El expresidente del Barça Sandro Rosell ha pedido hoy a los grupos parlamentarios que limpien las “cloacas” de las que él fue víctima con investigaciones en su contra que comenzaron en 2010, cuando entró en el club de fútbol.
Lo ha dicho en su comparecencia ante la Comisión de investigación del Congreso sobre la denominada operación Cataluña y las actuaciones del Ministerio del Interior durante los gobiernos del Partido Popular.
Antes de someterse a las preguntas de los diputados, Rosell ha mostrado su confianza en que la comisión sirva para algo y cree que así será porque el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha probado ya la “medicina”, en alusión a las querellas que han llevado a su mujer, Begoña Gómez, hasta los juzgados.
Una medicina que, según él, también está probando el fiscal general del Estado, pero “mañana la probará el señor Feijóo y al día siguiente usted o usted”, les ha dicho a los diputados.
Rosell, que estuvo dos años en prisión preventiva hasta que fue absuelto, no ha ahorrado reproches hacia la jueza de la Audiencia Nacional que ordenó su ingreso en prisión, Carmen Lamela, a la que ha llamado “inútil” y “corrupta” y ha cuestionado que haya llegado hasta el Tribunal Supremo.
Según él, esta jueza, a la que no desea la cárcel, habría que “sacarla del sistema” porque es “una manzana podrida”.
El expresidente del Barça tiene claro que ha sido víctima de la operación Cataluña y de las cloacas del Estado y ha indicado que lo fue por ser “altavoz” del club de fútbol, justo en un momento en el que el equipo “lo ganaba todo”.
“Si yo fuera de las cloacas del Estado, seguramente también habría ido a por mí”, ha dicho Rosell, quien ha recordado que fue objeto de 75 inspecciones de Hacienda y que con él se han batido algunos récords, como las causas de oficio abiertas contra alguien que no forma parte de la política.
También se ha referido a su compañero de celda, su socio Joan Besolí, que estaba en prisión cuando su hijo tuvo un accidente con un tractor y quedó tetrapléjico.
En la cárcel alguien fue a ofrecerle un pacto para declararse culpable y salir a la calle, pero no quiso porque, además, su compañero de celda le dijo: “si tú resistes, yo resisto”.
Tras señalar que no milita en ningún partido político, Rosell intuye quién fue el que apretó el “botón rojo” contra él, pero no quiere desvelarlo porque aún no tiene pruebas contundentes.
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Y ha dejado claro que ha acudido a la Comisión para intentar que “todos ustedes se pongan de acuerdo para descubrir quiénes son estas manzanas podridas y sacarlas del sistema”.