Era uno de los duelos más complicados que Vinicius. O el más complejo de su carrera. Un jugador acostumbrado a estar en la élite y a tener los focos encima. Pero lo de Mestalla era otra película, la que no pudo grabar Netflix y que él protagonizó por completo. Enfrentó la presión de ser el futbolista odiado por todos para salvar un punto de calidad que, tal y como están las cosas, puede valer una Liga.
El brasileño sacó de la desconexión al Real Madrid (2-2) -y a sí mismo- en su partido más difícil, donde el racismo quedó oculto. La peor de las noticias la protagonizó Diakhaby, otro activo contra el racismo, con una lesión que hizo estremecer hasta a un jugador como Modric. El partido terminó en una trifulca enorme tras un gol anulado al Real Madrid con Vinicius como gran protagonista. La historia de siempre.
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En Mestalla se celebraron este sábado tantos partidos a la vez que fue un microestado. Era el regreso de Vinicius tras los episodios racistas de la campaña pasada. Incidentes que terminaron judicializados y con la expulsión de por vida de tres aficionados a los que el propio jugador brasileño señaló. “Esos tres o cinco imbéciles”, como los definieron José Ángel Gayà y Hugo Duro en la previa al duelo.
“¿Dónde está Netflix?” y pitada
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La entidad che y LaLiga se conjuraron. El Valencia lanzó una campaña con el lema ‘Mestalla es la casa de todos’. Y en parte lo fue, porque desde horas antes al partido unos 200 aficionados blancos esperaron la salida del Real Madrid de su hotel, muy cercano a Mestalla. Uno de ellos, con la camiseta de Vinicius Jr que enseñó orgulloso.
El líder de LaLiga entró por una calle alternativa y con una distancia de 150 metros. Todo bajo control fuera del campo, al que el valencianismo llegó en masa tras una multitudinaria manifestación contra Peter Lim. Durante la misma, salvo algunos cánticos jocosos como “Vinicius, Nobel de la Paz”, todo giró en la misma dirección. Unidos contra Meriton.
Vinicius salió tranquilo al césped bajo una sonora pitada que le persiguió en cada balón. Muy por encima de la media de decibelios que soportaron el resto de sus compañeros. El otro señalado fue Carlo Ancelotti, quien tuvo que rectificar en su generalización de Mestalla como un campo racista. “¿Dónde está Netflix?”, se preguntó la Curva Mestalla al inicio de un encuentro en la que la megafonía pidió el apoyo de “la mejor afición del mundo”.
Un Madrid desconectado
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Pero la tensión se podía cortar. Cada vez que el fondo de animación cantaba “madridista el que no bote” se unía todo un estadio que temblaba. “El Valencia, contra los insultos y la violencia” salía en los marcadores. Vinicius reclamó una segunda falta en el minuto 7. “¡Qué tonto eres!”, se escuchó al unísono en una grada que se tiñó de amarillo contra Lim al cuarto de hora. El fútbol no importaba, básicamente porque nada pasaba, hasta el minuto 23.
La ‘tranquilidad’ se rompió cuando Vinicius reclamó una falta al borde del área no decretada por Gil Manzano. Dio puñetazo en el suelo justo al lado del sector de animación. Tuvo que intervenir Bellingham para tranquilizar al brasileño. Poco después se adelantó el Valencia ante un Real Madrid que estaba desconectado. Centro de Foulquier -previo robo a Vinicius- al segundo palo, remate fallido de Fran Pérez, pero que Hugo Duro hizo bueno con un cabezazo.
A los de Ancelotti les quemaba el balón en los pies. Apenas tres minutos después, a la media hora de juego, Yaremchuk anotó el segundo tras definir a la perfección al aprovechar un regalo de Carvajal. Nada le salía al Real Madrid y menos a Vinicius, para el que Mestalla y Baraja pidieron una amarilla por una dura entrada sobre Pepelu. Otra vez terapia de grupo para el brasileño, sobreexcitado en los getos, pero inerte en el juego. Mosquera, del Valencia; y Camavinga, de los suyos, fueron a hablar con él.
Puño en alto contra la grada
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Tanto paternalismo le estaba ahogando. Todas las decisiones que estaba tomando un jugador brillante como él eran malas. Hasta que en el descuento de la primera parte encontró en una enredadera una vía de luz. Carvajal puso un balón que Vinicius llevó hasta el gol tras aprovecharse de una mala intervención de Mamardashvili. El brasileño aprovechó el 2-1 para sanarse. Se giró desde el centro del campo, puño en alto para ‘dedicarle’ el tanto a la grada que le había perseguido verbalmente.
Como Jesse Owens. El tanto podía cambiar por completo un partido que llegó al descanso en un diluvio. La lluvia apaciguó temporalmente a Mestalla, que vio cómo los papeles se cambiaban. En la segunda parte era al Valencia al que le costaba salir con el balón jugado, hasta el punto de regalarlo. Repuestos de las dudas, los locales gozaron de una gran ocasión de Diego López para matar el partido.
Polémica final
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Antes había podido empatar Bellingham. Entretanto, Vinicius era domado por Foulquier, entre abrazos y marcajes. Vinicius terminó viendo la amarilla en el 71, por una entrada sobre Guillamón. Justo antes de la segunda ventana de cambios del Real Madrid. Ancelotti decidió mantenerle en el campo y acertó. Porque apenas unos minutos después consiguió el tanto del empate.
Enloqueció, con una celebración por todo el campo incluso antes de saber si el VAR iba a validar la jugada. Sin estar bien en sus tareas, el brasileño había conseguido igualar la contienda más complicada. ‘Karma’ y providencia. Calidad y empeño. ‘Vini’ Owens se salió con la suya ante un Valencia que lo intentó hasta el final. Gil Manzano, que no había tenido casi protagonismo, anuló un gol al Real Madrid por estar fuera de tiempo.