Catalonia suffers the worst drought in its history. The Generalitat declared this Thursday the emergency phase: the reservoirs only have reservations for 15 months. There are those who believe that citizens will not really understand what water scarcity means until one day they turn on the tap in their kitchen and nothing comes out. However, many citizens claim to have already implemented individual measurements to control spending more. On day 1 of the drought emergency, the pulse on the street swings between concern about the uncertain scenario and not being fully aware of this great water crisis.
“At home, while the hot water is not coming out of the shower, I put buckets to collect cold water and then water the plants,” he says. Carmen Iglesias at the exit of the Municipal Sports Center (CEM) Sant Andreu. Like so many sports spaces, this CEM has carried out, in recent months, a series of restrictions to control consumption. For example: showers, which have had their pressure reduced, They can only last three minutes. “And there is plenty of time. This measure is necessary, because The other option is to close”, says Carmen, who is a user of the pool.
Ella, profesora de Biología, está muy concienciada con la falta de agua. “En la cocina pongo el lavaplatos con la carga completa. Y, cuando orinamos, mi marido y yo no tiramos directamente de la cisterna. Todo esto lo hacemos por conciencia ecológica”, explica. Según ella, la actual sequía que vive Catalunya, que arrastra meses y meses sin lluvias fuertes, es un “problema muy grande” que durante años no se han tomado en serio los gobiernos. “Estuvimos 15 años sin tomar medidas [desde la anterior sequía, en 2008], as if the water would never end. We live in the Mediterranean, where precipitation is scarce,” he reflects.
Reducir la presión y el tiempo de las duchas de los gimnasios es “lo mínimo de lo mínimo”: “Estuvimos 15 años sin tomar medidas, como si el agua no se fuera a acabar nunca”
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Por eso Carmen cree que medidas como las del CEM Sant Andreu son “lo mínimo de lo mínimo”. Junto a ella, José y Trinidad, también usuarios de la instalación, explican que en los grifos de su casa han puesto unos filtros para que el caudal sea menor y la presión mayor. “Si ahora estamos así, ¿cómo estaremos en verano?”, se pregunta José. “Se está muy bien ahora mismo, pero no deja de ser preocupante”, afirma. Es 2 de febrero y la temperatura en Barcelona, de 18ºC.
“Ahorro significativo”
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Víctor Palomera, vecino de Nou Barris de 71 años, también utiliza cubos en la ducha para recoger el agua que sale fría al principio. “Luego la uso para fregar o para la taza de váter”, explica. Este es el “ahorro de agua más significativo”, aunque tiene en cuenta otras medidas, como por ejemplo jamás dejar el grifo abierto mientras hace otras cosas o no ducharse cada día.
“Riego las plantas con el agua que uso para limpiar las verduras”
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Lo mismo relata María Martín, vecina de Sants de 71 años, asegura que comenzó a ser consciente del problema de la sequía el verano pasado. “Ahí ya empezaron a decir que estábamos mal de agua, aunque pensé que se arreglaría con las lluvias del otoño. Pero aún no han llegado. Tenemos los embalses que dan pena desde hace mucho”, lamenta María. Fue entonces cuando decidió aportar su granito de arena.
Además de utilizar el cubo en la ducha para recoger el agua que sale fría, reutiliza también el agua que sobra de lavar las verduras o las patatas. “La voy poniendo en un cubo en cada balcón. Y así voy regando luego las plantas”, explica. María también se da duchas más cortas y cierra el grifo mientras se enjabona. “Tengo más control del agua”, añade. Los platos, eso sí, los sigue lavando a mano, excepto cuando hay cena familiar en casa. Y reconoce que a veces la gente “trata de locas” a las personas que llevan a cabo medidas como estas. “Esta conciencia ecológica me viene de los ‘boy scouts’, que me fomentaron mucho sentido de la naturaleza”, asegura.
“Tenemos que ser solidarios”
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Pero no solo los ciudadanos están concienciados. Hay clubes, como la Unió Esportiva Sant Andreu, que también se han puesto manos a la obra, pese a que aún no disponen de agua regenerada o freática (en vez de agua potable). “Nuestros futbolistas solo se duchan cuando hay partido. Antes regábamos cuatro veces el césped, mientras que ahora solo una”, explica Joan Iniesta, directivo del club. “Nosotros ya veníamos preparándonos en los últimos meses”. Iniesta asegura que, gracias a todas las medidas que toman, han logrado reducir un 50% el consumo de agua. “Todos tenemos que ser solidarios”, reivindica. Como otras decenas de clubes, todavía tienen la asignatura pendiente de usar solo agua regenerada o freática para el riego, la única opción que prevé el plan de sequía para esta fase.
Algunos clubes de fútbol han reducido el riego del césped, pero aún no disponen de agua regenerada o freática
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Sin embargo, también hay quienes no esconden su enfado. María, una vecina de Sant Andreu, cree que “esto tenían que haberlo arreglado hace años”. “No llueve y es lo que hay”, comenta, preocupada por que Barcelona prohíba del todo las duchas en los gimnasios, como ocurre en Girona. María es usuaria de la piscina del CEM Sant Andreu. Aunque enfadada por la gestión política (“de este y más asuntos”), también pone de su parte para gastar menos. “Hoy he hecho la colada y parte del agua la he reutilizado para el váter”, dice.
En un bar de la Rambla Fabra i Puig, tres personas mantienen una conversación sobre la sequía. Son Albert, Jordi y Anna. “Yo todo esto lo veo negro -comenta Albert-. No soy ‘pujolista’, pero cuando Pujol propuso el trasvase del río Ródano, le tumbaron la idea”. Junto a él, Jordi asegura haber reducido el consumo de agua en casa (de 14 a 10 metros cúbicos) y defiende las restricciones. “Yo antes, cuando me duchaba, dejaba correr el agua y ahora ya no. Claro que me preocupa todo esto. Pero tampoco podemos hacer mucho”, cree Anna. Cuando se le pregunta cómo ve el futuro, no duda en responder: “Yo negro no, pero sí lo veo seco”.