Los trabajos preliminares de la construcción de un túnel de Ferrocarrils de la Generalitat por debajo del Eixample de Barcelona han causado ya algunas grietas, en principio nada alarmante, en una finca de la calle de Urgell. La finca afectada es la del número 93 de la calle de Urgell, situada justo delante donde se ha abierto una gran zanja para desviar servicios antes de que formalmente comiencen las obras de la prolongación de la L8 de los Ferrocarrils, que deberá unir la red del Baix Llogregat con la del Vallès, o, lo que es lo mismo, la estación de Plaça d’Espanya con la de Gràcia.
La queja la han expresado dos de los residentes en esa finca en el transcurso de una reunión convocada por la Generalitat con los vecinos afectados por la primera fase de las obras, en la que está previsto excavar desde la superficie el pozo de las estaciones de Hospital Clínic y Francesc Macià y, allí donde está el 93 de Urgell, una salida de emergencia.
El objetivo de la reunión era, y ha sido, dar a conocer a los vecinos las 50 fincas más cercanas a esas perforaciones que en las próximas semanas se les solicitará permiso para instalar en las fachadas de sus casas fincas detectores de movimientos en tiempo real, ante la remota posibilidad de que las obras causen algún tipo de perturbación, y también se les pedirá permiso para hacer una inspección técnica de sus hogares previa a los trabajos, por si después hubiera reclamaciones por posibles daños, algo que, en opinión de las dos responsables que han intervenido, Begoña Castiblanque y Mireia Laguna, tampoco debería ocurrir.
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La transparencia en este tipo de reuniones preparatorias es absoluta. El túnel, aunque a 50 metros de profundidad, atraviesa los barrios más poblados de Barcelona, así que el empeño es poder responder a la más particular pregunta, como si los aparcamientos particulares verán restringido su uso o si la colocación de sensores en las fincas, prismas y pernos, esencialmente, es compatible con unos trabajos de rehabilitación en curso de la fachada. Castiblanque y Laguna, sin embargo, se han visto sorprendidas por la queja de esos dos vecinos del 96 de Urgell, que, de momento, han visto aparecer en el vestíbulo de la finca dos primeras grietas.
Se trata de un edificio construido en 1910, donde, a modo de curiosidad, vivió el poeta Joan Salvat-Papasseit. Es la Esquerra de l’Eixample, una zona de la ciudad de construcciones, como esta, con cimientos menos robustos que los de la actualidad o los de la Dreta de l’Eixample en la misma época. La respuesta de las responsables de las obras ha sido inmediata y han prometido chequear lo sucedido en menos de 24 horas, pero han subrayado que, en la práctica, esa profunda zanja que hay actualmente frente a la finca forma parte de una fase preparatoria, que ni siquiera es parte del pozo de emergencia previsto en ese punto.
Este tipo de reuniones informativas se irán sucediendo en los próximos meses, sobre todo para tener al día a más vecinos afectados. Por el momento, el foco ha sido puesto en los residentes cercanos al lugar en el que estarán las nuevas estaciones y la salida de emergencia. Más adelante, cuando esté previsto que comience a trabajar a tuneladora, el número de vecinos aumentará considerablemente, y también la colocación de sensores.