El reciente incendio en un edificio en Valencia ha generado un debate público sobre la seguridad de las viviendas construidas en España entre los años 90 y principios de los 2000, antes de la implementación del Código Técnico de la Edificación (CTE) en 2006. Hasta ese momento, la normativa estatal no abordaba específicamente cómo proteger los edificios de incendios que pudieran propagarse por las fachadas, aunque este aspecto sí estaba contemplado en la ordenanza municipal de Barcelona. De hecho, la capital catalana se adelantó a esta preocupación con una normativa pionera, aprobada hace casi dos décadas.
Mientras que la regulación de entonces en España -la Norma Básica de la Edificación de 1996- no abordaba este tema, la Ordenanza Municipal de Condiciones de Protección contra Incendios en Barcelona de 1997, en su artículo número 22, sí hacía referencia al material de las fachadas. Decía así: “Los materiales del revestimiento exterior en fachadas y medianeras de edificios serán de clase de reacción al fuego M1 como máximo”.
En aquel entonces, en España, los productos se clasificaban según su combustibilidad e inflamabilidad en cinco categorías, de menor a mayor riesgo: M0, M1, M2, M3 y M4. Posteriormente, con la aprobación del CTE, los materiales inflamables pasaron a clasificarse según las directivas europeas en Euroclases de reacción al fuego.
Así pues, en la capital catalana desde el 1997 se estableció que las fachadas podían ser, como máximo, de clase M1, que indica que el producto es combustible pero no inflamable. “En Barcelona, la normativa siempre ha sido muy pionera. Hablamos de unos tiempos en que Barcelona requería esto mientras que la normativa estatal no lo contemplaba”, explica Montserrat Vilardaga, jefa de la Oficina Consultora Técnica del Colegio de Arquitectos de Catalunya (COAC), en una entrevista con EL PERIÓDICO. Además, la experta señala que, en el caso de Valencia, “si hablamos de fachada ventilada [un tipo de fachada con una cámara de aire]the insulation would not be M1“, since “the camera itself would have made a chimney effectfacilitating the spread of the fire”.
No obstante, Vilardaga argumenta que “tenía sentido” que la normativa estatal no abordara este tema en ese momento, dado que “veníamos de una construcción tradicional con paredes de cerámica o de obra vista, que son materiales pesados e incombustibles”. Más tarde, con la creciente demanda de eficiencia energética, se comenzaron a construir edificios mejor aislados, lo que llevó a la incorporación de nuevos materiales a los que la normativa estatal todavía no estaba adaptada. “En Barcelona hubo incendios en los que el fuego se propagó por la fachada”, agrega Vilardaga. Así, la ciudad, que tenía potestad para regular su reglamentación, añadió este punto adaptándose a su realidad.
Inquietudes con edificios potencialmente similares
[–>
A pesar de estas medidas preventivas, existe cierta inquietud sobre el potencial escenario de que la pionera normativa de Barcelona haya podido ser obviada. La promotora que inició la construcción del edificio calcinado en Valencia, FBEX, era una empresa catalana y que operaba principalmente en Catalunya. En 2006, anunció la construcción de 1.377 viviendas en diversas localidades Catalunya y las Islas Baleares, con un mayor número de viviendas previstas en Barcelona.
Ante estas inquietudes, la arquitecta Montserrat Vilardaga recomienda a los ciudadanos que contacten con un técnico para obtener información específica sobre los materiales utilizados en sus viviendas. Dado que estos edificios son relativamente nuevos y aún no están obligados a pasar la Inspección Técnica de Edificios (ITE), la recomendación sería verificar con un profesional para evitar alarmas innecesarias. “Hay piezas que pueden parecer similares pero ser diferentes”, advierte la experta, haciendo un llamamiento a la calma.
Deberes para las administraciones
[–>
En cuanto al papel de las administraciones, desde el Colegio de Arquitectos de Catalunya (COAC) recomiendan “pensar cuál es el camino a seguir para evitar que pasen nuevos casos de este tipo” si se detectaran edificios ya construidos con características similares al de Valencia. “Hay que ver qué tenemos ahora y cómo actuar. Seguramente se estudiaría cambiar el aislamiento”, añaden.
Asimismo, recuerdan que el COAC trabaja conjuntamente con la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona para mejorar la seguridad y la calidad arquitectónica en el territorio. Tras la tragedia en Valencia, se espera que este asunto se convierta en un tema a tratar en las mesas de trabajo conjuntas entre las administraciones.