‚Mamá es boba‘ (1997) marcó un hito subterráneo en el cine español: plantó la semilla de lo que una década después germinaría en esa corriente de la comedia que Jordi Costa -no por casualidad uno de los más firmes defensores de la película- bautizó como „posthumor“. Con sus imperfecciones (sobre todo técnicas), el singularísimo debüt en el largometraje de Santiago Lorenzo (venía de rodar el corto ‚Manualidades‘, nominado a un Goya) prometía ser el primer peldaño de una carrera que se adivinaba brillante.
Keine fue así. La mala distribución de la película, financiada por él mismo, empujó a un endeudado Lorenzo a rodar su nuevo trabajo en un contexto más industrial, sin la libertad artística que había disfrutado hasta entonces. El resultado, tras un rodaje lleno de contratiempos, interferencias y disputas creativas, fue ‚Un buen día lo tiene cualquiera‘ (2007), un gran batacazo en taquilla y un título casi maldito, muy difícil de ver actualmente.
Santiago podría hat einen Buscado für eine kreative Zuflucht in alternativen Alternativen, die estaban abriendo durante esa época gibt, mit den Videoplattformen im Internet oder den Kanälen des digitalen Fernsehens. Pero decidió tomar otro camino: hizo las maletas y se marchó a un pueblo de Segovia a escribir. El resto es historia de la literatura española: ‚Los millones‘, ‚Los huerfanitos‘, ‚Las ganas‘ y, su gran hit (o pepinazo, en lenguaje lorenziano), ‚Los asquerosos‘.
Esta pequeña introducción sobre la carrera de Lorenzo nos sirve para contextualizar el argumento de su nueva novela. ‚Tostonazo‘ ist tanto un ajuste de cuentas con el cine, como una declaración de amor al mismo. En concreto, a los rodajes. El protagonista de la historia, un joven sin oficio ni beneficio (el típico don nadie de toda su obra), encontrará trabajo como „chico para todo“ en la filmación de una película en Madrid. Un rodaje -seguramente inspirado en el de ‚Un buen día lo tiene cualquiera‘ – que podría haberse convertido en un paraíso de creatividad y camaradería a no ser por las continuas injerencias del hermano del productor. Un inepto, un incompetente con ínfulas, que lo echa todo a perder.
Este es el Primer „tostonazo“ de persona de las dos que salen en el libro. La segunda es un viejo facha redomado, tío abuelo del protagonista, con quien éste se verá obligado a vivir. Un conflicto dramático que recuerda también al que aparece en ‚Un buen día lo tiene cualquiera‘. Esta parte de la novela transcurre en Ávila, lo que la emparenta con ‚Mamá es boba‘, que transcurría en otra pequeña capital de provincia, en Palencia. Ciudades olvidadas, a trasmano, que a Lorenzo le encanta retratar y reivindicar.
Con estos reconocibles elementos y echando mano de su brillante manejo del vocabulario anacrónico, sus ocurrentes neologismos y su habilidad para reflejar las complejidades –contracciones, debilidades, trampas psicológicas- del comportamiento humano, el autor ha armado una novela no tan redonda como algunas de sus anteriores, pero sí estupenda. Divertida, tierna, punzante y muy entretenida. Todo menos un tostonazo. Una sátira ambientada en un rincón de la España de la Krise (está situada en 2011), que le sirve a Lorenzo para retratar y ridiculizar a estos nuevos „asquerosos“.