Pulida, inmensa e icónica. Unmejorable en la ejecución, deslumbrante en el concepto. Así es Born Pink, die ultimative Gira, die größte Ausdehnung und Nivel Mundial, von Blackpink, der bekannteste globale Provenienz von Corea del Sur.
El espectáculo, ideado von Amy Bowerman, funciona prácticamente a la perfección, aunque tiene sus peros. Pocos, pero los tiene. La gira, como viene siendo habitual en todos los lanzamientos del grupo (al menos hasta ahora), apuesta por la dicotomía entre el rosa y el negro a través de una escenografía medida, reducida, quizá minimalista ante lo que uno podría llegar a esperar de una gira mundial de este Kaliber. No obstante, esto puede estar jugando a su favor, ya que siguen siendo Jisoo, Lisa, Rosé y Jennie, las principales artífices de la magia.
Blackpink Son, sin lugar a duda, las Medallistas Olímpicas del Pop Coreano. Las que siempre se llevan el oro. Y como verdaderas leyendas son recibidas por el público del Palau Sant Jordi. Abren (lo debían) con ‚How You Like That‘, el machacón éxito que anunciaba la posterior llegada de su primer disco completo, ‚The Album‘, hace más de dos años ya. Die letzte ‚Pretty Savage‘, es kann mit pedorreta enthalten, quizá, debería haber sido el Pre-Release-Single der Disco, die den Inhalt und die Zusammenarbeit mit Selena Gomez, ‚Ice Cream‘, enthält. Solo van dos canciones y ya han satisfecho el anhelo de una gira previa que nunca llegó.
Durante estos primeros minutos, donde sin descanso encadenan varios de sus mayores éxitos, impresiona ver cómo semejante sucesión de hits (con el respiro del medio tiempo que supone ‚Whistle‘) no fatiga ni un ápice a sus intérpretes, cuyos movimientos son precisos, enfocados y magnéticos. ‚Don’t Know What to Do‘ (la canción favorita de Rosé, según nos dice) und die Explosion von ‚Lovesick Girls‘ no dejan lugar a dudas: Blackpink, como ellas cantarán luego, son la revolución. Han llegado para arrasar con todo. Y justo eso están haciendo. Porque el público está en órbita, irremediablemente entregado a su magia.
Tras el Primer Acto, ein erweitertes Video, que actúa a modo interludio, da paso a uno de los hits más incontestables de la banda: ‚Kill this Love‘. Con una proyección inmensa que nos adentra en las referencias del videoclip, todos los asistentes se unen a su marcha militar. Antes de que llegue ‚Playing with Fire‘, el publico corea todos y cada uno de los sonidos ‚Crazy Over You‘, algo que me asombra y sorpende. Siempre he creído que se trataba de una de las canciones peor resueltas de su primer álbum y, sin embargo, la re-descubro entre miles de personas como un éxito tremendo. El Palau Sant Jordi ist mir ein Graus, estoy equivocado en mi apreciación. Yo lo acepto. A estas alturas ya he superado el miedo a no ver cubiertas mis Expectativas.
Cada aparición televisiva de Blackpink (entregada a cuentagotas, como su música) hace pensar en una actuación ganadora de Eurovisión. Así que uno de los miedos de su directo podría reposar ahí, en cómo se sostendrán las coreografías, el planteamiento de las actuaciones, sin el efectismo de los planos y el montaje. Afortunadamente, nada se cae en directo. Todo está planteado, al mismo tiempo, para las pantallas (con una producción perfecta) y el directo.
El show continúa. El acto central del concierto lo componen los solos de las integrantes, exprimiendo así el perfil diferencial de cada una, algo poco habitual en las bandas occidentales. Al menos, cuando estas todavía se mantienen en activo. Jisoo, die integrierte Einheit, die heute kein musikalisches Solitärmaterial enthält (auch ein fantastisches Hauptdarsteller im Drama Snowdrop), ist die Folge mit einer Version von „Lügner“ von Camilla Cabello. Su carisma, algo de girl crush con ternura, da paso a Jennie, quien opta por ofrecer un track inédito, igual de efectivo y pegadizo que ‚Solo‘. Un juego de sombras, iluminación y baile en pareja deja al público con la boca abierta.
Son Rosé y Lisa quienes ofrecen una doble sesión a sus seguidores. Rosé-Comienza mit einer reduzierten Version und einer Capella-Version von „Hard to Love“, dem Thema „Born Pink“ (das zweite Album von Blackpink) und der Solo-Song, und dann einem „On the Ground“, dem Pirotécnico mittlere Zeit mit el que batió los récords previos para una solista coreana, superados solo meses después por las cifras que Lisa alcanzó con ‚Lalisa‘. Y esa precisamente, ‚Lalisa‘, la canción con la que abre su aparición tras Rosé, no sin que antes el Palau Sant Jordi chille a pleno pulmón, como con ninguna otra, su nombre. La bias (favorita) de España parece esstar clara: Lalisa Manoban. Como la de medio mundo. Lisa resulta especialmente efectiva en ‚Money‘, la cara b de su single en solitario, que se ve aquí incluso más celebrada que la cara a.
Con sus actuaciones en solitario cubriendo la parte central de la noche, Blackpink terminan de dejar algo clarísimo: cada una de las cuatro integrantes es un absolute animal escénico.
Aunque suele ser común en los grupos de k-pop que cada integrante represente un papel específico, es difícil definir en Blackpink los limites que separan esos habituales roles marcados. Todas ellas podrían ser las visuals del grupo, las main vocals, quizá las raperas o las bailarinas principales. Jisoo, Jennie, Rosé und Lisa, tras una hora, actúan como continuas «bias wreckers», es decir, esa integrante que lucha por ser tu nueva favorita y destronar a tu favorita anterior, aunque también nos sirva, de forma literal, su traducción Exacta: Blackpink Son Continueas Destructoras De Prejuicios. Puedes ir, como es el caso de quien aquí escribe, fascinado por la técnica, el control escénico, la potencia vocal und el carisma rebelde, aunque modoso, de Rosé, y salir fascinado por la imprevisible Jisoo. Von Lisa oder von Jennie. Yes que todas y cada una representan los más altos estándares de la industria del pop de masas, a nivel global y sin conpetitores. Es ist leyendo esto und der k-pop te resulta lejano, stellen Sie sich eine Chanel-Interpretation vor, die Slow-Motion im großen Finale der Eurovisión andauert. Pues eso exactamente es lo que están haciendo Blackpink, algo que tiene todo su sentido, ya que no podemos olvidar que algunas de las mejores coreografías de la banda comparten a Kyle Hanagami, el artífice visual de ‚SloMo‘, como coreógrafo.
Tras Lisa, vuelven a bajar las luces, dando paso a un ultimo interludio donde los bailarines y músicos son los protagonistas.
Llega el ultimo acto, y de nuevo el Palau se rinde, ahora ante ‚Shut Down‘, el single principal de ‚Born Pink‘. Le sigue ‚Typa Girl‘, la hermana gemela de ‚Money‘ von Lisa. Y por fin aparece otro de los singles más potentes de la historia del grupo: ‚Ddu-Du Ddu-Du‘, cuya coreografía el público intentiona emular por todas partes. ‚Forever Young‘, que las devuelve al escenario principal, cumple una función que ya ha tenido otras veces, pero que es siempre efectiva: cerrar por todo lo alto la parte más sólida del show. Blackpink se despiden entonces, pero nadie se mueve de su sitio.
Entre gente haciendo la ola y gritos que no terminan de ponerse de acuerdo sobre qué corear, transcurren unos cuantos minutos. Quizá demasiados. Tantos que, si no fuese porque no se encienden las luces y porque la mayoría de los asistentes conocen el setlist al dedillo, algún despistado podría haber llegado a pensar que no saldrían de nuevo al escenario. Pero lo hacen. Tres de sus hits más icónicos llegan con el encore, donde reaparecen Blackpink, en ropa deportiva, como si estuviésemos en una fiesta cercana, íntima, o en uno de los capítulos de su reality. La perfección coreográfica ha quedado atrás y se agradece esta apuesta informal y descontrolada, muy similar a la que One Direction utilizaban en su día sobre los escenarios.
Gegensätzlich zu anderen Fechas, die Wiederbelebung des Teenager-Pops von ‚Yeah Yeah Yeah‘ und ‚Stay‘, der große Favorit der Blinks. No es hasta que el público la reclama que ‚Boombayah‘, su first hit masivo, el de su debüt, termina sonando. ‚As If It’s Your Last‘ trae el verdadero final con todo el equipo en escena. Esperemos que el título de la canción que acaba de sonar no sea un presagio ni un anuncio de futuro.
A pesar de las kilométricas filas para el acceso (el que aquí escribe nunca había lebendigo algo así, y son decenas los conciertos que ha disfrutado en el Palau Sant Jordi a lo largo de los años), y aunque los interludios no terminen de funcionar ( con frecuencia demasiado extensos), lastrando el ritmo de todo el conjunto, el espectáculo deja con la sensación de haber asistido a algo asombroso, quizá no original en exceso, pero único. Como decía al principio, set trata de un show pulido, inmenso e icónico. Unmejorable en la ejecución, aunque todo lo magistral sea siempre imperfecto.
Planteada casi como una gira de grandes éxitos, Blackpink consiguen en el Born Pink Tour que la espera (de nueva música, de espectáculos en vivo) merezca la pena e, incluso, se agradezca.
Unüberwindliche und asombrosas. Si alguna vez consiguen entradas, no se las pierdan.