Todos los años surge un debate en torno al adorno más extendido en el mundo por estas fechas: el árbol de Navidad ¿Debe ser natural o artificial? Hay argumentos de peso para defender cualquiera de las dos opciones. Desde el punto de vista ambiental, aunque pueda parecer lo contrario, es mejor un árbol natural (emite menos CO2 que la fabricación de uno artificial), pero desde el punto de vista de la salud, los árboles vivos podían afectar a la química del aire interior del domicilio y, por extensión, a las personas alérgicas y a las sensibles a los Compuestos Orgánicos Volátiles (COV).
Un reciente estudio ha analizado los efectos que los árboles naturales utilizados para la Navidad tienen en los domicilios y en la salud de sus moradores. Muchas familias eligen árboles vivos por la fresca fragancia que genera. Pero el olor proviene de los COV, que no dejan de ser sustancias químicas. Y hasta ahora se sabía poco sobre cuánto emite cada árbol y si tienen algún impacto en la salud.
“Nuestra nariz es un buen sensor químico”, apunta Dustin Poppendieck, ingeniero ambiental del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST). “Sabemos que estos árboles están emitiendo algo y queríamos explorar qué sustancias químicas se emiten y en qué cantidad, y poner eso en el contexto de otras fuentes de sustancias químicas en una casa”, explica.
Para despejar estas dudas, Poppendieck y sus colegas del NIST tomaron un abeto y lo sellaron dentro de una cámara. Luego midieron la cantidad y el tipo de COV que emitió durante 17 días. También investigaron si los COV reaccionaban con otros componentes del aire interior para crear nuevos compuestos.
Tos e irritación de garganta
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Los hallazgos del equipo, que se acaban de publicar en la revista ‘Indoor Environments’, revelan que el olor fresco que comúnmente se asocia con los árboles de Navidad proviene de un grupo de COV llamado monoterpeno, que también se encuentran en productos perfumados, ambientadores, velas y algunos elementos de cuidado personal.
Al aire libre, las coníferas, el grupo de árboles que incluye la mayoría de los árboles de Navidad, liberan monoterpenos y pueden afectar la calidad del aire exterior. Pero se sabe poco sobre la cantidad de monoterpeno que se libera cuando se corta un árbol y se coloca en el interior de una casa.
Estudios anteriores habían mostrado que los monoterpenos pueden reaccionar con el ozono, que en el suelo se crea mediante reacciones químicas con la luz y que puede provocar síntomas como tos e irritación de garganta.
El ozono también reacciona fácilmente con otras sustancias químicas del aire para formar nuevos compuestos. Por eso, los investigadores estaban interesados en ver sus efectos en presencia de un árbol de interior.
Al colocar el árbol dentro de una cámara ambientalmente controlada, pudieron medir las sustancias químicas emitidas en tiempo real utilizando una técnica que puede detectar compuestos orgánicos en el aire, conocida como espectrometría de masas de reacción de transferencia de protones (PTR-MS).
Los investigadores simularon un ambiente hogareño. Decoraron el árbol con una configuración de iluminación típica navideña y lo iluminaron con luces brillantes para imitar el ciclo día-noche. Apagaron las luces cada 12 horas y regaron el árbol todos los días. Introdujeron aire exterior a un ritmo típico de los hogares y midieron constantemente las sustancias químicas en el aire interior.
Sustancias químicas reactivas
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Los monoterpenos fueron los COV más abundantes emitidos por el árbol. Se detectaron 52 diferentes. Alcanzaron su punto máximo el primer día, antes de disminuir significativamente al tercer día. Su concentración estaba inicialmente al mismo nivel que un ambientador enchufable o una casa recién construida pero después disminuyó rápidamente casi 10 veces su cantidad original, detalla Poppendieck.
Después, los científicos inyectaron ozono en la cámara para ver cómo afectaba la química del aire interior. Descubrieron que el ozono reaccionaba con los monoterpenos, formando subproductos como formaldehído, otro tipo de COV, así como otras sustancias químicas reactivas.
La concentración de monoterpenos disminuyó aún más con la introducción del ozono, mientras que los niveles de formaldehído aumentaron, lo que mostró un impacto en la química del aire interior. Sin embargo, la cantidad de formaldehído creado fue relativamente pequeña, alrededor de una parte por mil millones. Es una concentración muy inferior a la habitual en la mayor parte de los domicilios.
La conclusión es que para las personas sensibles a los COV, los árboles de Navidad pueden ser una posible causa de ojos y narices llorosos en los primeros días del árbol vivo dentro de la casa.
En ese caso, Poppendiec sugiere abrir una ventana cerca del árbol para reducir la exposición a los COV. Los árboles recién cortados se pueden también dejar al aire libre o en un garaje durante tres días antes de llevarlos a la casa, ya que la intensidad de las emisiones disminuye naturalmente con el tiempo.
En todo caso, “para la mayoría de la gente”, según Poppendieck, instalar un árbol natural recién cortado en casa “no debería ser una gran preocupación”. El investigador aseguró que seguirá teniendo árbol de Navidad natural en su casa.
Nueva modalidad: árboles de alquiler
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Por lo que se refiere al impacto ambiental, aunque en principio pueda parecer que comprar un árbol artificial resulta más respetuoso con el planeta, lo más probable es que esté hecho de PVC, lo que supone producción de gases de efecto invernadero (GEI) durante el proceso de fabricación y que no sea biodegradable.
Recientes estimaciones de organismos independientes han concluido que fabricar un árbol artificial de dos metros de altura produce unos 40 kilos de dióxido de carbono (CO2), mientras que uno natural de similar tamaño genera “solo” 3,5 kilos de ese gas. De tal manera que se necesitaría reutilizar el artificial durante doce Navidades para que su impacto ambiental fue inferior al natural.
Claro que los defensores de los árboles ‘falsos’ subrayan que además de que se ahorra dinero al poder ser reutilizados, no tienen agentes contaminantes como hongos, no ensucian las casas y algunos pueden oler a pino igual que los ‘verdaderos’.
Por contra, los partidarios de los árboles vivos destacan que buena parte de los que se adquieren para Navidad son cultivados por productores locales, por lo que su adquisición supone apoyar las economías locales. Mientras tanto, casi el 90% de los artificiales procede de China.
En el Reino Unido ya hay algunas empresas que propugnan una nueva modalidad: el alquiler de árboles cultivados en macetas especiales que permiten desenterrarlos y replantarlos cada año. Los clientes que deseen utilizar uno de estos árboles en Navidad abonan un depósito y reciben instrucciones para mantener su árbol en buenas condiciones, como mantenerlos lejos de las fuentes de calor o regarlos diariamente.
Informe de referencia: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2950362023000024?via%3Dihub
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Contacto de la sección de Medio Ambiente: [email protected]