España, la selección de las cosas imposibles. Parecía que se iban al Mundial a contrapié y volvieron con la copa. El billete a los Juegos Olímpicos era una cosa que ni la plantilla había osado soñar. Y lo sellaron a la primera.
Primera final de la Nations League, España se planta, domina y derriba a un rival como Francia (2-0), a quien nunca antes habían podido ganar. España hace posible lo inimaginable. Son campeonas de todo, ante todo y contra muchos, batiendo en La Cartuja otro récord de espectadores, con 32.657 aficionados.
El encuentro bailó bajo la batuta de España. Las de Montse Tomé, quien se miraba como sus futbolistas desde la banda con un dosier de papeles en la mano derecha, no dejaron espacio a la duda. No permitieron que Francia intentara imponerse y se apoderaron del esférico. Con cierta premura, eso sí. En los primeros compases del encuentro les faltó calma a las españolas. Había prisa por avanzar, por desmarcarse, por superar líneas, por marcar.
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Pese a algunos errores, Francia no creó peligro. Casi ni lograron superar el medio campo, mientras que España se instaló en su parte del terreno de juego. Lo probó Salma Paralluelo, pero el balón terminó fuera en un par de ocasiones. Lo siguieron intentando las campeonas del mundo. No iban a parar de intentarlo.
Olga asiste, Aitana marca
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Y, si una cosa define a esta selección, es su determinación y su resiliencia. Una imponente incursión de Olga Carmona por la banda izquierda y un medido centro al centro del área acababa con el remate de Aitana Bonmatí a bocajarro. Sin piedad superó a Peyraud-Magnin, que se quedó clavada en el primer palo.
Una sonrisa de oreja a oreja se le dibujó en la cara a la ‘6’ de España. Le siguió un abrazo coral con los ojos como destellos, que se dirigieron a su vez al banquillo. Con un gesto demandante, la mediocentro pedía a dos de sus compañeras que salieran a celebrarlo con ella. Oihane y Eva Navarro no pudieron evitarlo. Aitana se recorrió todo el campo para fundirse las tres en un abrazo que era aliento.
Instantes antes del tanto se encendían las luces de los móviles. Como luciérnagas, como faros. Estrellas en el firmamento, alumbrando a una jugadora que este año ha tocado el cielo. Es la mejor futbolista del mundo, la más diferencial, y con un trato al balón exquisito y único. Futbolista de pies a cabeza, consciente de su rol, Aitana Bonmatí no cesa en su ascenso al Olimpo del fútbol.
Títulos individuales, como el Balón de Oro y el The Best, y también colectivos con el Barça y con la selección. Portavoz y reivindicativa fuera del césped y clave dentro de él. Con la adrenalina por las nuevas tras el tanto que empezaba a decantar la final a favor de las españolas, la colegiada señaló el descanso.
Quedaban 45 para sentenciar la final y empezar a grabar el nombre de España en el primer trofeo de la Nations League. Las locales fueron las primeras en plantarse en el campo tras del descanso. Había, de nuevo, prisa y ganas de cerrar el resultado. Ganas de hacer historia, como llevan consiguiendo sin parar desde que el avión aterrizó en Nueva Zelanda a principios del mes de julio pasado.
Con siete azulgranas
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“Quizá la gente se vuelva a acordar un poco de nosotras con la final”, decía Laia Codina antes de la final. Vaya, es que quien no las mire es porque no le da la real gana. Hay que ser muy poco inteligente para obviar a un equipo que no solo ha hecho historia dentro del terreno de juego, sino que además han provocado un cambio social que no tiene parangón.
Una selección que, por si fuera poco, juega a un futbol espléndido con el ADN Barça incrustado. Solo hace falta ver el once inicial, con 7 azulgranas. Ellas marcan el ritmo, el fútbol, el juego. Rubrican el tempo y mueven el balón. Con destreza y contundencia, con eficiencia y de memoria. Y, desde el banquillo, se lo miraba la capitana. Alexia Putellas, que entró en la convocatoria de sorpresa, no disputó un solo minuto.
Y, con esas conexiones, era imposible que el segundo no lo firmaran unas botas culés. Mariona Caldentey se desmarcó y perfiló dentro del área para efectuar un remate girando sobre sí misma que ajustó al segundo palo. La balear acercó más el hito, esa nueva foto histórica para los pósters que deberían llenar habitaciones y carpetas.
Se acumulan muchas en los últimos meses. En La Cartuja, además, se dió otra que calló muchas bocas. 32.657 espectadores llenaron las gradas del estadio sevillano. Un nuevo récord de la selección española en territorio nacional, que se firmó en la semifinal contra Países Bajos. Este equipo no tiene techo, ni en cuanto a números ni a resultados. Campeonas, una vez más. Y dejó a Francia sin rematar ni una sola vez a la portería de Cata Coll.
La ficha del España-Francia (2-0)
España (2): Cata Coll, Ona Batlle, Paredes, Laia Codina, Olga Carmona (Ohiane, m. 68), Laia Aleixandri, Aitana Bonmatí, Jenni Hermoso (Vicky López, m. 86), Athenea del Castillo (Eva del Castillo, m. 73), Salma Paralluelo y Mariona Caldentey.
Entrenadora: Montse Tomé.
Francia (0): Peyraud Magnin, De Almeida, Lakrar, Bathy, Karchaoui, Geyoro, Henry (Daly, m. 58), Diani (Dufour, m. 77), Le Sommer, Bacha (Mahri, m. 77) y Katoto (Cascarino, m. 58).
Entrenador: Hervé Renard.
Goles: 1-0, Aitana Bonmatí (m. 32); 2-0, Mariona Caldentey (m. 53).
Árbitra: Tess Olofsson, sueca.
Tarjetas amarillas: Ona Batlle (m. 56); Diani (m. 66).
Estadio: La Cartuja de Sevilla.
Espectadores: 32.657.