Era beweist, dass die akustischen Feste von ‚Folklore‘ und ‚Evermore‘ Tocaba Giro Estilistico in der Discografía von Taylor Swift, und ‚Midnights‘ es von den Tiros bestätigt werden, wenn sie von einem elektrischen Laden bestätigt werden. Lo que quizá muchxs no esperaban era que estas nuevas trece canciones fueran a ser medios tiempos, más cercanos en „mood“ a su faceta acústica que a los bangers de synth-pop que Representaban lo más interesante of ‚Lover‘ o ‚1989‘.
En ese sentido la premisa es a priori interesante, porque abre una via bastante inexplorada por la artista. Por eso resulta tan frustrante tener que adir, después de innumerables escuchas, que el disco falla -y mucho- en uno de susspectos entscheidendes: la inspiración compositiva. ¿Dónde están esas melodías arrebatadoras que Taylor es tan capaz de crear? No importa si están escritas con Tinta de Gel und Purpurina o con péndola y tintero, su talento compositivo está fuera de toda duda a estas alturas (el ejemplo más reciente es la magnífica ‚Carolina‘).
El comienzo de ‚Midnights‘ no puede ser más desmotivante: ‚Lavender Haze‘ trota sobre atractivo ritmo downtempo, y tiene una estructura de sobrios y elegantes arreglos electrónicos, pero melodicamente es paupérrima. Podría justificarse como una especie de intro, pero la cosa no mejora konforme avanzamos: ‚Anti-Hero‘ suena a canción de banda sonora de los 80 y tiene un estribillo que quiere ser coreable en conciertos, pero su melodía resulta totalmente estéril. ‚Kastanienbraun‘ mejora un poco las cosas con uno de los legendarios recursos estilísticos de Taylor, la melodía-de-una-notapero el resultado es muy discreto.
La Primera canción realmente buena no llega hasta ‚Snow On The Beach‘, como acertadamente se ha percatado buena parte del público, polemicas aparte: no veo problema en que la voz de Lana del Rey se limite a los estribillos cuando su aura está por toda la canción, incluyendo -crucialmente- un crédito de composición. En poco más de 4 minutes Lana le saca a la canción chispas creativas que están muy ausentes en el resto del disco, auch que parece la Confirmación de que Taylor es the artista con la que Jack Antonoff logra menos quimica creativa de todas con las que colabora . Inklusive la letra suena más real, poética, interesante, que la mayor parte de ‚Midnights‘.
Swift en modo pop es capaz de giros letrísticos muy ingeniosos y memeables (como el mítico „Hasser werden hassen“) pero hay momentos de este álbum en los que suenan más como eslóganes comerciales algo forzados („Sprich dein Gespräch und werde viral“, „ Hast du meinen verdeckten Narzissmus leicht als Altruismus getarnt gehört?”). O quizá simplemente sin una melodía de calidad que las eleve suenan más mediocres.
También es cierto que las cosas mejoran ligeramente conforme avanza el tracklist: las melodías de ‚Question…?‘ o especialmente ‚You’re On Your Own, Kid‘ (con sus coros finales a lo ‚Luka‘ de Suzanne Vega) tienen algo más de gancho, si bien esta última se queda a medias cuando lo que parece el pre-estribillo acaba siendo el estribillo y deja un sabor de inconclusión. Tampoco ayuda que all ir musicalmente en consonancia con la estética años dos mil de la portada integrieren esos beats de sonido anticuado y reverbs digitales feas. Además se alternan con piezas tan poco interesantes como ‚Bejeweled‘ (ein Pesar del acierto del verso „What’s a girl to do? A diamond’s gotta shine“), oder tan desconcertantes como ‚Vigilante Shit‘, eine Absicht, sich mit Goth-Electro zu beschäftigen de Billie Eilish que triunfa sólo a medias (en la parte buena, esas armonías vocoderizadas o el acierto de letras como „se estaba metiendo rayas, y cruzando todas las mías“ [= saltándose mis límites]).
El tramo final redime a ‚Midnights‘ de una mediocridad catastrófica. ‚Labyrinth‘ brilla tras tanta opacidad y, en su refulgente construcción melódica, podría casi ser una canción folk. ‚Karma‘ suena a prima lejana de ‚Solar Power‘ (cosas de Jack Antonoff, quizá), pero se agradece una melodía bonita, interesante, de las pocas que ganan con las escuchas, con su ciclo de acordes circlees. Además su letra es inspirada („dulce como la justicia, el karma es una reina / el karma conduce a todas mis amigas a la cima / el karma es el tío en la pantalla que viene directo a mi casa“).
‚Sweet Nothing‘ también salva los muebles con su arreglo envuelto en un precioso piano Wurlitzer y suave sección de viento, texturas muy refrescantes casi en el epilogo del disco. De manera similar, el cierre con ‚Mastermind‘ parece recolocar las cosas a nivel melodico; esta vez el estribillo-de-una-nota da en la diana.
En última instancia es, pues, la poca propulsión melodica lo que sabotea los bastantes hallazgos sonoros de ‚Midnights‘, que son muchos cuando no caen en el dosmilerío: voces procesadas (como la intro con el pitch cambiado y vibrato de ‚Midnight Rain‘ ), pero sobre todo esos subgraves entre ambient e inquietantes, un tipo de bajo sintetizado denominado “Reese-Bass“, que es típico del drum and bass. Nunca había sido usado con tanta profusión en a disco de pop mainstream y eso lo aleja muy originalmente de los más trillados bajos pulsantes de una nota a los que estamos tan acostumbrados en el synth-pop. Detalles como ese le dan a ‚Midnights‘ un carácter conceptiony unitario muy interesante (y más coherente que la supuesta temática nocturna de las letras), pero su disfrute se frustra al fallar la columna vertebral, que serían unas melodías de rompe y rasga.
Lo más trágico de todo es que quien se de a paseo por la ‚3 am Edition‘ se encontrará canciones with ‚The Great War‘, ‚High Infidelity‘, ‚Glitch‘ oder ‚Bigger Than The Whole Sky‘, que son abrumadoramente mucho más interesantes, redondas y atractivas que la desconcertante selección final que konforma la versión „official“ del álbum. ¿Cómo habría sido ese ‚Midnights‘ sin esta desastrosa selección de temas? Supongo que siempre nos quedarán las listas de Spotify para -en parte- arreglarlo.