Un librero asesino en serie en la Barcelona de 1836, un malvado que se ensañó matando a sus colegas por toda la ciudad, ocupó las crónicas de sucesos en diversos periódicos de la época, como ‘La Gazette des Tribunaux’ de París. Una información que derivó en una truculenta leyenda que inspiró a autores como Gustave Flaubert y se creyó cierta durante casi un siglo hasta que, en 1928, el concienzudo editor Ramon Miquel i Planas la desvelaría como una ‘fake news’ ‘avant la lettre’. De este fascinante hilo ha tirado la escritora Sylvia Lagarda-Mata para conseguir un perfecto cóctel maridado con un protagonista de lujo que viaja a la capital catalana para investigar el caso: Auguste Dupin, el célebre detective creado por Edgar Allan Poe, pionero del género policiaco desde el fundacional ‘Los crímenes de la calle Morgue’. El resultado es ‘Veus de mort als Encants Vells’, al tiempo novela histórica y novela negra, amén de un fresco social de aquella ciudad aún aprisionada entre las murallas medievales, que le ha valido a la autora el II Premi Santa Eulàlia de novela de Barcelona, impulsado por el Grupo Focus y la editorial Comanegra.
Lagarda-Mata (Barcelona, 1961), cronista de la ciudad y autora de diversos libros de divulgación histórica -de ‘Fantasmes de Barcelona’ a ‘Catalunya, terra de pirates’ o ‘Catalunya, terra de bandolers’- pero también de dos novelas, ha recibido el premio este lunes, en un acto en el Teatre Goya. Dotado con 25.000 euros, el galardón, que se afianza como uno de los más importantes de Catalunya, reconoce una obra inédita en catalán e impulsa la creación vinculada a la ciudad fomentando el talento narrativo local.
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La minuciosamente documentada ‘Veus de mort als Encants Vells’, que llega este miércoles a las librerías en coedición de Àfora Focus Edicions y Comanegra, propone “un viaje en el tiempo, a 1840, a una Barcelona que entonces era una ciudad de moda de Europa, que todos los intelectuales y literatos extranjeros deseaban decir que habían pisado” y que atrae a un Auguste Dupin que se siente involucrado directamente en el caso del asesino de libreros, señala la autora, que ha recibido además la obra original ‘Nen a l’aparador de l’editorial Éxito’, Passeig de Gràcia (c. 1950), del fotógrafo Francesc Català-Roca.
Homenaje a Poe
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Es todo un homenaje a Poe, aún “poco reconocido como creador de la novela detectivesca”, opina. En los tres relatos en los que aparece Dupin –‘Los crímenes de la calle Morgue’, ‘El misterio de Marie Rogêt’ y ‘La carta robada’- el estadounidense “había descrito al personaje con pinceladas muy sutiles y de forma ambigua”, explica Lagarda-Mata. Ello le permitió ir más allá de esas pocas pistas e imaginar a un Dupin que aunque nacido en París pudo vivir temporadas en Perpinyà, zona del sur de Francia donde también se habla catalán, y así hacer verosímil que pudiera entenderse con los barceloneses.
La Inquisición
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“La leyenda originaria hablaba de un librero inculto, que vendía y compraba libros, más interesado por si estaban bien encuadernados y obsesionado por las obras únicas. Pero en esta novela, sus motivos no son los mismos. Yo he querido dar un paso más en el suspense y he jugado con que al asesino da la sensación de que busca libros relacionados con la Inquisición, un elemento tétrico y angustiante”, revela la escritora poco antes de hacerse público el premio, junto al editor editorial de Comanegra, Jordi Puig, y Fèlix Riera, director de Àfora Focus Edicions, quien apunta el potencial escénico y cinematográfico, “que puede inspirar proyectos televisivos y teatrales” de un relato que “enlaza ficción y realidad” poniendo el foco en una Barcelona que como “ciudad literaria es un motor de historias”.
Una Barcelona desaparecida
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En opinión del jurado, esta intriga “de ficción detectivesca, con toques fantasmagóricos”, recrea “un mapa de la ciudad rico en matices sociales, económicos y políticos” y ofrece “una descripción rigurosa del ambiente urbano de la época”. Haciendo coprotagonista a una Barcelona en la que se suceden las revueltas populares contra clero y nobleza -las ‘bullangues’-, Dupin transita por escenarios desaparecidos o trasladados como las desconocidas cuevas y las barracas de la Vinyeta, en Montjuïc (nido de malhechores), las Voltes d’en Cirés (un oscuro corredor junto al Portal de Santa Madrona propicio para recibir un navajazo al salir de un burdel), la calle del Infern (cerca de la Catedral) o el más importante en la trama, los Encants Vells. “Eran los más antiguos de Europa, originarios de la Edad Media”, destaca Lagarda-Mata, entonces ubicados extramuros, en los porches del entorno de la Llotja de Mar, en la zona de la actual plaza de Correus, entre la calle de la Fusteria y el derruido antiguo convento de San Sebastià. “El conde de Barcelona los había hecho trasladar fuera de las murallas cuatro siglos atrás para evitar el contagio durante las epidemias de peste al revender objetos usados. Allí estaban también los revendedores de libros de segunda mano, que generaron la leyenda del asesino de libreros”, añade.
La novela transmite, destaca Riera, “una atmósfera de calles oscuras y ahogadas, de una ciudad rodeada de murallas que aún tardará más de diez años en derribar, a punto de experimentar un renacimiento, de cruzar el Rubicón hacia la nueva modernidad que le trae luz”.