro. Tras dimitir de sus cargos y estar apartado de la vida política durante los siete años que duraron las investigaciones a raíz de las denuncias del PP, volvió para ser candidato del PSdeG. Antes de ello, Pedro Sánchez lo incluyó en las listas de las generales.
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Si Santos fue el encargado de tratar de buscar una salida negociada, que resultó infructuosa, el exministro recibió pareceres de otros dirigentes. La mayoría en forma de presión, pero también con empatía. Uno de los miembros de la ejecutiva lamenta que el ex secretario de Organización no entienda que hace daño a las siglas, porque la decisión de pedirle el acta “para atajar cuanto antes este asunto” es algo que él también habría hecho en su momento como responsable de Ferraz. Este mismo dirigente reconoce que “la política a veces es injusta e, incluso, cruel”. También que cuando “se paga, aunque sea injusto, no hay marcha atrás. No se restituye la honorabilidad y no siempre el que paga es el que la ha hecho”.