A los cuatro minutos de partido el Barça ya había encajado un gol e Iñaki Peña había realizado un paradón decisivo. Fue un inicio desastroso que recordó demasiado a los de la temporada pasada y que no mejoró mucho durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Por su parte, el Leganés vino a destruir y se encontró con un regalo que no quiso desperdiciar.
Para ello utilizó todas las artimañas posibles que el árbitro permitió en exceso. Intentaba reaccionar el Barça, pero sin demasiado orden y con poco acierto. Sin duda, a este equipo le falta regularidad. No es posible que se muestre como un equipo supercompetitivo en Dortmund y se venga abajo contra un equipo que ocupa la zona de descenso. Unos peligrosos altibajos que se pueden pagar caros.
El segundo periodo empezó algo mejor que el primero, pero el equipo continuó mostrando una desesperante falta de ideas. Más aún cuando delante tenían a un equipo que todavía no había logrado ganar fuera de casa en lo que va de temporada. Insistieron en entrar por el centro, pero los azulgranas parecían bloqueados.
Realizaron todos los cambios posibles y la dinámica continuó siendo la misma. No obstante, nada mejoró. Así que se consumó la frustración. Un equipo grande no puede excusarse en que todo salió mal. Hay que encontrar soluciones antes de seguir perdiendo puntos que pueden resultar decisivos. Será complicado ganar el campeonato si Flick no logra evitar esos traspiés. Solo queda consolarse con el empate del Madrid en Vallecas, pero sin olvidarse que el Atlético lleva once partidos consecutivos ganando.
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Pues eso, que Hansi Flick debe tomar nota de lo sucedido porque dos derrotas en Montujic ante equipos muy inferiores no es de recibo. No hay nada perdido, pero el Barça está regalando una Liga que tenía muy bien encarada. La situación es preocupante. Algo está pasando y solo Flick puede solucionarlo. Toca seguir confiando en el técnico.