Perdonó tanto el Girona, que, aunque parezca mentira, acabó sufriendo más de lo que indicaba ese rotundo luminoso (3-0), que le mantiene en el cielo de la Liga. Teniendo el Rayo 10 jugadores en el tramo final de la lluviosa noche de Montilivi por la imprudencia de Pep Chavarría, mientras Míchel se desesperaba con su equipo porque no supo leer lo que demandaba el encuentro en esos momentos tan decisivos.
Hasta que apareció Pablo Torre para entregarle una pelota a Savinho, ya en el tiempo añadido, que permitió a este reencontrarse consigo mismo. Fue cuando el brasileño se marchó a la banda derecha donde marcó dos tantos en cuatro minutos. Y el Girona vuelve a ser segundo, superando al Barça, además de abrir un monumental boquete de 10 puntos sobre el Athletic, quinto clasificado y siete sobre el Atlético, cuarto. EL Madrid, líder, está seis puntos por encima.
Agitó el equipo Míchel. Volvía el técnico madrileño al césped tras cumplir sus dos partidos de sanción. Y volvió más activo que de costumbre, que ya es mucho decir. Renovó el Girona que perdió en San Mamés. Reapareció David Lopez, quien envió a Juanpe, al banquillo. Regresó Yan Couto a ser lateral, interior y extremo diestro, dejando a Arnau de suplente. Hubo descanso para Iván Martín para que apareciera Portu en el once inicial.
Pero Míchel no solo modificó el esqueleto de su equipo sino que alteró el plan de ataque. Retuvo a Miguel en el flanco izquierdo, más defensivo que de costumbre, le dio el carril diestro a Couto y Portu, por lo que colocó a Tsygankov lo más cerca posible de Dovbyk. A veces, hasta casi en paralelo, más tirado al lado de Savinho.
Todo ocurría bajo una tormenta de lluvia que vació Montilivi, pero llenó los pantanos. Tal vez, no lo que se necesita. Pero algo es algo. Esa agua no dificultó, sin embargo, el ritmo del partido. La noche era tan fría como desagradable, con esa cortina lluviosa que no se detenía en ningún momento.
Poca producción ofensiva
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El Rayo, que había empatado la pasada semana en Vallecas contra el Madrid, tenía muy bien estudiado al Girona, al que desconectó en los primeros 36 minutos de juego. Ni un solo remate del Girona, que solo encontraba alivio en las conducciones ofensivas de Eric García. Necesitó un saque de esquina cabeceado por Yangel Herrera para saber que Dimitrievski debía usar los guantes.
Escasa, muy escasa producción por parte del equipo de Míchel, quien tenía en el venezolano al jugador más peligroso. Cuatro tiros en la primera mitad, tres de Yangel (m. 22, m. 36 y m. 39): solo uno a puerta, aunque el más dañiño quedó frustrado porque topó con el cuerpo de Aridane.
Estaba el Girona cojo. Solo atacaba por la derecha. Ni rastro de Savinho, tal si la lluvia le hubiera arrebatado toda su magia. Sin la amenaza del venenoso regate del brasileño, el Rayo lo tenía mucho más fácil para defenderse, llegando a acumular hasta nueve jugadores alrededor de su portero. Curiosamente, el mejor Savinho apareció en el tiempo añadido con esos dos tantos.
El partido era un ejercicio de paciencia y, al mismo tiempo, de tener un exquisito control. Esa internada por la derecha de Portu fue estropeada por Dovbyk, quien tiró a la basura una clarísima ocasión de gol. Y eso en noches así, con pocas opciones, era desperdiciar un tesoro.
Asiste Miguel, marca Tsygankov
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Pero el Girona ya tenía el encuentro donde quería como demostró con la aparición de Savinho –era la primera- para que el disparo de Tsygankov fuera rechazado por Dimitrievski, prólogo del 1-0. Ese tanto tenía que llegar sí o sí producto del buen juego. En un furioso arranque de la segunda mitad, el Girona encerró a un desorientado Rayo, que no había descodificado el movimiento de Míchel en el descanso.
Liberó a Miguel de la cuerda defensiva y le dio vuelo por el carril izquierdo para transformarse en lo que siempre ha sido: un alma libre. Libre y conectada al radar de David López, cuyo pase en profundidad rasgó a 10 jugadores rayistas para que Miguel asistiera con delicadeza a Tsygankov. Más delicado y preciso resultó aún el pase a la red del ucraniano.
Premiaba el buen fútbol del Girona, que no se traducía con más amplitud en el marcador porque el otro ucraniano, Dovbyk, estaba peleado con el gol. Marró dos ocasiones. A cada cual más evidente. Pero Montilivi, generoso con su ‘nueve’, no se le reprochó. Al contrario. Coreó su nombre. Pero Míchel lo cambió para darle minutos de Stuani, quien nada más pisar el césped cabeceó con potencia. Pero salvó el meta del Rayo con una monumental parada.
Ya estaba el equipo madrileño por la torpeza de Pep Chavarrí, ese jugador que salió en el minuto 64. Y 12 minutos más tarde ya estaba expulsado por ver dos amarillas en tiempo récord. Apenas un minuto, lo que dejaba en inferioridad a sus compañeros por una imprudencia repetida hasta en dos ocasiones.
Momento que aprovechó Savinho para rubricar un final de ensueño que dispara la ilusión en Montilivi, instalados sin vértigo alguno en la elite de la Liga.
La ficha del Girona-Rayo Vallecano (3-0)
Girona: Gazzaniga, Yan Couto, Eric García, David López (Juanpe, m. 70), Miguel, Aleix García, Yangel Herrera (Jhon Solís, m. 89), Tsygankov (Pablo Torre, m. 89), Portu (Iván Martín, m. 74), Savinho y Dóvbyk (Stuani, m. 74).
Entrenador: Míchel.
Rayo Vallecano: Dimitrievski, Iván Balliu, Aridane, Lejeune, ‘Pacha’ Espino, Óscar Valentín (Ciss, m. 59), Crespo (Óscar Trejo, m. 80), De Frutos (Pep Chavarría, m. 64), Unai López (Kike Pérez, m. 64), Álvaro García y Raúl de Tomás (Camello, m. 59).
Entrenador: Iñigo Pérez.
Goles: 1-0, Tsygankov (m. 52): 2-0, Savinho (m. 90+2); 3-0, Savinho (m. 90+6)
Árbitro: De Burgos Bengoetxea, vasco.
Tarjetas amarillas: Aleix García (m. 54); Ciss (m. 65); Crespo (m. 73); Pep Chavarría (m. 75 y m. 76); Kike Pérez (m. 81); Yan Couto (m. 84), Savinho (m. 90+1).
Tarjeta roja: Pep Chavarría (m. 76)
Estadio: Montilivi.
Asistencia: 8.923