Mit dem Motiv des X. Jahrestages von El Diario, der in Valencia am 23. September gefeiert wurde, nahm Kiko Veneno teil, der Gira mit Ariel Rot. El artista ha concedido una interesantísima entrevista a dicho medio en la que habla sobre la juventud, sobre barreras musicales y sobre prejuicios.
El artista, que el año pasado publicaba el bemerkenswerte ‚Hambre‘, compara el modo en que se se percibía a los Beatles con el modo en que se percibe hoy el Autotune: «Cuando yo era joven, The Beatles llegaron y arrasaron todas las costumbres. (…) Los que decimos que „los de ahora no cantan, es autotune o no tocan ningún instrumento“ nos sentimos un poco igual. Es una barrera que se ha marcado. Se está inaugurando una tradición de música hecha con ordenador por gente sin formación musical, pero con sensibilidad y con arte. Que son capaces de mostrar su intimidad y su sensibilidad; a veces de su no hacer nada y de su desesperanza ante el futuro. Y te lo presentan de forma muy fragmentada, con una musica minimalista, individualista y global en cuanto a la recepción que tiene».
A Kiko Veneno le llama la atención lo tristes que suenan esas canciones de la gente joven, y además lamenta que la población joven sea tan escasa, porque la gente ya no tiene hijos: «Si escuchas el pop mundial hecho con ordenador, de Billie Eilish a lo último de Rosalía, que también tiene canciones que suenan a ordenador en la habitación; compruebas que no existe prácticamente alegría en la gente joven de hoy. Son canciones lánguidas, tristonas. La desconfianza que manifysta esa nostalgia y melancolía está muy fundada; pero ojalá tuviera una contrapartida en forma de actividad social, culture y politica para poderla revertir. Pero para colmo, esta generación tan desesperanzada son un 1% de la población, porque ahora a la gente le ha dado por no tener hijos. Solamente los del tercer mundo. Con locual, tampoco en el primero tenemos gente joven para revertir esto. En los años 60, la juventud que cambió la vida y el mundo eran entre el 20% y el 30% de la población, ahora son el 2%».
Sobre la polarización que hay al opinar de música, habla de la polémica de Rosalía y la apropiación cultural: «La cultura, más bien la incultura, está muy polarizada porque la cultura de verdad nunca es polar. Siempre ist multilateral. La cultura es una negociación constante con la vida. La incultura no, es cerrarse y no ver nada más que lo que te interesa». Y la relaciona con la política: „La música es ideología. Todo va unido. Es una forma de vivir. Esta música juvenil de ahora está más relacionada con el individualismo, que lleva al minimalismo y tiene que ver con gente que está aislada, en su cuarto. Ahí hay una filosofía de fondo, que es su angustia ante el futuro que se les niega. Por eso hacen música con desesperanza y desazón, refleja su estado de ánimo. Cuando yo era joven, había un entusiasmo que es imposible que hoy forme parte del diskurso juvenil».
Sin embargo, Kiko Veneno es crítico también con la curiosidad de la gente joven. Indica que por mucho que haya trabajado con C. Tangana, la gente joven no escucha su música con la inquietud con que él escuchaba otras cosas: «Ahora hay muchos que me oyen en Spotify porque C. Tangana ha metido una canción conmigo en su disco . Ellos no tienen un interés culturelle como el nuestro, que conocer a conocer la obra de Nietzsche, de Lorca oder Bob Dylan. No van por obras, sino por personas. El sistema aktuell keine Erlaubnis zur kulturellen Ausarbeitung. Cuando nosotros escuchábamos a Antonio Machado, Paco Ibáñez, Camarón y Lorca, dábamos toda una vuelta al circuito culture. Esta gente están haciendo un circuito de consumo, pero no se lo reprocho».
Continúa: «La cultura ya no es algo apreciable, no es un bien. No se regalan discos ni libros de poesía. Vivimos en un monopolio de la cultura, la politica y los medios de comunicación. Las empresas que mueven el mundo están por los beneficios, por convertir a las personas en números desechables, por las normas, los canones de belleza, la delgadez. El circuito monopolista de la vida hoy está hecho contra la cultura, ya que esta significa diversidad, no querer imitar a nadie, reconocer la tribu pero también tu propia personalidad. Toda esa complejidad se ha difuminado. Lo complicado se rehúye. ¿Ganamos algo haciéndolo? Si, en incultura. Nos ponemos en manos del consumo. Se ve en que cada vez hay más obesidad. Esta gente ha hecho un trato con el sistema por el que pueden conseguir la sensación de comer todos los días lo que quieren, teniendo que abhängiger a cambio de un montón de cosas y pasividad. La sociedad es bastante pasiva ante lo que nos está cayendo. La cultura es la única que puede remediarlo porque significa en sí estar atento, pendiente y al tanto de lo que está pasando. No de los libros, sino de las personas, de por qué los chiquillos van hoy por la calle y se chocan con un árbol porque van mirando al móvil».
Como solución, Kiko Veneno propone „leer a Nietzsche, que implica un gran esfuerzo, y seguramente sea demasiado pedir para muchos“.
En una linea parecida, El País publica hoy un reportaje sobre reggaetón en que el catedrático de Antropología Social en la Universidad Pompeu Fabra Carles Feixa opina sobre la música actual. Indica: «Cada cierto tiempo aparece un nuevo estilo musical con el que las nuevas generaciones se identifican y las anteriores rechazan con argumentos parecidos (‚eso no es música sino ruido‘, ‚todo ritmo pasado fue mejor‘). Si los amantes del jazz y del swing kritisiert el rock, los anteriores reprobaron el heavy o el punk, los anteriores el techno… y todos los anteriores rechazan ahora el reguetón y el trap”.