De Lisboa (17 de agosto) a Madrid (8 de septiembre) pasando por lugares tan distantes entre sí como Sevilla y Santander, sin pisar Cataluña, tras el gran protagonismo inicial de este año, con comienzo y final vía contrarreloj, con tantos kilómetros de traslado como de competición y un marcado carácter de media montaña. Así será la Vuelta a España 2024 que se ha presentado este martes en Madrid. La alineación de salida todavía es pronto para confirmarla pues depende de los suspensos de julio y de lo cargadas que terminen las piernas entre Tour y Juegos de París, aunque ya se sabe que Enric Mas, con su recién estrenada paternidad, ostentará la representación española y Wout van Aert la extranjera en una carrera que rodará por Portugal y en nueve comunidades españolas.
Quizá la gran iniciativa de la próxima ronda española sea acabar en la Gran Vía madrileña con una contrarreloj individual, mismo guion que el inicio en Lisboa, para un total de 34 kilómetros (12 y 22) entre ambas etapas. De esta manera, al menos, no se desaprovecha la última jornada, al igual que sucederá en el Tour con la ‘crono’ final de Niza, por lo que el cava se deberá guardar en la nevera al menos hasta que el jersey rojo de la prueba cruce la meta de Madrid.
De lo decisiva, o no, que resulte la despedida de la Vuelta dependerá de lo apretada que llegue la general después del combate, sobre todo, en las montañas asturianas, leonesas, riojanas y burgalesas con dos notas brillantes, cómo no en Asturias, con el increíble Cuitu Negru, que sólo se ha subido en 2012 dándose de tortas (deportivas, por supuesto) Alberto Contador, Purito Rodríguez y Alejandro Valverde, y los Lagos de Covadonga, el clásico de los clásicos.
Tres días en Portugal
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La Vuelta 2024 partirá de Lisboa, 27 años después de haberlo hecho también en la capital portuguesa. Circulará tres días por carreteras lusas (pasando al lado del santuario de Fátima en la segunda etapa) antes de penetrar en España a través de la frontera extremeña.
Día sí, día no, durante las dos primeras semanas habrá llegada en alto, con el cacereño Pico Villuercas, a la cuarta etapa como estreno montañoso, para dirigirse después hacia Andalucía, con dos etapas complicadas en Cazorla y Granada antes de un monumental traslado de mil kilómetros que llevará a los ciclistas hasta Vigo para afrontar una experiencia gallega, con subidas a Manzaneda y Ancares, en este caso por una ruta inédita. Después de los Picos de Europa llegarán la cima de los boletus (la riojana Moncalvillo) y el burgualés Picón Blanco como despedida montañosa antes de que el cronómetro se pare en Madrid y con ello ya sea historia la 79ª edición de la Vuelta.
El análisis
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Como análisis del recorrido destacan pocos esprints como suele ser tradicional; en el horizonte sólo se apuntan las dos etapas portuguesas en línea, Sevilla y Santander y muchas etapas de media montaña como llamada a fugas colectivas y con el juego de las tácticas de los equipos. El Cuitu Negru se apunta como etapa reina, aunque los porcentajes son tan duros, tanto, que hasta cuesta pensar en grandes diferencias cerca de Pajares.
Entre todos deberán estar atentos precisamente a anotar los dorsales de fugados en etapas sin excesiva trascendencia, por ejemplo la jornada malagueña de Yunquera, o las gallegas de Baiona o Padrón (tierra de pimientos, unos pican y otros no), no sea que entre los escapados se sitúe el futuro vencedor de la carrera como sucedió el verano pasado cuando Seep Kuss, que lucirá el dorsal número uno, partió camuflado entre rivales del pelotón camino de Javalambre, en Teruel, para comenzar a ganar la carrera.